El negocio de la tragedia
Destinaron miles de millones para los damnificados por el sismo. ¿Donde quedó el dinero?
El sismo del 2017 cambió en todos los sentidos la imagen de Morelos, el terremoto dañó sensiblemente la infraestructura en muchas partes del territorio, destruyó casi la totalidad de los templos católicos, estropeó parcial o totalmente las viviendas de miles de familias en varios municipios y cambió el estatus del estado a zona sísmica. Pero la tragedia también sirvió para que el exgobernador Graco Ramírez y un grupo de rufianes lucraran con el dolor de la gente e hicieran de la reconstrucción un negocio multimillonario. Hoy la ESAF lo confirma.
Las declaraciones que hace unos días dio la titular de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización confirmó lo que ya sabíamos: el programa de reconstrucción fue el negocio del sexenio. Al crear al fondo Unidos por Morelos Graco Ramírez dijo públicamente que se canalizarían a él, inicialmente, más de 4 mil millones de pesos de diferentes rubros, entre ellos del Morebus, uno de los programas estelares de su administración. Al final de su sexenio el mandatario presumió que los recursos destinados al apoyo de las familias afectadas superaban los 7 mil millones de pesos.
La devastación que causó el movimiento telúrico del 2017 es visible hasta hoy, en la zona cero aún es posible observar viviendas derruidas, edificios dañados y cientos de personas que aún viven en malas condiciones porque perdieron sus viviendas. Gran parte de la infraestructura urbana en varios municipios quedo dañada, sin contar con que el patrimonio histórico y cultural continúa afectado hasta el día de hoy.
El terremoto de ese año fue distinto a cualquier otro que hubiéramos padecido en el pasado; porque por primera vez en la historia Morelos fue epicentro de un cataclismo de este tipo que se sintió con intensidad en la Ciudad de México, en Puebla y en Guerrero.
Aquel fatídico 19 de septiembre el gobernador Graco Ramírez no estaba en el estado, se encontraba en uno de sus muchos viajes de autopromoción en busca de la candidatura a la presidencia de la república; su primer mensaje al pueblo tras la tragedia se dio de manera remota dos horas después de los hechos, al lado de un avión privado, diciendo que todo estaba bien y que no se reportaban daños mayores ni víctimas que lamentar. El presidente Enrique Peña Nieto, por cierto, también se encontraba fuera de la capital al momento del sismo, viajaba a Oaxaca y al enterarse ordenó al piloto que regresara de inmediato a la capital; fue en ese viaje cuando surgió la anécdota de “llegaremos en un minuto, no menos, en cinco”.
La gravedad de lo ocurrido obligó a los tres niveles de gobierno a poner en marcha de manera inmediata un plan de emergencia y posteriormente a destinar toda la ayuda posible a los afectados; en la sociedad volvió a aparecer la solidaridad y miles de personas acudieron voluntariamente a ayudar a rescatar personas de entre los escombros y a entregar alimentos, medicinas y agua. La solidaridad del pueblo mexicano fue reconocida a nivel mundial y contrastó con la rapiña del gobierno de Graco Ramírez.
Fue tan severo el daño que dejó el sismo en Morelos que el gobierno federal canalizó millones de pesos del Fondo Nacional de Desastres; fue en ese momento cuando en la administración estatal nació la idea de crear un fideicomiso especial que concentraría dinero de varios lados para ayudar a los damnificados. Así se creó el programa Unidos por Morelos, cuyos titulares fueron Sergio Beltrán Toto y Alexis Ayala.
La tardía y abusiva actuación del gobierno estatal frente a la tragedia fue interpretada por Graco Ramírez como una “campaña de odio” en su contra; en redes sociales se creó el hastag #RoboComoGraco en alusión a las miles de denuncias públicas que surgieron contra el gobierno estatal por requisar el apoyo humanitario y de manera particular en contra de la familia gobernante; Graco Ramírez, Elena Cepeda y Rodrigo Gayosso, fueron señalados por lucrar con los apoyos que la ciudadanía mandaba a los afectados.
En medio de la polémica el delegado de la Cruz Roja en Morelos José Esparza Saucedo salió en defensa de Graco Ramírez: en un acto formal, flanqueado por el gobernador, el fiscal y el comisionado de seguridad, José Esparza tuvo el pésimo gusto de contar un chiste: “Estos eran dos árabes, uno de ellos hablaba todo el tiempo de su camello: tengo un camello que casi no toma agua, que jala a todos los camellos, que trabaja mucho… y tanto le decía este árabe al otro de su camello que llegó el momento que su compañero le dijo: Oye, yo querer comprar tu camello. Después de mucho insistir finalmente le vendió el camello, pero pasado un mes el amigo regresó y le reclamó: Tu camello es flojo, no le deja agua a los demás, bebe toda el agua del mundo… Y el otro le respondió: Si tú hablas mal del camello no venderás el camello”. ¿Cuál es el sentido de esto? dijo el imbécil delegado Esparza en su intento de defender las raterías del gobernador “tenemos que hablar bien de Morelos”.
El manejo de la tragedia por parte de la administración de Graco Ramírez fue tan malo que mató su carrera política, las críticas al gobierno de Morelos empezaron en las redes sociales, pero al final estaban en todos lados; el propio presidente de México fue testigo del repudio público al tabasqueño y de como múltiples organizaciones públicas y privadas, nacionales y extranjeras describieron a Graco Ramírez como ejemplo de ineficiencia, insensibilidad y corrupción.
El fondo Unidos por Morelos refleja de cuerpo completo lo que fue el graquismo frente a la tragedia: hasta el día de hoy nadie sabe en donde quedaron los miles (¡miles!) de millones de pesos que el gobierno estatal desembolsó para ayudar a los damnificados por el sismo. Cinco años después de la tragedia, con una administración diferente, la situación no se ha aclarado, ni las preguntas se han respondido; ahora que la titular de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización América López ha hecho oficial el mal manejo o desvío de al menos 1 mil 300 millones de pesos, corresponde al congreso actuar en consecuencia.
Los actos de corrupción cometidos en dicho fondo no son cosa menor, además de que hablamos del robo más grande del sexenio y el mayor en la historia de Morelos, se trata de dinero que debió llegar a familias en desgracia, recursos que pudieron ayudar a miles de personas que sufrieron daños patrimoniales y en muchos casos la pérdida de vidas humanas.
Mientras en los otros estados afectados por el terremoto el dinero para la reconstrucción es visible y llegó a quien estaba destinado, en Morelos los miles de millones no se ven por ningún lado. Cualquiera que acuda a las zonas afectadas o pregunte a los damnificados podrá constatar que el recurso desapareció y que los únicos apoyos que llegaron a la gente provinieron de fundaciones privadas y empresas que humanitariamente entraron al rescate de la gente.
Hoy que de nueva cuenta ha salido a la luz el robo millonario cometido en el fondo Unidos por Morelos corresponde a los diputados, responsables formales de publicar las observaciones de la ESAF, dar paso a una actuación legal que sancione a los responsables de este enorme acto de corrupción. No hay excusa para no hacerlo.
Evadir su responsabilidad en este tema no solo representaría un acto de complicidad y corrupción, también sería una absoluta falta de humanidad.
Robar es malo. Robarles a los damnificados es imperdonable.
posdata
El debate de la semana ha girado en torno a la declaración que hizo América López, titular de la ESAF, en el sentido de que al concluir la revisión al manejo de los recursos para la construcción encontraron anomalías y/o inconsistencias por más de 1 mil 300 millones de pesos.
La auditora señaló que el reporte final de la revisión había sido entregado a la comisión de hacienda y que ahora correspondía a su titular, el diputado Agustín Alonso, turnarlo al pleno. “…para que den respuesta a los morelenses que quieren saber en qué se utilizaron todos recursos destinados a ese fondo”.
El punto fino de esta declaración radica en que el coordinador operativo de este fondo fue Alexis Ayala, en algún momento secretario particular de Graco Ramírez y actualmente suplente y colaborador cercano de Agustín Alonso. Luego de difundirse la declaración de la auditora Alexis Ayala fijó una posición a través de su cuenta de Facebook: “Las embestidas políticas se combaten siempre de frente y con la verdad. ¡Ánimo compañeros! La verdad nos hará libres, Si Dios está con nosotros ¿Quién estará en contra? Agradezco todas las muestras de cariño, afecto y aprecio. Esto nos fortalece. Sigamos avanzando.”
El debate por las declaraciones hechas por América López gira en torno a una sola premisa ¿Se desvió o no se desvió el dinero de la reconstrucción?
La Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización considera que sí, que el quebranto es superior a los 1 mil 300 millones de pesos y ameritaría que los responsables de su manejo, empezando por el coordinador operativo sean sancionados. Alexis Ayala afirma lo contrario, defiende en redes sociales su honestidad y asume que se trata de un ataque político.
La solución a este dilema es simple: que las conclusiones se la auditoría se lleve al pleno, que los responsables solventen las observaciones y que se aclare lo que ocurrió con el dinero de la reconstrucción.
Parafraseando la defensa del acusado: “El que nada debe nada teme”
nota
Detrás de la investigación formal de la ESAF está lo que se ha escuchado, visto, rumorado y percibido en los pasillos de poder:
Alexis Ayala fue el coordinador operativo del programa Unidos por Morelos, pero no era él quien decidía y manejaba los recursos del fondo, sino Sergio Beltrán Toto, hombre cercanísimo al gobernador Graco Ramírez y operador de Rodrigo Gayosso.
Al joven Alexis Ayala lo pusieron al frente para que diera la cara porque se trataba de un muchacho sin mucha experiencia ni malicia, pero sobre todo porque no tenía la mala fama ni los señalamientos de Beltrán Toto; el error de Alexis fue prestarse al juego.
Varias veces se escuchó que utilizar la reconstrucción para llevarse muchos millones de pesos fue una idea presentada por el gobernador Graco Ramírez, pero concebida por Elena Cepeda y Rodrigo Gayosso. De ahí saldría el dinero para la campaña del hijastro y desde ahí se apostaría por el refrendo de la familia en la gubernatura.
El problema fue que la ambición económica de todos los participantes de este plan fue mayor a su interés político y muy rápido comenzaron a abusar de los recursos, a actuar de manera descuidada y a pasar por alto las reglas que ellos mismos hicieron. Fue tal la codicia que hubo que a pesar de que había mucho dinero para los damnificados, fue muy poca la ayuda que realmente llegó a la gente.
El plan de reconstrucción fue un fracaso y el programa Unidos por Morelos en lugar de proyectar al gobierno de Graco Ramírez lo hundió; pasada la elección y con la derrota a cuestas, cuentan, hubo serias discusiones dentro y fuera de la familia gubernamental, Rodrigo Gayosso mandó a volar a su familia y dejó colgados a quienes durante el sexenio le sirvieron de operadores y prestanombres. ¡Yo no firmé nada y no me pueden probar nada! dijo a quienes cotidianamente le reportaban las ganancias de los negocios.
Hoy Alexis Ayala enfrenta un momento crítico que fácilmente lo puede rebasar y hundir; queda claro que él fue el responsable del dinero, pero para muchos es claro que no fue él quien se llevó la mayor tajada del pastel. Será el propio Alexis quien decida si enfrenta este reto solo y asume totalmente las consecuencias o denuncia a quienes verdaderamente se robaron el dinero de la reconstrucción.
Sergio Beltrán Toto, quien antes de participar en el gobierno de Graco Ramírez tenía una vida modesta, se convirtió en unos años en un hombre millonario, afecto a viajar por el mundo, poseedor de varias y grandes propiedades en el estado, en Quintana Roo y en algunos lugares del extranjero. El enriquecimiento de Sergio Beltrán Toto, rumoran, es ilícito y totalmente explicable.
Otro multimillonario del sexenio es Rodrigo Gayosso, hoy alejado de Morelos, enfrentado con todos los miembros de su familia y recluido en su mansión en un club de golf en la zona metropolitana del país; la derrota electoral no solo acabó con su carrera política, también lo sumió en una profunda depresión que lo llevó a pelearse con todos los que en el pasado fueron sus amigos. Eso sí, como lo repite por todos lados: nada le pueden probar porque nunca firmó nada.
Lo que acusa la ESAF no es cosa menor, ni algo que pueda contenerse indefinidamente. Alexis Ayala tendrá que decidir si se come el problema solo o reparte la responsabilidad con los verdaderos ladrones.
Y debe hacerlo rápido, antes de que sea tarde.
post it
El pleito legislativo no cesa y no hay ganadores, todos pierden.
redes sociales
El problema no son las acusaciones en redes sociales, sino las acciones legales que entable una institución en contra de una persona.
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