Autorretrato del rufián Cuitláhuac
Si no por la sola facha ni su pedestre modo de hablar, el gobernador de Veracruz delata su baja estofa cuando, como lo hizo antier con una reportera, se exhibe intolerante, bravucón, igualado, retador y majadero.
Inspirado en las frecuentes descalificaciones presidenciales al periodismo y sus oficiantes, Cuitláhuac García se muestra como es: un barbaján que abusa del poder, que ejerce violencia de género y que es un cacique vil.
A Sarah Landa, del portal Meganoticias, le corresponde el agridulce y masoquista mérito de haber destapado el drenaje psico-psiquiátrico de este machuchón, el peor de los gobernadores en el país y, paradójicamente, el más apapachado y respaldado por el presidente López Obrador.
Contrariado por una pregunta sobre su “delito” de ultrajes a la autoridad con el que ha metido a la cárcel a más de un millar de probables inocentes, manoteando y burlón ofendió a la periodista con vomitivas réplicas:
“…Te pregunto, y ‘no, pues no sé, dicen las redes…’. ¿En dónde está la seriedad periodística? ¡A ver, dime, dime quiénes…!”.
—No le puedo dar nombres al respecto, pero…
“¡Ah, bueno, ¡entonces no digas!”.
—Hay abogados que han mencionado que hay detenidos…
“A ver, ‘hay detenidos’ delincuentes. Tú abogas por ellos”.
—No…
“Me estás diciendo ‘abogados’. ¡Dime los nombres! ¿Cuáles? ¡Los que están defendiendo a los delincuentes!”.
(Ignora el derecho a la defensa de probables delincuentes)
—No lo sé, no podría decirle, nada más le pregunto.
“¡Ve qué papel estás jugando como medio! Y esto la sociedad lo tiene que saber”.
—Solo le estoy preguntando, gobernador, con todo respeto.
“Con todo respeto digo que la sociedad debe darse cuenta qué papel juega un medio. Porque informas a la sociedad, ¿o no?”.
—Por eso le pregunto (…). Le pregunto las dudas que hay…
Templanza ejemplar la de Sarah, quien tuvo la decencia de no mandar al carajo a su agresor y fue cuidadosa en su trato de “usted”, pese a que el malandrín la tuteaba y regañaba.
“Por eso te pregunto a ti: cuando me preguntes ‘ah, el abogado fulano dice que’. Te pregunto: ¿qué abogado?”.
—Las barras de abogados en general en Veracruz se han pronunciado en contra de este delito.
“¿Qué barras de abogados?”.
—En general del estado, gobernador
“¿Cuáles?”.
—Todas.
“¡Ah! ¿Todas?”.
—En su mayoría…
“No hay que mentir. Yo sé de una barra de abogados que dijo que el delito de ultrajes es correcto. ¿Te sostienes en que todas?”.
—La mayoría, gobernador.
“¡Ah, ya mentiste cuando dijistes ‘todas’, y lo dijistes: ‘todas…’!”.
—Yo no mentí…
“¡Ah!, ¿no mentiste? A ver, regresa el audio y la grabación cuando dijo que todas (…). Tú acabas de decir ‘todas las barras de abogados’. Repito, te pregunto: ¿todas?”.
—En su mayoría…
“¡Ah, ya cambiaste! ‘En su mayoría’. Bueno, ahora te pregunto, ¿cuáles…?”.
Y por ahí siguió el cobarde, eludiendo responder una inquietud periodística y desnudando tanto su miserable condición humana como su táctica para denigrar a la reportera, al periodismo y a la libertad…
Carlos Marín