La víctima número 12

 

Sábado 26 de marzo. Santa Inés, Cuautla, Morelos:

A las siete de la mañana, dos trabajadores se dirigen a hacer trabajos de riego en un cañaveral que se encuentra a un costado de la calzada Santa Inés, en la colonia Eusebio Jáuregui.

En el canal de riego que cruza por esos campos, bajo un pequeño puente, uno de ellos descubrió una bolsa negra de plástico.

Algo le llamó la atención. La bolsa estaba cubierta por cartones. A pesar de hallarse en un canal de riego, los cartones, sin embargo, estaban secos. Parecía que alguien había querido ocultar aquello.

Era evidente que los cartones estaban cubriendo algo. Y era evidente que a aquella bolsa no la había arrastrado el agua.

Uno de los trabajadores se acercó a mirar.

—La bolsa está sellada con una cinta —dijo.

Rasgaron el plástico.

Apareció una cabellera negra, larga.

—Parece que es una mujer —dijo el trabajador.

Ambos se alejaron espantados. En los últimos seis meses en aquel tramo de la calzada, sin alumbrado y sin cámaras cercanas de vigilancia, han sido hallados dos cuerpos.

—¿Qué hacemos? —dijo el trabajador—. Si reportamos esto, nos van a querer involucrar.

Después de quedarse pasmados, dudando, decidieron hacer el reporte a través de una llamada anónima.

El jueves 24, Evelin Afiune Ramírez, una joven de 22 años de edad, que cursaba el octavo semestre de Ingeniería Industrial en el Tecnológico Nacional de México, Campus Cuautla, salió a una entrevista de trabajo.

Había concertado una cita en un Italian Coffee del centro de esa ciudad. En la cámara de videovigilancia del establecimiento se le ve sentada en una mesa, dialogando con un hombre.

Es el último reporte de su existencia. Evelin no regresó aquel día a su casa.

Su familia reportó la desaparición. 1.70 metros. Blanca. Ojos color iris aceitunado. Cabello negro, largo, quebrado, hasta media espalda. Cicatriz de dos centímetros en el pie izquierdo. Llevaba una blusa blanca con un suéter negro, un pantalón de vestir azul claro y una bolsa de color café con una correa larga.

Su madre lanzó en redes sociales un llamado desesperado: “Espero en Dios tengamos muy pronto noticias de Evelin”.

Las noticias fueron funestas. Esa tarde, personal de la Agencia de Investigación Criminal y de la Coordinación de Servicios Periciales, acudieron a la calzada a hacer el levantamiento del cuerpo. En el Servicio Médico Forense se confirmó que se trataba de la muchacha desaparecida.

Comenzó la recolección de elementos, testimoniales y en cámaras de seguridad, para tratar de establecer la ruta de la tragedia.
Morelos tiene la tasa de feminicidios más alta del país: 1.98 asesinatos por cada 100 mil habitantes.

La cifra está 164% más arriba que la media nacional.

El estado está a la cabeza de los estados con las tasas más altas, seguido de Sonora, Quintana Roo, Colima, Jalisco, San Luis Potosí y Chiapas.

En 2021, según la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, se registraron en la entidad 77 feminicidios.

El viernes 25 de marzo, un día después de la desaparición de la joven estudiante, el presidente López Obrador visitó el estado. Durante su conferencia “mañanera”, se anunció que entre marzo de 2021 y febrero de 2022 los feminicidios en Morelos habían caído 45.7%.

“Las acciones llevadas a cabo en Morelos están dando resultados”, se anunció.

El secretario de Gobernación informó que era probable que en dos municipios del estado —Huitzilac y Jiutepec— se levantara la alerta de género, dado que en 2021 no se registraron feminicidios.
Esa misma madrugada, el cuerpo de Evelin, la cuarta víctima de feminicidio en lo que va de marzo en Morelos, apareció en un canal de riego.

De acuerdo con datos de la Red por los Derechos de la Mujer, a lo largo de 2022 el estado acumula 12 casos. Hubo feminicidios cometidos con saña extrema en Temixco, Xochitepec, Atlacholoaya y Jiutepec.

Mientras el gobierno celebra las acciones “llevadas a cabo”, en 2021 se rebasaron por primera vez en el país las 1,000 muertes violentas de mujeres en un año: en 2021 se reportaron 1,004 feminicidios.
Evelin Afiune Ramírez, una joven que salió a buscar su futuro, es la víctima más reciente en la estadística de un país atroz.