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SERPIENTES Y ESCALERAS

Todo o nada

Para nadie es secreto que en la 55 legislatura de Morelos hay un grupo de legisladores que no coinciden con el proyecto político de Cuauhtémoc Blanco y desde hace tiempo se han manifestado abiertamente en su contra. Tampoco sorprende que en el parlamento existan expectativas electorales de cara a la sucesión del 2024, porque varios de sus integrantes tienen interés por competir; lo que ninguno esperaba es que la confrontación apareciera tan rápido y con tanta virulencia como hemos visto en la última semana. Lo que pasa en la cámara de diputados es la apuesta del todo o nada.

La situación en la cámara de diputados de Morelos es lamentable desde cualquier ángulo y marcará permanentemente a todos sus integrantes, sin excepción; lo que vemos no es la lucha ideológica por un proyecto de estado, ni la defensa noble de los intereses de un pueblo, se trata de un burdo pleito de poder en donde no hay personajes buenos, ni acciones que se deban aplaudir.

Es falso que se trata del debate por un mejor presupuesto para el estado, del enfoque municipalista en el gasto público o del deseo de apoyar a los grupos más vulnerables; si así fuera los integrantes de la cámara de diputados, todos, habrían hecho un esfuerzo extraordinario por ponerse de acuerdo dejando de lado sus intereses personales y los de su partido. Pero nadie lo hizo.

La complejidad del paquete económico obliga a quienes lo analizan y lo aprueban a entender que tratándose de dinero los límites son muy claros, es decir, se pueden buscar ahorros, se pueden hacer ajustes y se pueden cambiar conceptos, lo que no se puede ni debe es gastar más de lo que se tiene, porque entonces la operación institucional se complica y el remedio resulta peor que la enfermedad.

Veámoslo de esta forma: unos y otros hablan de un presupuesto para el pueblo, apegado a las necesidades del estado, enfocado a los temas más sensibles y con un enfoque social; así lo presumieron durante meses y al final, cuando se debía pasar de las palabras a los hechos nadie fue capaz se ponerse de acuerdo y optaron por el rompimiento, lo que evidenció la falsedad de sus discursos.

Reitero: en esta historia no hay buenos ni malos, estamos nuevamente frente a una legislatura incapaz de discutir sin romper y decidida a no ceder en sus pretensiones personales. Quienes apuestan por frenar al gobernador equivocaron el camino, porque se extralimitaron y actuaron antes de tiempo; pudieron apretar hasta el punto de lograr ajustar las áreas que quisieran, redireccionar recursos y hasta ponerle candados al manejo financiero, pero nunca debieron romper. Y lo hicieron.

La contraparte legislativa tampoco hizo un buen trabajo porque no supo defender su posición, cayó en la provocación, entró al juego del todo o nada y se quedaron atorados en un callejón sin salida.

La presencia en Morelos del dirigente nacional de Morena es un mensaje político que debe entenderse, Mario Delgado no solo preside un partido, es un hombre cercano al presidente que le opera algunos asuntos y tiene influencia en diferencias dependencias del gobierno federal.

Lo que se observa en el parlamento morelense es un duelo de fuerzas, de poder, una lucha por el poder que hasta ahora lo único que ha logrado es paralizar los trabajos legislativos, hacer ver mal a los diputados e inutilizar a las partes, porque sin mayoría ninguno de los bloques podrá hacer nada. Explico: prianistas y aliados obtuvieron el manejo de los órganos de control del congreso, pero sin 14 votos serán capaces de hacer nada más.

Estratégicamente el grupo del G11 subió demasiado rápido el tono y se excedió en sus acciones; lo hecho no solo fue equivocado en el procedimiento, también ha sido muy mal manejado en términos mediáticos y por lo mismo es mal visto por la gente, porque en lugar de entenderse como un acto de congruencia y de responsabilidad con la ciudadanía, se percibe como un acto revanchismo, un acto pendenciero igual a los que hemos visto en el pasado en otras legislaturas. La discusión que trasciende es por la disputa legislativa, no por las propuestas en el presupuesto.

Un enfrentamiento político no comienza a máxima intensidad, los legisladores apenas van a cumplir cuatro meses en el cargo, acaban de cerrar su primer periodo de sesiones y ya le declararon la guerra a Morena, a la 4T y al gobernador. El bloque PAN-PRI-NA-MC ha errado el camino porque además de que no eran las formas ni los tiempos para actuar, no es un bloque inmaculado: varios de sus integrantes cargan historias negras que pueden salir a la luz. Item más: carecen de un estratega político y un operador de medios que les ayude a administrar sus fuerzas y a colocar sus ideas ante la opinión pública. Hasta ahora no parece que los diputados del G11 están luchando por el bienestar del pueblo.

¿Qué podemos esperar después de lo que ya ha pasado en la cámara de diputados de Morelos? Bloquear la aprobación del paquete económico como una medida para obtener el control de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización no funcionó; tampoco lograron su objetivo de ponerle candados financieros al ejecutivo. Ahora, si quiere, Cuauhtémoc Blanco puede ayudar financieramente a la Universidad, al Poder Judicial y a los municipios con más recursos y sí lo hace, le quitará a los legisladores del G11 la bandera municipalista. ¿Lo midieron así?

Quien haya trazado en el congreso la ruta de la ruptura se equivocó, porque no ganó nada: la opinión pública no ha favorecido a quienes se dicen municipalistas ni a ningún diputado de la 55 legislatura, impedir la aprobación del presupuesto no detendrá la marcha del ejecutivo, ni impedirá al gobernador manejar los recursos como mejor lo considere. Quitarle a Morena el control de la Junta Política resultas ocioso, porque al final todos quedarán paralizados, sin capacidad de avanzar hacia ningún lado.

Supongo que el plan de los legisladores fue dividir al parlamento en buenos y malos (según la óptica de cada uno), pero ahí el punto clave es la percepción y en este momento ninguno la tiene a su favor. Nadie en la 55 legislatura de Morelos resalta como un líder más allá de su región y varios de quienes conforman este congreso cargan con la mala imagen de estar ligados a grupos delictivos.

Lo que está pasando en el poder legislativo de Morelos puede servir para hacer un catálogo de lo que no debe hacer un político, de los errores que pueden hundir a una legislatura y los caminos equivocados para ganar una batalla. La política nunca ha sido un acto de fuerza; a pesar de que en este momento exista un bloque mayoritario que temporalmente controla las cosas, lo que en realidad tenemos es un poder legislativo paralizado, sujeto a la voluntad de unos cuantos y desprestigiado en lo general.

Radicar las posiciones nunca ha sido un buen plan, sobre todo cuando no se tienen todas las herramientas políticas a la mano (nunca se tienen) o cuando se trata de personajes de medio pelo, cuestionados y rodeados de tipos con mala fama.

Bloquear la aprobación del presupuesto no sirvió para golpear al gobernador, porque han manejado mal la información y porque las acciones que tomaron los legisladores en paralelo, como impedir la entrada al recinto a las diputadas, retener el sueldo de algunos trabajadores o agandallarse las comisiones, colocó al conflicto en un plano de rencores y ambiciones personales, no como una acción en favor del pueblo.

En algún momento en los próximos días, semanas o meses los diputados volverán a entablar diálogo, retomarán las actividades parlamentarias y aprobará el presupuesto, pero aunque eso pase lo que ya hicieron los dejará marcados y los coloca en el mismo nivel de sus antecesores, esos a quienes tanto han criticado.

En política como en un proceso judicial, siempre es mejor un mal acuerdo que un buen pleito.

posdata

Se venció el plazo y los integrantes de la 55 legislatura de Morelos no lograron ponerse de acuerdo, por lo cual no se aprobó el paquete económico 2022 y el ejecutivo tendrá que ejercer nuevamente el presupuesto del 2021.

Sobre lo ocurrido no hay justificación, se trata de un resultado que no favorece a nadie y en el cual no hay ganadores; es falso que unos u otros buscaran un presupuesto social, más apegado a las necesidades de la ciudadanía; lo que predominó fue el encono personal y las ambiciones partidistas. Insisto: no hay buenos en esta historia.

Una vez más Morelos se quedó sin presupuesto derivado de los intereses de la clase gobernante y la falta de habilidad política de todos los involucrados en la negociación; la culpa empieza con los legisladores, pero incluye a la oficina política del gobernador, que nunca dio la cara en este tema y dejó la carga total de los acuerdos a la secretaria de hacienda Mónica Boggio.

Lo que tenemos enfrente es lamentable, aunque tampoco es el fin del mundo: los primeros meses del 2022 el estado deberá operar con las reglas financieras del año anterior, pero en algún momento los legisladores se verán obligados a hacer su trabajo y cumplir con lo que les toca.

El intento de un grupo de diputados por frenar o limitar el margen de acción de Cuauhtémoc Blanco fracasó, porque a pesar de que el paquete económico 2022 no se autorizó, el mandatario podrá trabajar con el del año anterior y cumplir con casi todo lo que le demanda el estado en materia financiera; incluso, si tiene voluntad de hacerlo, el jefe del ejecutivo podría ayudar con más recursos a los municipios, a la universidad y al poder judicial y con ello le quitaría a la oposición el argumento municipalista y la idea de que son ellos quienes quieren un presupuesto para el pueblo.

La situación es políticamente complicada porque la guerra política en el estado comenzó muy temprano; la oposición ya mostró sus armas, aventó todo desde el principio y lo único que logró fue paralizar al congreso. Ahora al ejecutivo le toca mover sus piezas y a partir de lo que haga sabremos si remonta la situación o cae en el juego de quienes lo tratan de deponer.

nota

La elección del 2021 en Cuernavaca no la ganó el PAN con José Luis Urióstegui, la perdió Morena al postular a Jorge Argüelles. Si en el Movimiento de Regeneración Nacional hubieran apostado por una figura diferente, con arraigo, de partido, como Alejandro Mojica Toledo, en el 2022 la 4T seguiría gobernando la capital a pesar de la terrible administración de Antonio Villalobos.

Todavía no arrancan los nuevos gobiernos municipales, pero desde este momento se pueden vislumbrar algunos escenarios posibles incorporando a figuras que sin duda alguna estarán en la boleta, como el abogado José Luis Urióstegui.

El futuro presidente municipal de Cuernavaca es visto como un aspirante natural a la gubernatura de Morelos en el 2024, aunque él refiere que su objetivo es la reelección. Cualquiera de los dos escenarios será difícil para el abogado: en el primero se topará con Rabín Salazar, Rafael Reyes o Juan Ángel Flores y cualquiera de los tres le puede ganar; en el segundo es muy probable que uno de los candidatos sea Alejandro Mojica Toledo y frente a él la contienda no será como la que tuvo con Jorge Argüelles.

En el caso de la izquierda el motor de la elección es Morena; si el Movimiento de Regeneración Nacional postula a Rabín y a Alejandro en el estado y en la capital e incluye en la fórmula a Rafael y a Juan Ángel, José Luis tendrá un escenario electoral sumamente complicado, no importa que haga un buen trabajo en Cuernavaca. Para la derecha la única posibilidad de ganar radica en que Urióstegui realice un trabajo excepcional en Cuernavaca y que el Movimiento de Regeneración Nacional pierda fuerza de aquí al 2024.

Precisamente por eso Urióstegui necesita acompañarse de un buen equipo de gobierno, porque si pierde la siguiente elección ya no tendrá despacho jurídico al cual regresar.

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Con esta entrega cerramos las columnas del 2021, nos vemos de vuelta en el 2022; mientras eso sucede nos seguiremos encontrando en las redes sociales. Que el nuevo año les conceda salud y bienestar en familia. Los abrazo con afecto.

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Máxima en política: los amigos son de mentira y los enemigos son de verdad.

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