La Iglesia de Morelos es el otro poder fáctico que faltaba para unirse a los carteles de las drogas que se han infiltrado en la política en la entidad, ya están embarrados el Legislativo en el senado y en el Congreso local, y el Ejecutivo, ahora la Iglesia, solo falta saberle algo a los jueces, para ser un Narco Estado completo.
La Diócesis de Cuernavaca, cuya extensión territorial abarca todo el Estado de Morelos ha sido a lo largo del tiempo, una actora de primer orden en la vida política y social de la entidad. Mucho peso e influencia han tenido algunos de sus obispos incluso a nivel global como el extinto Sergio Méndez Arceo, el VII Obispo paladín de la Teología de la Liberación y conocido también como el “Obispo Rojo” o personajes que pasaron sin pena ni gloria como el X Obispo Florencio Olvera Ochoa, a quien la conseja popular atribuye un sometimiento expreso al Gobernador Marco Adame quien al parecer lo mantenía contento con una pantalla de plasma de muchas pulgadas colocada en la sala de casa episcopal.
Precisamente ahí estriban las luces y sombras de la Curia Morelense, en las personalidades diametralmente opuestas de quienes las han presidido. Sin embargo, nunca en la historia la Iglesia de Roma en Morelos un Obispo ha tenido una personalidad con tantos visos distintos como el actual XII Obispo Ramón Castro y Castro.
Castro y Castro, oriundo de Jalisco, ha destacado en una prolífica trayectoria eclesiástica que lo ha llevado a ser miembro del servicio exterior de la Santa Sede, uno de los más avezados del orbe, sirvió en distintas nunciaturas en África, Europa del este y Sudamérica, dirigió también el antiquísimo óbolo de San Pedro, las limosnas que las Diócesis y los Laicos de todo el mundo dan al Papa.
En México ha sido Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) Obispo de Auxiliar de Yucatán, de Campeche y actualmente Obispo de Cuernavaca y Tesorero de la influyente CEM, Hasta ahí sus luces, pero también a pesar de su trato suave y diplomático, no está exento de sombras entre las que sobresalen no pocas y polémicas declaraciones a la prensa sino también señalamientos de Pederastia y de encubrimiento a Pederastas en su paso por Campeche, hurtos a las limosnas del Santuario de Tepalcingo en Morelos e injerencia en temas políticos vetados por ley a los ministros de culto.
Todo lo anterior, que sin duda no es cosa menor, palidece ante los nuevos nubarrones de tormenta que se ciernen sobre Morelos y que se han desencadenado a raíz de la publicación en medios impresos y electrónicos de una fotografía del Gobernador del Estado Cuauhtémoc Blanco con tres miembros del crimen organizado, más allá de la cuestionable reunión del titular de uno de los poderes del Estado con personas que actúan al margen de la Ley, surge de nueva cuenta un secreto a voces, que hiere a la sociedad morelense en los más profundo de sus valores éticos y cristianos: las componendas entre el clero y la mafia, este escenario que muchos solo quisiéramos ver en las pantallas en la trilogía de “El Padrino” de Francis Ford Coppola parece dar cuenta de que en Morelos la realidad ha superado a la ficción.
En la famosa narcomanta cuyo contenido circula por todo México, el autor de la misma entre improperios y amenazas al Gobernador textualmente cita en alguna de sus líneas: “ …y para muestra acuérdate que la Iglesia nos unió Pendejo,..” lo cual obliga al Obispo a dar una explicación o deslinde, o será acaso que el Obispo no controla a sus párrocos? Algo grave en una institución que se rige por un estricto voto de obediencia, pero sería más grave aun que el Obispo emulando al desprestigiado Girolamo Priggione cuando recibió a los Arellano Felix, intentara mediar entre criminales, extralimitándose a sus funciones como pastor e incurriendo en delitos punibles en la legislación mexicana.
Como si lo anterior no fuera suficiente, y arrojando más gasolina al fuego surge la figura del Párroco Juan Alvarado, hombre de muy dudosa reputación en Morelos, famoso por sus turbias amistades y sonadas francachelas ya sea en las oficinas que tuvo en la calle de Juan Ruíz de Alarcón frente a Catedral o en jardines de la lujosa avenida de Palmira donde nunca faltaron sirenas en la piscina. El Padre Juan a su vez, aunque Usted no lo crea, es un exitoso empresario y promotor de Palenques en Morelos y Guerrero. Inusitadamente el Obispo le ha dado un poder y facultades amplísimos, es prácticamente su mano derecha, el pasado 7 de enero el Vicario de Catedral Tomás Toral, hizo declaraciones reconociendo sin mencionar a Juan Alvarado por su nombre, que esté se encuentra en Argentina y que la polémica imagen del Gobernador con los criminales fue tomada en la sacristía de la Parroquia de Yautepec cuando Alvarado era su párroco.
Al final nos queda una duda y una reflexión: ¿serán El Obispo y su inquieto párroco los árbitros entre Zacualpan y Tepito? Y decía San José María de Escrivá que para evangelizar era necesario ir hasta la misma entrada del infierno, pero en el caso de la Curia Morelense ya pasaron por mucho la puerta principal.