Antes de abordar el tema del nombre del presente artículo, va como un reclamo en términos de una pregunta ¿Dónde están las y los abogados, que son los auténticos defensores de la justicia y del Estado de derecho? ¿Dónde está su responsabilidad moral y ética? Dicho lo anterior paso a la reflexión siguiente:
El caso del Fiscal Gertz Manero, es el icono que evidencia lo putrefacto del sistema de impartición de justicia. Muestra la realidad con toda su crudeza. Desde la Suprema Corte de Justicia, pasando por los tribunales federales y estatales, fiscalías, ministerios públicos, etcétera. Por donde se les toque saldrá pus. La tragedia es que nos hemos acostumbrado a ello, preferimos el silencio y nuestra indiferencia.
La mayoría sabemos que hay corrupción en los órganos impartidores de justicia, pero que estamos haciendo para evitarlo. Baste recordar que, a lo largo de la historia de las sociedades humanas, con sangre, sudor y lágrimas más guerras fratricidas, hemos construido el andamiaje democrático teniendo como eje central al marco jurídico para garantizar la mejor convivencia de las sociedades. El Estado de derecho ha resultado fallido y se nos está resquebrajando ante nuestros ojos. Lo vemos todos los días: la inseguridad y violencia no paran, por el contrario, van en aumento. La impunidad reina como majestuosa por todas partes. La pobreza y desigual aumentan.
Todos sabemos que en este país la justicia se compra y se vende al mejor postor. El paradigmático caso de Gertz Manero demostró su flaqueza, pero también vino a evidenciar que la presión de la sociedad en redes sociales y la presión de la prensa, destaparan la cloaca de una injusticia y no le quedó otra alternativa a la Suprema Corte de Justicia que enmendar el error flagrante.
Dos años de prisión injustamente de Laura Moran de 93 años de edad y de su hija Alejandra Cuevas, a quienes se le inventaron un delito que ni siquiera existe en nuestra legislación. Todo por una obsesión de venganza del Fiscal de la Nación, utilizando todo su poder y presionando a jueces y ministerios públicos para hacer valer su obsesión de venganza. Para el Estado de derecho al que aspiramos los mexicanos esto simple y sencillamente es una barbaridad.
A los simples mortales como usted y como un servidor, más nos valdría exigir justicia plena para todos. Estamos peor, podemos estar mucho peor. Es hora de no quedarse callados.