Si, como quiso justificarse, no insultó a los eurodiputados al llamarlos “borregos”, el presidente López Obrador quizás admita que los ofendió al suponerlos ingleses (como los que balan —beee beee beee— en la Cámara de Los Comunes), ya que el Reino Unido se salió de la Unión Europea, hecho que por lo visto desconoce, como también que sus agraviados fueron electos por casi 450 millones de ciudadanos de 28 países.
Los acusó de “injerencistas” por manifestarse preocupados (a su resolución le llama “panfleto”) por los asesinatos de periodistas y la cotidiana estigmatización del oficio periodístico desde su patíbulo en Palacio, con lo cual exhibió ignorar igualmente que ese parlamento no solo fomenta los procesos democráticos de decisión en Europa, sino apoya a quienes luchan por la democracia, la libertad de expresión y las elecciones libres y justas en todo el planeta.
Debiera saber que México tiene suscritos compromisos internacionales, y que ninguno de los firmantes puede pretextar “soberanía” o “autodeterminación” como coartada para negarse a opinar o manifestar lo que quiera sobre violaciones a los universales derechos humanos.
Si no fuera así, ¿por qué su gobierno se sumó a la condena en las Naciones Unidas del régimen de Putin por la guerra contra Ucrania?
Honrados tal vez en 90 por ciento, pero inexpertos en diplomacia 10 por ciento restante, dos machuchones son los culpables del demencial Comunicado del gobierno de la República al Parlamento Europeo: López Obrador como autor intelectual y su vocero Jesús Ramírez como escribano.
Y como lo redactaron mientras viajaban a Chiapas, es obvio que lo hicieron sobre las rodillas y sin la menor opinión del canciller Marcelo Ebrard o alguien con elementales nociones de relaciones internacionales.
Por lo descocado del comunicado, al reprocharles a esos parlamentarios que “guardaron silencio cómplice” frente a gobiernos anteriores al suyo (lo cual es falso como lo prueban resoluciones de 2011 contra la violencia y de 2014 sobre Los 43), los animalizados debieran agradecerle que no les dijera que “callaron como momias”.
Al presumir de su popularidad, afirmó ser el segundo principal del mundo, por lo que Biden, Putin y Xi Jinping pueden sumarse a los ofendidos.
“Infórmense y lean bien las resoluciones que les presentan antes de emitir su voto”, les recomienda, porque no sabe que los datos en que se basaron son los oficiales de su administración, como los proporcionados por la Secretaría de Gobernación (47 periodistas asesinados en lo que va de su gobierno).
Pero a propósito de “borregos”, ¿qué tal esos gobernadores de Morena que se sumaron al inaudito ataque presidencial?
Si penoso fue que propusiera como embajador a un amigo señalado de acoso sexual y lo sustituyera por una grotesca comediante; que pausara las relaciones con España y se peleara con Austria por una pieza plumífera, más avergüenza la frivolidad con que descalifica señalamientos irrebatibles en el tema que más duele: los derechos humanos.
Carlos Marín