Una audiencia de acarreados
Las encuestas retratan que el presidente López Obrador goza de gran popularidad en su tercer año de gobierno.
Si los porcentajes varían entre 58 y 68 por ciento es lo de menos, tampoco importa que igual haya sido la de otros presidentes en el mismo lapso, y se antoja ocioso intentar discernir si esas mediciones reflejan la opinión sobre su persona o la eficacia de su gobierno.
El mayoritario apoyo, sin embargo, se deshonra con el acarreo de pobres que hizo su partido para ponerle a sus pies la tumultuaria audiencia que atestó ayer la Plaza de la Constitución y sus calles convergentes.
Seis horas antes (a las 11 y cuarto de la mañana) de que hablara el Presidente y afirmara que la corrupción ya es cosa del pasado, la jovencita Frida García subió un tuit de indiscutible servicio público, con un video que contradice la aseveración presidencial sobre la erradicación de prácticas corruptas en la ilusoria “revolución de las conciencias”.
En el oportuno documento de imagen y audio se ve y escucha al delegado estatal en Veracruz llamando a los alcaldes de Morena a que “agarren tantito de los ahorros” para el traslado de aplaudidores a la capital del país.
Presidido por aquiescentes, animados y sonrientes presidentes municipales en un salón, el impúdico incitador del delito Esteban Ramírez Zepeta, de pie ante un atril y un micrófono, perora:
“El 1 de diciembre, les repito, vamos a ir a la Ciudad de México. Le pido aquí a mis alcaldes y alcaldesas que nos acompañen, que nos ayuden, que faciliten el traslado de los compañeros y compañeras. ¿Quién quiere ir a la Ciudad de México a apoyar al licenciado Andrés Manuel? (exclamaciones y manos alzadas). Vamos a decirle aquí a los alcaldes y alcaldesas que agarren tantito de los ahorros para que nos ayuden…”.
Por la tarde, López Obrador diría lo de la “revolución de las conciencias” y que “el pueblo” ya sabe que tiene el poder.
No tanto, cabe corregir, como el poder del delegado del partido que fundó AMLO ni el de los caballeros y damas trepados en las alcaldías veracruzanas, con licencia para pellizcar aunque sea “tantito” del dinero que, en la cuatroteísta teoría, pertenece al pueblo.
Lo de “no mentir, no robar, no traicionar” es compromiso de López Obrador que sus favorecidos repiten como pericos.
Con razón tantos autobuses estacionados en las calles del Centro Histórico.
Si a los costos del “traslado” se añaden los del almuerzo, comida y cena (aunque hayan sido tortas) para los miles y miles de acarreados, ¿de cuánto habrá sido el atraco a la hacienda veracruzana?
¿Qué aportaron los alcaldes en las otras 31 entidades con delegados tan delincuenciales como Ramírez Zepeta?
Los periodistas damos cuenta de pedacitos de una realidad que jamás abarcaremos.
Qué ganas de saber si, además del acarreo, las proteínas y los chescos, a esa pobre gente se le sobornó con dinero en efectivo para que le echaran ganas a los aplausos y el coro: “¡Es un honor/estar con Obrador…!”.
Carlos Marín