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EN TERCERA PERSONA

El año de horror en Aguililla

 

A principios de julio de 2021 pobladores de Aguililla, Michoacán, se lanzaron contra el cuartel de la Sedena y la Guardia Nacional, instalado en la localidad.

La gente tiró el portón con un camión de basura. Lanzó cohetones y piedras contra los militares.

La guerra entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y los Viagras, miembros del grupo criminal conocido como Cárteles Unidos, se hallaba en su apogeo.

Aguililla llevaba tres semanas sin energía eléctrica y sin teléfono. Los alimentos se descomponían debido a las altas temperaturas que privan en la zona. Faltaban medicinas. Los enfermos no podían recibir atención. La carretera a Apatzingán había sido cortada con máquinas para que nadie pudiera transitar por ella. Vehículos de varias toneladas de peso impedían el tránsito.

El Cártel Jalisco estaba en poder de la población desde el mes de abril. El jefe criminal de este grupo, Nemesio Oceguera, El Mencho, había ordenado que Aguililla, el lugar donde nació, fuera tomado a sangre y fuego. Todo eso se cumplió.

En su huida, los Viagras rodearon la población y cortaron el camino.

Los tiroteos eran cosa de todos los días. Limoneros y otros productores debían pagar un “impuesto de guerra”.

En el centro de Aguililla, La Coya y/o El Pedrín, el jefe de plaza del Cártel Jalisco, había instalado en plena calle un puesto de mando.

Desde ahí dictaba órdenes a sicarios armados con fusiles de alto poder, que se desplazaban por la población en camionetas artilladas y que portaban chalecos antibalas con las siglas: FEM, Fuerzas Especiales del Mencho.

Hasta entonces, la función del Ejército y la Guardia Nacional, según denunciaron pobladores de esa cabecera municipal, había consistido en “separar” a los grupos contendientes, mediante barricadas hechas con neumáticos. Dicha estrategia solo aisló a la población, que terminó por quedarse sin luz, sin teléfono, sin internet.

El día que tiraron el portón del cuartel, y bloquearon el acceso al lugar en el que desciende el helicóptero que lleva víveres a los militares, la población exigió, con piedras, palos, cohetones –“y tal vez bombas molotov”, dijo el párroco de la localidad–, que los caminos fueran liberados.

Se trataba en realidad de una estrategia del Cártel Jalisco, ordenada por el jefe de plaza Pedro López Barajas, alias La Coya o El Pedrín, para que las fuerzas federales se lanzaran contra sus rivales de Cárteles Unidos.

No fue la única vez que la población de Aguililla fue utilizada como escudo humano por los líderes del crimen organizado. En noviembre de ese año se le forzó a llevar a cabo un plantón para impedir el avance de los militares.

Por instrucciones de La Coya, el segundo al mando del Cártel Jalisco, Juan Carlos Corona Yépez, alias El Cema, así como Ricardo Carrillo Mendoza, conocido como El Alacrán, y los lugartenientes apodados El Fresa y El Zapata, eran los encargados de mover a la gente mediante amenazas, según denuncias de los pobladores.

Una de las más frecuentes consistía en cortar la luz de las casas de quienes se negaban a obedecer las instrucciones.

El encargado de llevar a cabo los cortes era precisamente El Zapata, quien ha sido señalado, con el Alacrán, como uno de los autores materiales del asesinato del alcalde de Aguililla, César Arturo Valencia Caballero, quien había llegado al cargo tras los comicios del 6 de junio de 2021.

De acuerdo con testimonios de pobladores y reportes en poder de autoridades federales, consignados ayer en este espacio, el Cártel Jalisco había financiado la campaña de Valencia y a principios de febrero le había ordenado que impidiera la entrada del Ejército a la población.

Según estos reportes, el alcalde trató de impedir el avance militar sobre Aguililla, alegando que esto solo permitiría la vuelta de los Viagras.

El Ejército entró a la población casi un año después de que el Cártel Jalisco se hubiera apoderado de esta. Semanas más tarde, de acuerdo con la declaración de al menos cinco testigos presenciales, El Alacrán y El Zapata alcanzaron a Valencia en una moto y lo asesinaron a quemarropa. Ese mismo día fue privado de la vida el asesor de Valencia, René Cervantes.

En Aguililla bajó la presión criminal. Pero los grupos solo se movieron a la sierra y hacia las poblaciones vecinas.

La realidad de un pueblo de Michoacán emerge, tras un año de horror, a raíz del asesinato del alcalde. Pero el 6 de junio pasado ocurrieron muchas otras cosas más, el día que los grupos criminales intervinieron la elección en Múgica, Gabriel Zamora, la Huacana, Salvador Escalante, Régules, Lombardía y Zitácuaro, entre otros municipios en donde, como en Aguililla, quien reina en realidad es el crimen organizado.

Ámbito: 
Nacional