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SERPIENTES Y ESCALERAS

 

Villalobos y Urióstegui

La semana inició con la amenaza del actual gobierno capitalino hacia la administración anterior: se presentarán denuncias penales por los delitos de corrupción, desvío de recursos y robo. La advertencia, empero, no la hizo el presidente municipal, sino un regidor panista que presume haber sido el coordinador operativo de la campaña blanquiazul en la capital. La noticia es buena, pero para que sea creíble la debe formalizar el alcalde.

Por alguna razón que solo él conoce, José Luis Urióstegui ha mantenido un muy bajo perfil en estos primeros dos meses y medio de gobierno; contrario a lo que se esperaría de cualquier autoridad que va iniciando, el edil de la ciudad se ve muy poco y sus escasas intervenciones públicas están marcadas por una prudencia excesiva que no ayuda a conservar o mejorar la confianza que la ciudadanía tiene en él.

El arranque del gobierno de la ciudad ha sido difícil, más de lo que esperaba el novel presidente municipal y muy por encima de la capacidad de respuesta del gabinete que lo acompaña. En estas semanas la agenda está acaparada por el tema económico y de servicios, es decir, la atención de los pasivos heredados, el cumplimiento de los pagos pendientes al personal a proveedores y el esfuerzo por mantener a flote el sistema de agua potable de la ciudad.

Los primeros meses de una administración siempre son complicados y obligan a las autoridades entrantes a ocupar buena parte de su tiempo en conocer la manera como se encuentra la administración. Precisamente por ello existen los procesos de entrega recepción y por esa razón era importante que más allá de lo que marca la ley, el gobierno entrante se involucrara en la administración para conocer a detalle el estado que guardaba el ayuntamiento. Tuvieron seis meses para hacerlo y no lo hicieron.

Esa omisión hace que hoy la dinámica municipal sea diferente y más compleja, porque el equipo de gobierno empezó a involucrarse en el municipio apenas unos días antes de que concluyera el régimen anterior y hasta hoy continúan conociendo y enterándose de las cosas que hicieron y dejaron de hacer, muchas de ellas irregulares, en el gobierno de Antonio Villalobos.

Pero el hubiera no existe y de nada sirve lamentarse de lo que se pudo hacer y no se hizo. José Luis Urióstegui lleva dos meses y medio al frente del ayuntamiento de Cuernavaca y necesita aprovechar cada momento para cumplir con sus compromisos de campaña y sacar adelante la ciudad. Operativamente hablando es correcto que el presidente municipal dedique buena parte de su tiempo en la atención de los problemas internos, a la fontanería como algunos la llaman, pero estratégicamente es indispensable que el municipio tenga voz y rostro, y eso solo lo puede hacer el presidente municipal.

El triunfo del PAN en Cuernavaca fue el resultado de varios factores: el error de Morena al postular a un candidato de otro partido, sin arraigo y con mala imagen pública, el desgaste del gobierno de Antonio Villalobos, el hartazgo social hacia la clase política, la participación de un ciudadano con buena imagen pública y al final un partido que, si bien no sumaba mucho, tampoco restaba. Si cualquiera de estos elementos no hubiera estado presente en la ecuación, hoy el gobernante de la capital sería otro.

El ejercicio de gobierno implica un desgaste natural y paulatino de quien ostenta el poder y en el caso de José Luis Urióstegui no hay excepción; en estas primeras semanas de administración hemos visto momentos de tensión social, manifestaciones públicas, reclamos a la autoridad, bloqueo de calles y una creciente crítica porque no se ve un cambio y los vicios del villalobismo continúan.

Es ahí donde cobra importancia la voz del presidente municipal: es fundamental que José Luis Urióstegui se vea y es urgente que su gobierno se escuche, no es comprensible el silencio que guarda el ayuntamiento, ni válido que se justifique la falta de comunicación con la veda. Todos los gobiernos municipales están comunicando, la veda obliga a las autoridades a no promocionar algunas cosas, pero permite mantener abierta la comunicación en muchos aspectos inherentes a la administración pública.

Antes de que se pierda el bono electoral y la gente se desespere, José Luis Urióstegui tiene que mostrarse como una esperanza para la ciudad, como el alcalde que da la cara por la ciudad, tiene que aparecer y confirmar que el ayuntamiento tiene en él un líder y no es manejado por una tripleta de ladrones. No bastan las apariciones esporádicas de algunos de sus funcionarios, ni mucho menos las declaraciones del cuerpo edilicio; en Cuernavaca la única figura con reconocimiento social y liderazgo es el presidente municipal y ninguna otra opinión tiene el mismo peso que la suya.

En el caso concreto de las denuncias en contra de Antonio Villalobos en gobierno capitalino tiene que ser contundente y el alcalde debe ser quien lleve la voz cantante; la corrupción del régimen pasado no es cosa menor, se trata de un saqueo millonario y burdo, con consecuencias muy graves para la ciudad y afectación directa a miles de personas. Lo que se hizo en el gobierno anterior no puede pasar desapercibido ni debe ser perdonado, mucho menos por un abogado con la capacidad, experiencia y honorabilidad de José Luis Urióstegui.

Las denuncias en contra de Antonio Villalobos y sus cómplices son oxígeno social para el nuevo gobierno, demostrarían que no existe pacto de impunidad ni tampoco complacencia con la corrupción. El jefe del gobierno municipal tiene que aprovechar este tema para dar la cara, para fijar una postura oficial y ganar simpatías por actuar de manera correcta. En este momento el alcalde capitalino no tiene la capacidad operativa ni financiera para resolver los grandes problemas de la ciudad, lo que sí está en sus manos es hacer valer la ley; si no lo hace o deja que el tema se vuelva un asunto secundario en su agenda, la opinión pública le cargará todas las culpas a su administración.

Muchas veces se ha dicho que el presidente municipal Urióstegui es un buen hombre, de buenas intenciones y con un gran deseo de transformar la capital; ese bono popular, empero, tiene fecha de caducidad, no es eterno y para mantenerse vigente requiere de acciones que acrediten que detrás de la voluntad hay gestiones concretas que ayudarán a que las cosas cambien.

La corrupción de Antonio Villalobos no necesita pruebas: su cambio de vida es evidente y su exorbitante enriquecimiento y el de quienes lo acompañaron, como Laura Mendizabal o José Quiñones es inocultable. El reto del nuevo gobierno es documentar las faltas, comprobar lo declarado por el regidor y presentar denuncias que, como lo señaló hace algunas semanas el alcalde Urióstegui, sean consistentes y no se caigan por falta de pruebas.

Recordemos algo: la declaración patrimonial presentada por Antonio Villalobos al inicio de su gestión señalaba que no tenía propiedades, ni cuentas de banco, ni vehículos; él la presentó y la firmó, se trata de un documento oficial en el cual el edil entrante afirmaba bajo juramento que su situación patrimonial era sumamente modesta.

¿Vieron con cuantas propiedades, vehículos y dinero terminó su mandato? ¿Existe congruencia entre sus ingresos cono alcalde capitalino y el patrimonio familiar que hoy tiene? ¿Puede el expresidente justificar coherentemente el exponencial incremento de su riqueza? Antonio Villalobos no solo cometió delitos en contra del patrimonio de la ciudad, lo hizo de manera descarada y burlándose de los ciudadanos.

Perdonarle sus faltas sería un acto complicidad.

  • posdata

Una vez más el municipio de Xoxocotla fue escenario de un hecho de violencia; ahora se trató del secretario del ayuntamiento indígena de esa localidad, a quien ultimaron a balazos afuera de su domicilio. Recordemos que hace apenas dos meses, a unos días de haber tomado las riendas del ayuntamiento, el alcalde Benjamín López Palacios fue ejecutado; esta vez se trató de Alejandro Jiménez Ponciano e igual que en el caso anterior, los asesinos huyeron sin que nadie los detuviera.

Lo ocurrido en Xoxocotla puede entenderse como un problema interno, es decir, la pugna entre pobladores, pero no deja de ser una tragedia ni de enmarcarse en un clima generalizado de violencia que agobia a la entidad.

Visto este hecho y los que todos los días ocurren en Morelos vale la pena insistir en la necesidad de revisar la actuación y los resultados del comisionado de seguridad José Antonio Ortiz Guarneros. Hay ocasiones que los cambios se vuelven necesarios por la simple necesidad de refrescar las áreas, para dar paso a una nueva etapa y darle oxígeno al gobierno.

Aunque forma parte del gabinete estatal, el almirante Guarneros no fue un nombramiento de Cuauhtémoc Blanco, sino del gobierno federal y corresponderá a las áreas de seguridad federales decidir cuando y por quién será sustituido el jefe de la policía estatal.

Por muchas razones, además de los malos resultados, ya es tiempo de que haya un cambio en la CES.

  • nota

Cuestionado por los reporteros sobre la situación de inseguridad y violencia que priva en el municipio capital, el presidente José Luis Urióstegui señaló lo siguiente:

“(Los grupos delictivos) Acuden a lo irracional, estamos trabajando en un tema de política criminológica para saber las diferentes áreas que conforman el municipio, para saber cómo prevenimos para abonar a la salud mental de las personas, empezando con los jóvenes y luego los adultos mayores… estamos trabajando en una prevención integral, como ustedes han visto desde que asumimos el mando de la policía municipal hay una presencia más notoria de elementos de policía en la ciudad, en las colonias, pero es imposible evitar que sucedan hechos criminales como los que estamos tocando; sin embargo estamos desarrollando un modelo de policía que gradualmente debe de darnos resultados”

  • Antes de que usted llegara a la administración dijo que en un mes ya se verían resultados en cuanto a la situación de inseguridad, ¿Cuál es el reporte actual, hay un balance, sí se está viendo esta disminución o hay un incremento en la violencia que pudiera orillar al ayuntamiento a unirse al convenio de mando coordinado?

“No. Estamos seguros que la decisión que tomamos es la correcta porque asumimos con responsabilidad el mando de policía y estamos diseñando un modelo de desarrollo a corto, mediano y largo plazo; nos falta instrumentar el C4, nos falta instalar cámaras de video vigilancia que ayuden a prevenir, pero no es tan rápido. Desde que asumimos el mando hay mayor presencia policial, tenemos lo drones en uso, hay una policía turística, estamos desplegando operativos que nos han permitido recuperar más de 65 vehículos en dos meses, hay resultados palpables…”

Lo dicho: no es lo mismo prometer en campaña que cumplir en el gobierno.

  • post it

Escucho y comparto la reflexión de un alto funcionario federal respecto a la situación de seguridad que vivimos en Cuernavaca:

“(José Luis) Urióstegui creyó que con tener a Alicia (Vázquez Luna) se resolvería el problema de seguridad por arte de magia, porque los delincuentes la respetarían; no es lo mismo ser la secretaria de seguridad en un estado con un gobernador que invirtió mucho dinero en la seguridad, que compró patrullas, rentó helicópteros, contrató policías, colocó cientos de cámaras y destinó miles de millones de pesos a la seguridad, que estar al frente de una policía municipal sin recursos económicos ni materiales, ni proyecto de trabajo para entender y atender el problema. Alicia es una buena abogada, es una mujer valiente, pero esta muy lejos, igual que José Luis, de ser experta en seguridad: la incidencia delictiva no se combate con buenos deseos ni con valentía y la violencia no se resuelve con planes a futuro, se requiere de preparación, coordinación, trabajo de inteligencia y recursos para actuar. Alicia se siente el sheriff de la ciudad con una placa de plástico que sacó de una caja de cereal. José Luis apostó por la seguridad y va a fracasar.”

  • redes sociales

Ya son dos los camiones del servicio de recolección de basura que se roban en Cuernavaca a plena luz del día y sin que las autoridades hagan algo para resolver el delito; el primer robo ocurrió a unos días del inicio del nuevo gobierno municipal y el segundo sucedió ayer; ambas unidades son modelo 2021.

Nadie está seguro en la capital de Morelos. Tenemos una jefa de policía de chocolate con placa de plástico y pistola de agua.

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