Mucha dicha fuera de la ducha
Al doctor Carlos Castillo Salgado, director del Observatorio de Salud Pública Global de la Universidad John Hopkins, lo decepciona uno de sus prominentes ex alumnos, entre otras razones porque redujo a tristes 475 las ¡26 mil! unidades de monitoreo de pandemias con que contaba México antes de propalarse la devastadora nueva peste.
De cara al desastroso desempeño de Hugo López-Gatell como zar anticovid, el profesor se arrepiente de haber aprobado su doctorado en epidemiología. En altísimo contraste, el presidente López Obrador considera “una dicha” contar con ese funcionario.
Al comentar la denuncia penal por el probable delito de homicidio por omisión (y los demás que resulten) presentada por los deudos de dos víctimas de covid, el mandatario descalificó a los demandantes:
“No sólo es una injusticia, sino una actuación de mala fe, de odio (…). Están obnubilados, es irracional por completo, pero es tanta la descomposición, la inmoralidad de los conservadores (…), producto del rencor, del odio y de la politiquería (…). No sólo son los que denuncian, son los de arriba, y mucha gente que es susceptible de manipulación…”.
Y defendió al acusado:
“Los servicios prestados a la sociedad por el doctor Hugo López-Gatell han sido excepcionales (…). Es una dicha el que contemos, en una circunstancia tan difícil, con un profesional con tanto conocimiento sobre la materia, es de los mejores especialistas en pandemias del mundo. Es una autoridad y es una gente decente, un hombre honesto, un auténtico servidor público (…). Me consta que es un profesional responsable (…). Se le va a dar todo el apoyo jurídico (…), pero también el apoyo político y moral (...). Es la defensa de un compañero…”.
Hace dos años el aludido, conocido también como Doctor Muerte, dejó ver algunos bochornosos detalles que explican la decepción que le causa a su arrepentido mentor en aquella prestigiosa universidad privada:
El 16 de marzo de 2020 Delia Escobar, de UnoTV, preguntó en la mañanera cómo se protegería de covid a López Obrador y a las muchas personas que tratara. Fue entonces cuando López-Gatell dio su preocupante ínfima talla:
AMLO, dijo, “es una persona y, como persona, hay que respetarla igual que a todos, y todos sus derechos de privacidad. Nadie tiene por qué estar acosando al señor licenciado Andrés Manuel López Obrador como persona (sic), esa es su privacidad, aunque sea una figura pública (…). Cuidar al jefe del Estado igual que a otro personal estratégico también es responsabilidad nuestra (…). Afortunadamente goza de buena salud y, aunque pasa de los 60 años, no quiere decir que es de especial riesgo (…). Casi sería mejor que padeciera coronavirus porque lo más probable es que él, como la mayoría de las personas, se va a recuperar espontáneamente y va a quedar inmune…”.
Y se arrastró:
“La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio (…). Entonces, no, no tiene por qué ser la persona que contagie a las masas o al revés…”.
Sí, Chucha, cuánta dicha.
Carlos Marín