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Día 2: Los mandan del AIFA al AICM

 

ZUMPANGO.- El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) lució casi vacío en su segundo día de operaciones con apenas 12 vuelos comerciales, de ida y vuelta, a Cancún, Tijuana, Mérida, Villahermosa, Monterrey y Guadalajara. La aerolínea Canviasa sólo tendrá viajes a Caracas los lunes. Eran más los curiosos que seguían llegando a conocer la terminal aérea y los obreros con casco y chaleco que siguen construyendo cosas.

Y aunque son pocos vuelos, las inconformidades no se hicieron esperar. Pasajeros con boleto a Tijuana y Cancún les reprogramaron la salida pero desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Viajeros de los vuelos 1010 con destino a Tijuana, y 1012 a Cancún, con horario de las 13:20 y 13:27 horas, respectivamente, de la aerolínea Volaris, reportaron que, además de los altos costos en traslados y enredos para llegar a la nueva terminal de Santa Lucía, fueron informados que su viaje saldría por la noche desde el Benito Juárez debido a fallas en el sistema.

"Se supone que íbamos a venir con tiempo para ir al Museo del Mamut, para ir a babosear por las instalaciones, pero perdimos más de dos horas dando vueltas porque ni hay señalizaciones, terminamos en unos terrenos de cultivo y al final la aerolínea no puedo ni imprimir ni escanear los pases. Una parte de mi familia sí se fue y a mi me reprogramaron al Benito Juárez", dijo Javier Rivera Frías, que pensaba llegar a Cancún a las 13:27 horas.

A bordo del Mexibús iban más pasajeros hacia el AICM.

"Tomé un Uber de la Miguel Hidalgo al Metro 18 de Marzo, y de ahí tomé un autobús que me dejó en la terminal del Mexibús de Ojo de Agua, y de ahí para acá. Salí a las 10 de la mañana de mi casa, llegué aquí a las 12:30 para mi vuelo de la 1:20; la revisión de equipaje es manual, y luego dijeron que eran 30 minutos caminando hasta el avión, por eso nos cambiaron al AICM", detalló Adrián Bojórquez, de 36 años, que viajaría a Tijuana.

Raúl Rosendo, oriundo de Guerrero, que también iba a Tijuana, dijo que salió de Chilpancingo a las 5 de la mañana, llegó a las 8:00 a la Ciudad de México y a las 12:00 al AIFA, tras pagar mil pesos a un taxi.

"Me gasté más de lo que me cobró el camión y todo porque está muy lejos y no hay señalizaciones y nos metimos a los campos de cultivo porque nadie sabe orientar. Llegué con tiempo para volar, desgraciadamente había una fila para hacer check in, y nos comentaban en Volaris que el traslado a la puerta de abordar hacia el avión es de 30 minutos, pero por el volumen de gente nos empezaron a negar los pases de abordar y, al final, nos cambiaron de aeropuerto para salir a las 10 de la noche", indicó a bordo del Mexibús que llevaba a otros 15 pasajeros reprogramados.

Los entrevistados afirmaron que sus vuelos se fueron con la mitad de los pasajeros.

Desde una de las escaleras eléctricas en reparación se podía observar la gigantesca sala de abordar, limpia y vacía y con el Calendario Azteca en el centro.

En su segundo día de operaciones sólo hubo 12 vuelos y se canceló la venta de artesanías que inició el lunes pasado.

No obstante, siguieron llegando curiosos a recorrer las instalaciones, incluso un vendedor de aviones de juguete que buscaba un local.

"Está muy grande", dijeron dos estudiantes.

"Vine a ver el Museo del Mamut, pero me dicen que no hay paso, que debo de salirme y entrar por otra puerta", añadió un hombre con gorra y chaleco.

Un elemento de la Guardia Nacional indicó que para ir al museo, a unos 3 kilómetros, lo mejor es tomar un taxi de 150 pesos y pedirle ingresar por la zona de carga porque por la ciudad militar no había paso.

Otra opción es ir en el Mexibús y tratar de ingresar por la puerta de la Base Militar, ubicada sobre la carretera México-Pachuca.

 

'NO HAY LUGAR PARA COMER'

 

 

En la sala para más de 400 personas, apenas se instalaba la luz y había solo tres pasajeros en espera.

"Hay mucha falta de información de hacia dónde ir y, además, no hay lugar para comer, no hay restaurantes, no hay nada", dijo una mujer de Pachuca que llegó de Tijuana.

Sus hijos habían ido a buscar algún alimento y regresaron con tortas y un refresco que compraron en una fonda para los obreros, oculta en un piso del estacionamiento y con andamios como escaleras.

"No es posible que sea el único lugar para comprar algo, un lugar insalubre pero hasta ahí tienen que ir las azafatas a comprar", dijo el muchacho.

En la fonda, junto al hotel sin terminar, había dos soldados y dos integrantes de la Guardia Nacional, dos empleados de mostrador y dos azafatas.

El lugar tiene mesas con manteles de plástico, tinacos de agua e instalación de gas, una torta vale 40 pesos y una comida, 50.

"Si no vienes a comer aquí, tienes que dar vuelta a la ciudad militar y a veces no dejan pasar", se quejó un empleado de traje negro y corbata roja, con un libro jurídico en el brazo.

Este martes comieron tortas de carne en salsa verde, arroz y frijoles.

Un obrero indicó que el lugar lo operan militares. "Hay otro lugar para comer, por el puente, son dos trailers, le decimos el casino".

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Nacional
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