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DÍA CON DÍA

El Presidente juega Monopoly

 

La ofensiva del Presidente contra el sistema electoral de México ha tomado una aceleración de rasgos tan abusivos que resultan cómicos. Es como si estuviera jugando Monopoly o cargando la pirinola para que le salga siempre “toma todo”.

Ahora propone no sólo cambiar completos al INE y al Trife, mediante una supuesta reforma de democracia directa, sino que carga los dados buscando quedarse con todo el pastel.

Quiere que se nombren sesenta notables, veinte por cada poder de la unión, y que estos sean electos por

los ciudadanos.  

Como poder Ejecutivo, el Presidente nombrará veinte. Su mayoría en el poder Legislativo nombrará otros veinte. Y el poder Judicial, cuya mitad tiene en el bolsillo, los otros veinte.

Esta es la maña obvia. La implícita es que, como Morena y sus aliados tienen la mayor intención de voto, Morena y sus aliados elegirán a la abrumadora mayoría de los notables presentados a la contienda.

Y como Morena y sus aliados no hacen sino lo que el Presidente les manda, el Presidente será quien elija, mediante la supuesta elección directa, a los consejeros del INE y a los magistrados del tribunal.

Quiere también que se supriman las curules plurinominales “para ahorrar”. La maña implícita es que si se suprimen los plurinominales, Morena y sus aliados tendrían automáticamente la mayoría absoluta y hasta la constitucional.

También “para ahorrar”, el Presidente quiere reducir el presupuesto del INE y de los partidos.

La maña implícita es que un INE sin recursos será un árbitro débil, estará de adorno, y todos los partidos pasarán a la indigencia presupuestal.

Todos, menos Morena y sus aliados, quienes tendrán su cordón umbilical en las arcas del gobierno, como antes el PRI.

Mientras esta reforma Monopoly se vuelve iniciativa de ley, el gobierno y sus partidos se dedican a violar las leyes que restringen su comportamiento arbitrario como fuerza política.

Es lo que hacen hoy, todos los días, rumbo a la revocación de mandato.

Hay quienes ven en todo esto una demostración de fuerza del Presidente y sus aliados. Puede ser visto también como un síntoma de debilidad: la conciencia de que, si no pueden hacer trampa, perderán las elecciones.

 

 

 

Héctor Aguilar Camín

hector.aguilarcamin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional