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EN TERCERA PERSONA

Otra historia de acoso

Una tarde de domingo, el reportero Jorge Martínez Cordero supo que un adolescente de 14 años había sido apuñalado en la carretera Los Reyes-Zula, en el municipio de Temamatla, Estado de México.

En el vehículo del diario en el que labora, “Amaqueme”, una publicación que circula en diversos municipios al oriente del Edomex –Chalco, Valle de Chalco, Amecameca, Ixtapaluca, Ozumba, Tlalmanalco y Tenango del Aire, entre otros–, Martínez Cordero se dirigió a buscar el sitio en el que el ataque había ocurrido.

La versión que el periodista recogió entre los vecinos indicaba que, al pasar el muchacho por la comunidad de Los Reyes-Acatlixhuayan, un hombre le salió al paso, lo atacó con un arma blanca, provocándole más de ocho lesiones, y lo dejó tendido sobre la carpeta asfáltica.

El herido presentaba lesiones diversas en el pecho, el brazo, el abdomen y el cuello. Se desconocían los motivos del ataque, así como la identidad del agresor.

Martínez obtuvo el teléfono de los familiares de la víctima. La madre del adolescente aceptó conversar con él, pero luego cambió de opinión. Según dijo, autoridades policiacas le habían recomendado no hablar con los medios.

El periodista insistió, se dirigió al domicilio de la mujer para intentar saber por qué un adolescente de 14 años había sido atacado con tanta saña.

Le cerraron la puerta de mal modo. Martínez regresó a su auto. Lo puso en marcha.

Unos instantes después recibió un mensaje de un colega. Decía más o menos lo siguiente: “¡Salte de ahí porque te andan buscando! Van a darte un ‘levantón’. ¡Salte del municipio ya!”.

Martínez llevaba nueve años en “Amaqueme”, cubriendo casos de nota roja y denuncias ciudadanas que habían incomodado varias veces al alcalde Juan Martín Orozpe Pérez, así como al comisario de seguridad, Luis Mario Cabello Ortiz.

Los vecinos solían buscarlo para trasmitirle todo tipo de denuncias. Quejas sobre obras públicas que se habían prometido y no se habían realizado –o que simplemente habían resultado un fiasco.

Muchas veces, al realizar sus coberturas, patrullas municipales se acercaban a mirar qué estaba haciendo.

No les gustaba Martínez a los señores del municipio.

Él lo sabía, pero nunca antes le había ocurrido algo como esto.

Salió de Temamatla derrapando llantas.

Martínez relata que más tarde oyó el audio, grabado por colegas directamente de la frecuencia policiaca, en el que se ordenaba buscarlo “y darme una calentada para que dejara de molestar”.

“Sentí que tenía prohibido volver a entrar al municipio”, cuenta el periodista.

Llamó a Artículo 19 y presentó una denuncia en las oficinas del Mecanismo de Protección de Periodistas. En Artículo 19 escucharon su caso y nunca más lo volvieron a buscar. A través del Mecanismo le llamaron comandantes de algunos municipios para ponerse a sus órdenes. Le dieron protección durante 60 días: consistía en enviar una patrulla a los municipios en los que él estaba trabajando.

Una noche, al caminar hacia el sitio en que aborda un autobús del servicio público para dirigirse a su casa, dos sujetos en moto se le acercaron:

–¿Eres el de “Amaqueme”? Pues ten cuidado, cabrón.

Todo cambió para él. “Comencé a trabajar preocupado, presionado”. Cada que los vecinos de Temamatla lo buscaban para compartirle información o hacer una denuncia ciudadana, tenían que ir a esperarlo a los límites del municipio, y acompañarlo al sitio de la cobertura.

“Iban por mí a la entrada, y me llevaban a la salida de Temamatla, algunas veces en medio del hostigamiento de la policía municipal, que comenzaba a seguirnos y se acercaba a ver qué estábamos haciendo”, relata Martínez.

Varias noches, el periodista optó por quedarse a dormir en alguna posada cercana, porque tenía la sensación de que al regresar a su casa podría poner en riesgo a su familia.

Aquel gobierno salió en diciembre de 2021. Durante más de dos años, Jorge Martínez Cordero había seguido haciendo su trabajo sin que nadie lo volteara a ver. Como afirma la periodista Yohali Reséndiz, era necesario que lo “levantaran” o lo asesinaran para que todos nos indignáramos.

Una historia más en el país en el que los periodistas viven acosados por el poder, desde la tribuna más alta hasta el peldaño más bajo de la escalera.

Ámbito: 
Nacional