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SERPIENTES Y ESCALERAS

La maldita realidad, como la primavera de Yuri, insisten en llevarle la contra al gobernador. El perredista afirma que vamos bien, que en el estado hay paz y la gente está feliz y contenta con su gobierno, ¡Hasta creó el hastag #VenACuerna! A pesar de ello la cotidianidad se opone, los hechos violentos y los secuestros siguen ocurriendo. Obvio: ni Obama tiene una ciudad segura.

 

La realidad insiste en ir en contra del discurso del gobernador Graco Ramírez. La terquedad de entorno que se vive en Morelos no acata las disposiciones oficiales ni se apega a los dichos que insistentemente repite el mandatario perredista. “Morelos es un estado seguro… hemos reducido sustancialmente los índices delictivos… erradicamos los delitos de alto impacto”, así lo dice insistentemente el tabasqueño. Pero los hechos de violencia se presentan todos los días y en todos lados. Morelos no es el estado seguro que presume Graco en su campaña.

La estrategia de seguridad en Morelos fracasó; es imposible afirmar lo contrario frente a las cifras que rodean la entidad: somos el segundo lugar en secuestros, el primero en extorsiones, el tercero en homicidios dolosos y el penúltimo en el índice nacional de paz.

Graco discute agriamente en el programa de Ciro Gómez Leyva: “¿¡Ah las cifras eran buenas antes!? ¡nombre, no había cifras!... ¡Ahora resulta que Sergio Estrada fue mejor que yo!... También las cifras que yo tengo son de reducción al delito: de alto impacto 23% y 82% en secuestro, y son cifras también del secretariado… ¡Es un debate falso, quieren comparar lo que no había transparencia con lo que hay transparencia ahora!... Están en la cárcel los jefes de policía de Estrada y Marco Adame… se han ido a la cárcel más delincuentes que ahora… (a Ciro Gómez) Tu amigo echa para atrás todos nuestros datos porque los compara con Estrada Cajigal… no importa lo que digan las cifras, la gente se siente segura y confía en mi”. El gobernador se escucha furioso y se ve desencajado; se queda sin argumentos.

El problema en Morelos es de estrategia, pero sobre todo de actitud. En cuatro años de gobierno los resultados no son buenos en materia de seguridad: la violencia aumenta, los delitos siguen y la gente piensa que hoy estamos peor que antes. A Carrillo Olea se le juzgó por la colusión de su policía con los grupos de secuestradores, a Sergio Estrada y Marco Adame se les señaló por presuntamente brindar protección al crimen organizado y su omisión en la lucha contra los grupos delictivos.

A Graco le critican por la falta de resultados, por la imparable ola de violencia, por el estado de terror que se vive en varias regiones del estado, incluyendo algunos puntos de la zona metropolitana y porque varios policías en activo han sido señalados de torturadores, de planear asesinatos, de proteger a narcotraficantes y han sido detenidos en flagrancia; son los mismos argumentos que utilizó el perredista contra los tres ex gobernadores anteriores.

Pareciera que la millonaria inversión realizada en materia de seguridad sólo ha servido para abultar las bolsas de quienes recibieron los contratos institucionales, pero no para recuperar la tranquilidad de nuestra entidad. Los delitos se siguen cometiendo, pero las cámaras de seguridad nunca funcionan; tenemos el centro de inteligencia (C5) más costoso y moderno del país, pero se maneja con torpeza o con perversidad.

El problema de fondo es de actitud. Graco Ramírez es un hombre obstinado que no acepta que nadie le lleve la contra, en la mente del tabasqueño no hay más verdad que la suya, no hay más razones que las que él expone ni existe la más mínima posibilidad de que acepte una equivocación. En lo que va de su gobierno más de 3 mil 800 personas han sido asesinadas de forma violenta, hay registro de más de 400 secuestros, en el último año se han cometido 73 feminicidios y son incontables los casos de extorsiones y robos en las calles y las casas. Nada de eso entra en la mente de perredista.

Para Graco Ramírez es más fácil mentir que aceptar la realidad, le resulta más cómodo ocultarse detrás de una serie de excusas que atender los reclamos ciudadanos y admitir que las cosas no marchan bien en su administración. Es un problema de actitud, de personalidad y hasta mental: Graco es un sujeto terco, rencoroso, obsesivo y a la vista de sus actitudes, con serios problemas en la cabeza.

En la lógica graquiana las cosas se acomodan a las necesidades del jefe: cuando las cifras convienen, el gobierno las destaca, las presume como signo de triunfo y las multiplica por todos lados; pero cuando los datos muestran lo contrario el discurso cambia radicalmente: las estadísticas mienten, los datos no son ciertos, lo que importa es lo que la gente piensa y la gente de Morelos confía en mi, dice Graco.

En este vaivén de ocurrencias Morelos enfrenta el peor momento de su historia: vivimos una especie de guerrilla entre grupos delictivos que ha cobrado vidas inocentes en su lucha; la violencia está presente en todos lados, se registra en el oriente de Morelos, donde algunos municipios (Ayala) decidieron cerrar sus accesos a cierta hora del día y emitir un toque de queda por la noche, pero también hay terror en la zona metropolitana: colonias como Alta Vista, La Barona, La Lagunilla o La Carolina se han convertido en tierra sin ley donde la gente habla en voz baja, se resguarda desde temprano en sus viviendas y hasta algunas escuelas (La Prepa Dos) decidieron cancelar la matricula vespertina por el riesgo que representa para los alumnos salir de noche.

De todo ello se da cuenta en algunos medios de comunicación (excepto los color de rosa), en las redes sociales y en las charlas de muchas mesas. Basta involucrarse un poco en el ambiente cotidiano de la ciudad o de sus municipios para entender que hay lugares prohibidos, regiones donde la policía no entra y el control de las cosas lo tienen los grupos delictivos. El mismo secretario de gobierno lo ha confirmado: algunos alcaldes tienen que pagar derecho piso.

El Morelos Seguro que presume Graco en su campaña presidencial es falso. Lo único seguro que hay en Morelos es la postura indolente de las autoridades y el fracaso de la estrategia de seguridad. Las cifras muestran que vamos mal, detallan los problemas en todos los rubros y se exponen de forma cruda en los reportes cotidianos del gobierno de la república y de las instituciones privadas; también la percepción es terrible: la gente tiene miedo y lo expresa. Graco evade las estadísticas con un discurso social “Pregúntenle a la gente, la gente confía en mi”, pero a cualquiera que se le pregunte sobre el tema responderá que el panorama es peor que antes: si las cifras son malas, la percepción es aún peor.

El gobernador se niega a aceptar la realidad, rechaza cualquier crítica y se oculta en un discurso triunfalista que construye en su mente y replica en todos lados, pero choca con la realidad. Es imposible que las cosas mejoren en la entidad porque quien toma las decisiones y debe corregir el rumbo está convencido que estamos bien.

Si el gobierno no actúa diferente, corrige fallas y su titular no modifica su actitud, el único camino que queda es la resistencia social. No importa cuantos muertos y cuanto dolor cause la delincuencia a nuestro estado, eso a Graco no le importa.

Mientras el gobernador siga convencido de que todo a su alrededor es perfecto, el caos seguirá en Morelos.

  • posdata

El escenario para Cuauhtémoc Blanco se ha descompuesto rápidamente. Sus ausencias, su ignorancia sobre la administración pública y el limitado equipo que le acompaña es sólo una parte de los conflictos que enfrenta el futbolista.

Gobernar no es sólo un asunto de fe o de buena voluntad, para sacar adelante una ciudad tan compleja como Cuernavaca se requiere de mucho más que tres frases (confíen en mi, no les voy a fallar, no soy corrupto) y la fama de un hombre que fue grande en la cancha pero es pequeño en la ciudad.

Los riesgos en los que se ha metido Blanco Bravo y José Manuel Sanz son enormes y van más allá de los conflictos capitalinos. La lucha de poder que libran es muy delicada, porque las partes en conflicto fueron aliados, cómplices y se conocen muy bien unos y otros.

El discurso de Cuauhtémoc Blanco es simple: soy ciudadano y soy honesto, no soy político ni soy corrupto; los políticos me atacan y no me quieren, porque les resulto incómodo.

El mensaje es básico, como básica es también la personalidad del americanista. El problema es que el ex futbolista está en una cancha diferente, enfrenta a rivales que no conoce y compartió los vestidores con quienes hoy son sus enemigos.

Peor: su representante libra una controversia legal que tendrá consecuencias mayores; las consecuencias de sus actos van más allá de su responsabilidad en el ayuntamiento de Cuernavaca.

El tema de la nacionalidad de José Manuel Sanz no es un asunto sencillo, dicen que el representante futbolístico tiene tres pasaportes (un español, un mexicano y un americano) y ello tiene repercusiones legales en los tres países. El viernes pasado la cancillería solicitó formalmente a los otros dos gobiernos información sobre el hombre fuerte de Cuauhtémoc Blanco.

Pero esa es sólo una parte de la historia. También se habla de familiares del futbolista a quienes mensualmente les depositan dinero municipal en sus cuentas: Ricardo Bravo Molina, José Antonio Bravo Molina, Ulises Bravo Molina, Mauricio Silva Bravo, Leonardo Carlos Silva Bravo, Hortencia Bravo Molina, Ángel Bravo Blanco, Leonardo Silva Viciconte… el listado aparece al lado de sus respectivos números de cuenta en Banamex, HSBC, Santander, ScotiaBank y Bancomer.

El duelo en Cuernavaca es mayúsculo, la batalla frontal y comienzan a brotar detalles de los actos de cada uno.

Si la bomba explota, los efectos de ella rebasarán las fronteras del ayuntamiento y Cuauhtémoc Blanco quedará marcado para toda su vida.

  • nota

Jorge Carrillo Olea, Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo, repite insistentemente Graco Ramírez, fueron cómplices del capos, protegieron a delincuentes y se coludieron con el narcotráfico; “eran narcogobiernos” pregona a los cuatro vientos el perredista.

Sus policías están en la cárcel, ellos eran parte de los cárteles de la droga y desde la procuraduría y la secretaría de seguridad se brindaba protección a las mafias, afirma con seguridad el tabasqueño.

Hoy los tres ex gobernadores caminan solos por las calles, viajan sin escoltas ni protección especial. Graco, por el contrario, cuenta con un equipo de protección espectacular: una camioneta con el blindaje más alto y al menos 20 elementos le acompañan permanentemente a donde se mueve.

  • post it

La caída de José Manuel Sanz parece inminente. El hombre fuerte de Cuauhtémoc Blanco tendrá que responder a tres gobiernos por su situación migratoria y ello podría vetarlo no sólo de prestar sus servicios profesionales en la ciudad; también tendría como consecuencia su exilio.

El viernes pasado el gobierno mexicano solicitó formalmente a la Embajada Norteamericana información sobre Sanz. El proceso legal ya comenzó, lo que sigue es cuestión de tiempo.

Pregunta ¿Si Sanz se va, Cuauhtémoc se queda?

  • redes sociales

Ahora fue una balacera en pleno centro de Cuernavaca con saldo preliminar de una persona muerta; los agresores, como siempre, huyeron.

Es momento de que el nuevo voz-cero se estrene y demuestre para qué lo contrataron. Ante semejante escenario es probable que el área de prensa acomode las cosas e impulse un nuevo hastag: #VenACuernaConChalecoAntiBalas. Eso y desamarrar al Gus para que trolee a todos los críticos.

Comentarios para una columna tuitera: eolopacheco@elregional.com.mx

Twitter: @eolopacheco www.facebook.com/Eolopachecomx

 

 
 
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