Mis padres vienen de la pobreza, con trabajo y bajo la cultura del esfuerzo, a mis 6 hermanos y a este escribano, aprendiz de periodista, nos impulsaron para tener mejores condiciones de vida abandonando el poso de la pobreza y adquirir todas las oportunidades que se pueden conquistar con esfuerzo desde la clase media.
Sí soy aspiracionista y aspiro a más porque esa es la naturaleza humana y la condición intrínseca de toda forma de vida y de las especies, simplemente, no podemos rehuir al proceso evolutivo. Ya Charles Darwin había observado que las especies más fuertes no son las que sobreviven sino aquellas que saben adaptarse al medio y tienen la capacidad de transformarlo.
Pues bien, recientemente el INEGI ha publicado los resultados del estudio “Cuantificando la Clase Media 2010-2020”, el estudio resulta revelador, más allá del constructo de lo que significa la Clase Media, en nuestro país en el 2018 el 45 % de los mexicanos formaban parte de la clase media o alta y en el 2020 esa proporción se ha reducido al 38 %, es decir, el 7 % de los mexicanos ha perdido su posición de clase media o alta para situarse en la condición de clase baja, algo está sucediendo y no es bueno para nuestro país, pero sobre todo, las condiciones pueden ser peores. Lo valioso del estudio es el llamado a tomar conciencia de ello para replantearnos ¿qué hacer? Para revertir esta tendencia en términos económicos, sociales y políticos.
Todos queremos que nuestros hijos vivan mejor que nosotros, es precisamente en la clase media donde ese deseo es más significativo, y da mejores resultados. En cuestión económica, se trata del grupo que mantiene el nivel de consumo del país, que es el elemento de mayor peso en el PIB, es la clase media que le da dinamismo y sostiene a este país, pese a quién le pese.
Lo que advierte el estudio, sin duda ve venir el creciente fantasma de la desigualdad ¡hay nanita! En 2010, el 39.2 por ciento de la población se encontraba en clase media, y 1.7 por ciento se ubicaba en clase alta. En 2020, estos porcentajes se reducen a 37.2 y 0.8 por ciento, respectivamente ¿Qué podemos esperar de este fantasma? Mayor inseguridad y más violencia, pero, sobre todo, el fracaso de las políticas sociales, de la educación y de la visión tan estrecha de nuestra clase política gobernante, ahí justamente es donde hay egoísmo, ambición, individualismo y falta de solidaridad.
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