La historia y su derecho de admisión
Los hay tan pendejos que encallan en dique seco.
Florestán
El presidente López Obrador hizo ayer la mayor defensa que haya hecho de un integrante de su gobierno, al afirmar que es una dicha contar con el doctor Hugo López-Gatell en la pandemia.
Y aunque no lo comparto, lo entiendo: al final, la historia juzgará su rol ante la peor epidemia de los últimos cien años, no a su segundo.
López-Gatell se ha caracterizado en acompañar más al Presidente de la República que a las víctimas.
De él es aquella afirmación en marzo de 2020 de que en un mes se superaría, o que llegar a 60 mil muertos sería un escenario catastrófico, o que la fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio y la realidad le derrumbó todo: ni se ha superado la pandemia, su escenario estratégico de 60 mil muertes se ha multiplicado por cinco, van más de 300 mil y López Obrador se contagió dos veces en menos de un año
Creo que se equivoca porque, insisto, al final la historia, que es muy celosa en su derecho de admisión, no juzgará al subsecretario, sino al Presidente de la República.
Y defender, como defiende, a López-Gatell, en el tiempo no le dará para salir airoso de su rol ante esta pandemia. Estamos en niveles de muertos nunca pensados, muertos que al final son los que la historia cuenta y cobra.
La historia ignorará a López-Gatell, pero no a López Obrador.
RETALES
1. MENORES. O los científicos de Estados Unidos, la Unión Europea y la OMS están mal o López-Gatell es el del error. Lo digo porque mientras aquellos están por la vacunación de menores a partir de los cinco años, aquí no se ha vacunado a ninguno de menos de 15 por decisión del subsecretario más defendido del presidente López Obrador. Como dijo la vocera de su vocero, el tiempo, (y los muertos) pondrán a cada quién en su lugar;
2. MONREAL. Hoy es un día clave para la vital unidad de Morena en el Senado de la República, donde los duros del movimiento están más lopezobradoristas que López Obrador y amenazan con una división que es lo menos que el Presidente necesita, sobre todo ante sus tres reformas fundamentales: energética y electoral este año y Guardia Nacional el que viene. Quizá es tiempo de una señal presidencial hacia el líder del Senado, o quizá no si se da el rompimiento, del que el principal damnificado será el mismo Presidente, no Monreal; y
3. VOTO. No se puede entender al CIDE sin el Banco de México que fue su principal impulsador en 1974. Por eso tampoco se puede entender que su gobernadora, Victoria Rodríguez, haya ordenado que se abstuviera en su asamblea de asociados, lo que es un voto a favor, para cambiar sus estatutos, pasando por encima del Consejo Académico y de su propia trayectoria. No es la mejor señal para el inicio de una gestión autónoma del Banco de México cuando se sigue línea de gobierno. _
Nos vemos el martes, pero en privado
Joaquín López-Dóriga
@lopezdoriga