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EN TERCERA PERSONA

Las minas antipersonales de Aguililla

La lucha que sostienen en Aguililla, Michoacán, el Cártel Jalisco Nueva Generación y Cárteles Unidos, expulsó de sus tierras a los agricultores: algunos de ellos no habían vuelto a sus parcelas durante casi dos años.

Un campesino de 78 años de edad decidió volver el pasado sábado. Al caminar por las inmediaciones de El Aguaje pisó el detonador de una mina antipersonal, que lo despedazó al instante.

Apenas tres días atrás el Ejército mexicano había logrado tomar el control del municipio, del que es oriundo el líder del Cártel Jalisco, Nemesio Oceguera, conocido como El Mencho, y en el que esta organización criminal había sembrado el terror desde 2019.

El hijo del agricultor resultó gravemente herido.

Era el 12 de febrero.

El 31 de enero, soldados de la 43 Zona Militar recorrían los límites de Tepalcatepec y Coalcomán. En las cercanías de Loma Blanca, el camión blindado en que viajaban activó otra mina.

El vehículo sufrió “pérdida total”.

Cuatro militares resultaron heridos, entre ellos el conductor, al que se reportó como “muy grave” y sufrió lesiones en la columna vertebral y en una pierna.

En esa misma zona los militares habían sido atacados unos días antes por hombres a bordo de vehículos blindados con siglas del CJNG.

Los habitantes de la región apuntaron que el Cártel Jalisco había sembrado minas “en todos lados”.

De acuerdo con reportes de la prensa local, al menos una docena de estas fueron detectadas por un escuadrón antibombas de la Sedena en caminos, parcelas y rancherías de El Bejuco, El Naranjo, Carapuato y El Cansangue.

Hace ocho años, un informe de la PGR reveló que los Zetas y el Cártel del Golfo, entre otros grupos criminales, habían obtenido minas antipersonales Claymore M18A1 que en la década de los 80 y 90 Estados Unidos vendió al gobierno de El Salvador para que este combatiera la guerrilla.

Se trataba de artefactos que podían ser activados a control remoto y que contenían 680 gramos del poderoso explosivo conocido como C-4.

La PGR había logrado asegurar 18 minas en estados como Tamaulipas, Michoacán, Nayarit y Zacatecas. Algunas otras aparecieron en estados del sur, como Chiapas y Tabasco.

No hay noticia de que ninguna Claymore, cuyo estallido lanza esferas de metal, hubiera sido activada.

Hoy se reporta en Aguililla, por primera vez, la muerte de un civil a consecuencia del estallido de una mina antipersonal.

En la zona en cuestión, el Cártel Jalisco ha hecho alarde de un arsenal compuesto por armas de alto poder, por “monstruos” blindados e incluso por drones cargados de dinamita.

Desde septiembre de 2019, familias de Aguililla comenzaron a abandonar sus hogares a resultas de la lucha entre Cárteles Unidos y el CJNG. En ese tiempo se difundió que Nemesio Oceguera, El Mencho, había decidido tomar posesión del municipio que lo vio nacer —y que se hallaba, a la sazón, controlado por Los Viagras.

Las carreteras se llenaron de vehículos quemados. Decenas de rancherías fueron abandonadas y saqueadas. Las poblaciones se llenaron de casas acribilladas por las balas. Las carreteras fueron cortadas por zanjas cuyo fin era impedir el paso de los rivales.

La población tuvo dificultades para obtener, incluso, los artículos más básicos, o para tener acceso a atención médica.

Cuando la violencia se extendió a Coalcomán, el padre Jorge Luis Martínez escribió: “La gente vive en la incertidumbre por la violencia, quema de carros, bloqueos de carreteras, asesinatos por todas partes, exiliados forzados”.

Los grupos criminales en pugna recurrieron a tácticas de tierra quemada.

Fueron más de dos años de horror. A mediados del año pasado, todo vestigio de vida desaparecía de Coalcomán después de las ocho de la noche.

La entrada del Ejército apaciguó durante algunos días la violencia que reinaba en la región. Hasta que estallaron las primeras minas. Hoy el miedo está de vuelta.

Ámbito: 
Nacional