Empeño idiota, “eliminar” palabras
Con la peregrina idea de ponerle fin al “sueño neoliberal”, el director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación, Marx Arriaga, reincide en cometer estupideces, ahora promoviendo la eliminación en los libros de texto gratuito de palabras y expresiones que desde su pedestre y sectaria perspectiva envenenan la formación escolar de niñas, niños y jóvenes.
Bajo su mira está proscribir términos y frases tales como: eficiencia, productividad, sociedad del conocimiento, calidad educativa y competencia, para dejar, arguye, una política educativa basada en la comparación del rendimiento, ya que los estudiantes de enseñanza básica se encuentran a merced de un maligno sistema de competencia impulsado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, organismos no gubernamentales y agrupaciones empresariales para medir la calidad y el desempeño educativo.
Por ello se le ocurre “educar de una manera diferente”, en oposición a la “derecha educativa”.
De salirse con la suya, el “sueño neoliberal” del que quiere despertar se volverá una pesadilla colectiva.
Alérgico a los razonables placeres de la vida, este mismo ignorante decía (julio del año pasado en solemne conferencia sobre la formación de docentes lectores normalistas) que la lectura debe ser “emancipadora”, no una simple búsqueda de goce (sinónimos: deleite, gusto, agrado, recreo, diversión, entretenimiento, complacencia, satisfacción).
Cuánta amargura.
Premiado por la administración cuatroteísta porque fue sinodal de la tesis doctoral de la señora Beatriz Gutiérrez Müller cinco años antes de que su pareja se convirtiera en primer mandatario, el marxoide juncionario también ha tenido la impertinente osadía de querer educar a las mujeres a partir de considerarlas tontas.
Cuando (febrero de 2020) cobraba como director general de Bibliotecas, arengó y lambisconeó en Actopan:
“¡Mujeres!, si en verdad buscan emanciparse de sus opresores (¿pues si no de quién o quiénes?), deben modificar este sistema machista que las rodea, no esperen que su libertad llegue como un regalo. Por favor lean aquellos libros (eludió sugerir cuáles); ahí están descritos los caminos para su revolución. Nuestro presidente no las engaña. ¿Quieren cambiar este sistema machista?, necesitan dos cosas. Uno (sic), cultura, lo cual les dará identidad, y dos, educación para desarrollar un pensamiento crítico. ¿Quieren ambas? ¡Asistan a la biblioteca públicaaa…!”.
El estulto atrevimiento quedó exhibido en las redes en donde se balconean mansplainings: neologismo anglófono que se refiere a “explicar” sin tener en cuenta que la persona que está recibiendo la “explicación” sabe más sobre del tema que la que se lo está “explicando”.
Pero bueno, supóngase que borran en los libros escolares las palabras y expresiones que el pobre sujeto considera “neoliberales”.
¿Tendrá otra sesuda propuesta para las mismas que aparecen en la Constitución?
¿Y qué onda con las que figuran en los diccionarios, hijín...?
Carlos Marín