Sapac, bomba de tiempo
A pesar de la promesa de José Luis Urióstegui de que el agua nunca volvería a faltar en las colonias de la capital, el problema de suministro continúa y se acentúa a un mes del inició la nueva administración municipal. Obvio: los inconvenientes en el sistema de agua potable y alcantarillado son enormes y solo se pueden resolver con dinero. La situación en el ayuntamiento es grave desde muchos ángulos y los problemas económicos, jurídicos y sociales pueden en breve agobiar al nuevo gobierno. El alcalde necesita comenzar a resolver entuertos y tiene que ganar tiempo para que la presión no lo rebase.
Hace unos días el centro de Investigación Morelos Rinde Cuentas reveló la existencia de un presunto desvío de más de cien millones de pesos en el Sapac; las administraciones pasadas dejaron al organismo en una situación económica sumamente grave, casi en quiebra técnica, por lo cual es necesario documentar dichas acciones para proceder de manera legal contra los responsables.
Lo dicho por este organismo ciudadano se combina con lo que días antes señaló la misma directora del organismo, Evelia Flores, quien en rueda de prensa y acompañada por el presidente municipal relevó que los adeudos del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado superan los mil millones de pesos.
Nada de lo anterior es nuevo, durante mucho tiempo ha sido secreto a voces que el Sapac se ha manejado como un negocio personal a costa del servicio que presta y por consiguiente, en perjuicio de la ciudadanía. Durante años la dependencia fue la caja chica de los alcaldes y luego el organismo se concesionó de facto a sindicatos y personas de dudosa reputación que en contubernio con Antonio Villalobos, acentuaron la crisis que existe hoy.
La prudencia personal y formación profesional de José Luis Urióstegui lo ha hecho ser cuidadoso del tema: evita hacer juicios anticipados, no se atreve a acusar a nadie, ni da por bueno lo que para todos es evidente: la corrupción. Hace unos días el edil señaló que esperará hasta que se puedan documentar las faltas para actuar “porque no queremos que suceda lo de siempre: se presentan denuncias que no proceden por falta de pruebas”.
Muchas veces la prudencia del abogado se confunde con otra cosa y eso puede ser muy peligroso para su imagen y para su gobierno si el tiempo transcurre sin que tome una medida concreta contra la corrupción o, como ya se ve, se mantiene a la sombra de los hermanos Martínez Terrazas, gobernantes de facto en el municipio. Pero regresemos al Sapac.
Uno de los problemas más serios que vivió la administración pasada fue precisamente por el suministro de agua; los errores que cometió Antonio Villalobos fueron muchos y en todos los aspectos, pero cuando el desabasto de agua se agudizó en la ciudad, todo su castillo de naipes se vino abajo y la estabilidad de su administración se acabó.
Durante varias semanas al final de su mandato las calles de la capital se volvieron el escenario de la inconformidad pública contra el gobierno municipal por la falta de agua; la gente salió de sus casas y comenzó a bloquear calles, a tomar instituciones y a colocar lonas con mensajes en reclamando agua; muchas veces la ciudad quedó sitiada por ciudadanos molestos con el presidente municipal, pero a pesar de la presión y del estrangulamiento de arterias viales nunca obtuvieron respuesta porque Villalobos jamás le importó el reclamo público. Eso sí: las inconformidades ciudadanas se volvieron tendencia nacional y ello acabó con la imagen y carrera política de Antonio Villalobos.
Hoy nuevamente volvemos a ver señales sobre el mismo tema: varias colonias se han quedado sin suministro de agua desde hace dos semanas y la gente comienza a inconformarse; la molestia no ha escalado porque al alcalde Urióstegui todavía le ayuda el bono electoral y tiene la justificación de que es un problema heredado y apenas va llegando. Pero esa excusa no durará mucho porque la falta de agua no es algo que las personas puedan aguantar.
Entendamos que el periodo de estiaje, es decir, la época del año cuando el caudal de agua es menor, aún no comienza; hoy el problema no radica en la escasez del vital líquido, sino en la falta de bombeo porque a varios pozos les han cortado el suministro de energía por impago a la CFE.
La tregua que la comisión federal de electricidad concedió al organismo capitalino no derivó de ningún acuerdo con la administración pasada, fue producto de la intervención directa del gobernador, pero esa pausa solo fue por tres meses que concluyeron con el 2021 y que no fueron utilizados por ninguno de los alcaldes capitalinos (ni Villalobos ni Urióstegui) para negociar con la paraestatal.
La posibilidad de que la nueva administración municipal logre un arreglo con la CFE depende de la oferta económica que el ayuntamiento haga a la dependencia federal o, políticamente hablando, de que el presidente municipal consiga que el director general de la paraestatal les vuelva a dar una mano. Las preguntas son obvias ¿Tiene el Sapac capacidad para hacer una oferta financiera que convenza a la CFE? ¿Puede José Luis Urióstegui llegar hasta Manuel Bartlett y persuadirlo?
El gobierno de la capital enfrenta un escenario sumamente complejo y el del Sapac es solo uno de los varios conflictos que están explotando; la ciudad demanda un trabajo profundo e inmediato en diferentes rubros, la ciudadanía está esperanzada en el nuevo gobierno, pero la paciencia no será mucha si los problemas afectan la calidad de vida de la gente.
En este momento José Luis Urióstegui necesita aliados que le ayuden a sacar adelante la ciudad, no garrapatas que anden pegadas a él todo el día, como los tres regidores chupasangre o los hermanos Martínez Terrazas. Ítem más: el ayuntamiento requiere dinero para atender la operación diaria, pero también para subsanar las fallas cometidas en el pasado reciente. En paralelo el ayuntamiento necesita ganar tiempo frente a la opinión pública y ello derivará de dos cosas: de que combata la corrupción y comunique adecuadamente sus acciones; y hasta ahora no está haciendo ninguna de las dos cosas.
José Luis Urióstegui es un hombre decente y puede ser un buen alcalde, pero es imposible que resuelva solo los problemas de Cuernavaca y le será sumamente complejo hacer buen trabajo con el gabinete que tiene.
La falta de agua en las colonias es un problema muy grave, pero solo uno de los muchos conflictos que tiene la ciudad.
posdata
El duelo en el congreso local es intenso, sin tregua y sin ganadores. Hay dos partes en conflicto: una con once integrantes comandada por los diputados Agustín Alonso y Francisco Sánchez y la otra con ocho elementos, la mayoría femeninos. Un diputado más, Arturo Pérez de Morena, se mueve de acuerdo a como sople el viento y sobre todo, en función de sus intereses económicos personales.
La crisis parlamentaria es evidente e innegable, es un pleito tempranero en donde todos pierden, aunque a algunos les costará mucho más que a otros.
En el lado mayoritario hay un planteamiento equivocado con resultados a la vista; su error principal radica en el timing y en el hecho de apostar todo en el primer asalto, por eso la jugada no les funcionó. Del lado contrario la situación también es mala: las legisladoras carecen de estrategia, de capacidad política y de comunicación; podrían denunciar abusos políticos, inconsistencias legales y hasta agresiones de género, pero ni siquiera eso han sabido hacer.
El G11 está entrampado y sufriendo la carga mayor del desgaste; todo el tiempo que se prolongue la parálisis legislativa va con cargo directo a todos los diputados, especialmente para aquellos que tienen (o tenían) futuro político. En el G8 están arrinconados, sin cabeza, esperando que la controversia del Ejecutivo les ayude, pero aún en ese escenario no resolverán su falta de liderazgo.
El problema fundamental en la legislatura 55 no es que se pelearon, eso ha sucedido siempre en los congresos; el error es haberlo hecho tan temprano.
nota
Los problemas sindicales fueron por muchos años, allá en la década del los setenta, un grave lastre para Morelos; el estigma del sindicalismo abusivo marcó a la tierra de Zapata durante décadas y ahuyentó a múltiples empresas que pensaban asentarse en el estado. Poco a poco con la aparición de líderes diferentes como Tito Barrera, la situación fue cambiando y la imagen de la entidad mejoró. Los sindicatos no deben ser enemigos de las empresas, decía Tito, sino un punto de encuentro y acuerdo entre los patrones y los trabajadores.
Hoy el fantasma del sindicalismo vuelve a aparecer en Morelos en Nissan y en la Universidad de Morelos; en el primer caso con una exigencia superior a lo que marca la ley sin considerar que esto puede provocar el cierre total de la fábrica y en la UAEM con una demanda de aumento salarial y prestaciones fuera de proporción.
El derecho de los trabajadores esta fuera de duda, pero habrá que entender el contexto económico del país y del estado para considerar que hoy la situación laboral es sumamente compleja y las fuentes de empleo deben ser prioridad para todos.
El cierre de la Línea Uno de la armadora japonesa deriva de un problema global por falta de suministros y se combina a la posibilidad que existe desde hace años de que la planta traslade toda su línea de producción a su filial de Aguascalientes, porque allá tienen mejores condiciones para trabajar y un sindicato menos abusivo. Presionar más allá de lo legal no solo es excesivo, también puede ser el elemento que haga que Nissan emigre del estado, con la consecuente pérdida de miles de empleos que genera. Y a eso se está prestando el diputado Agustín Alonso.
En la máxima casa de estudios el tema es parecido: la UAEM vive un momento económico muy complejo desde hace años y la situación se ha acentuado en las semanas recientes porque el congreso no aprobó el paquete económico 2022 y deberá trabajar con el presupuesto del año pasado. El esfuerzo del rector Gustavo Urquiza es admirable porque a la par de equilibrar las finanzas y establecer una estricta política de austeridad, ha mantenido en alto la calidad académica. Las exigencias del sindicato de trabajadores administrativos, entre ellas la formalización del “Teletrabajo”, no solo están fuera de lugar, son abusivas y poco solidarias con la comunidad universitaria.
Como en la década de los setentas hoy algunos sindicatos quieren revivir los abusos y al hacerlo pueden matar la gallina de los huevos de oro.
post it
La semana pasada al presenter su plan de seguridad el alcalde José Luis Urióstegui presumió que la seguridad en Cuernavaca había mejorado, que ya no se registraban delitos de alto impacto y que era evidente que la incidencia delictiva iba a la baja. No presentó datos ni prueba de sus dichos y también olvidó que al momento de declarar lo anterior la capital sumaba ya cinco ejecuciones.
El martes por la noche se registró una nueva agresión con arma de fuego en la capital: una persona perdió la vida y otra más quedo mal herida. Obviamente el abogado se adelantó a echar campanas al vuelo.
Parafraseando a la jefa de la policía capitalina: ¡Me dueles Cuernavaca!
redes sociales
… Y mientras al alcalde José Luis Urióstegui le aparecen nuevas canas de preocupación y su semblante comienza a verse más adusto producto de la presión que representa gobernar, su antecesor se pasea tranquilo por la ciudad, presume sus lujos y reitera que nada le va a pasar, porque el pacto está vigente.
Again: ¡Me dueles Cuernavaca!
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