El lector Joaquín Almeida me cuenta que su papá, “refugiado español, me platicó que en la Guerra Civil recibió la orden de ir a un puerto en el norte de España, a recibir un barco cargado de garbanzos que les enviaba México. Lo raro fue que los garbanzos venían en cajas de madera. Abrieron una y no eran garbanzos, sino fusiles fabricados en Bélgica. El barco los había cargado nuevos, directo del fabricante: se dirigió al Atlántico y dio media vuelta rumbo a España. Por el hambre, era una lástima que no fueran garbanzos, pero qué alegría fue recibir las armas. Ese sí era otro México…”.
El recordatorio (ayer aquí) del resuelto respaldo con materiales militares del gobierno de Lázaro Cárdenas del Río a la República española generó también peticiones de ahondar en lo variado y recurrente que fue aquel apoyo y explicar lo elástico de la política mexicana de “no intervención” que ahora se aplica al gobierno de Crimea.
En los años 30, el acuerdo de aparente “neutralidad” fue impulsado por nueve naciones europeas en la Sociedad de Naciones (antecedente de la Organización de las Naciones Unidas), y al cuestionable compromiso México se adhirió… sin dejar de surtir armas, proyectiles y equipos de combate (aviones incluidos) para las milicias antifranquistas y sus brigadas internacionales.
“La determinación del gobierno mexicano de vender armamento cuando todos los demás países rehusaban hacerlo también puede considerarse una política diseñada para fijar un precedente moral digno de ser imitado por otros países. Sin embargo, la administración de Cárdenas fracasó rotundamente en este cometido. A pesar de las diversas peticiones que realizó su gobierno en foros internacionales a través de sus emisarios, ningún otro país, salvo la Unión Soviética, que ya lo hacía, mostró disposición de vender armas a la República, por lo menos no de forma abierta”, comenta el citado historiador Mario Ojeda Revah en su libro México y la guerra civil española (Editorial Turner).
“El gesto más arriesgado y comprometido del gobierno de Lázaro Cárdenas en ayuda de la Segunda República española fue suministrarle armas en un momento en que todos los demás países se negaban a hacerlo. El Reino Unido rehusó expedir licencias para la venta de una cantidad no especificada de rifles, ametralladoras y munición a México por temor a que fuera reenviada a España”, explica.
De acuerdo con su minuciosa investigación, la información sobre el volumen de la ayuda militar de México de 1936 a mediados de 1937 “es variable y confusa”, y el monto económico, cuando la conversión era de 3.60 pesos por dólar, varía de dos a dos millones 225 mil dólares, pero hubo cargamentos adicionales de septiembre de 1937 a “octubre o noviembre” de 1938.
Ocho décadas después, ayer, The Kyiv Independent afirma que entre los primeros extranjeros de la Legión Internacional (voluntarios del ejército ucraniano que combaten a las afueras de Kiev), hay lituanos, suecos y, como en la España de aquel entonces, mexicanos...