El tiempo que nos ha tocado vivir está cargado de incertidumbre, de acontecimientos que suceden a una velocidad increíble que no dan margen para entender lo que sucede y nos paralizan sin poder hacer nada, sobre todo, cuando nos percatamos que son una amenaza para nuestra existencia y nuestra estabilidad psicoemocional. El estrés, la ansiedad y la depresión son como virus que cada día se esparcen por todas partes y están enfermando al cuerpo.
El Estoicismo está de vuelta y es una filosofía que nos enseña a tragar clavos, masticar víboras y alacranes, para acostumbrar a nuestro estomago a resistir y salir de adversidades. Es como un oasis que necesitamos para estar vivos y poder contemplar que la vida es bella.
El Estoicismo no es nuevo, fue fundado en el siglo III a.C por Zenón de Citio, seguido de Epicteto y los que más han dejado huella son: Séneca y Marco Aurelio, pero esta filosofía está de vuelta y eso en una gran opción. En un mundo donde tarde o temprano experimentaremos dolor, sufrimiento, tristeza, soledad, ansiedad o depresión. Vuelven a retumbar en el pensamiento de muchos de los seres humanos las preguntas que han vertebrado esta filosofía.
¿Cómo vivir una buena vida en un mundo impredecible? ¿Cómo hacer lo mejor dentro de nuestras posibilidades mientras aceptamos lo que está fuera de nuestro control? Cada uno tendrá que encontrar su propia respuesta, aunque el Estoicismo nos ofrece algunos antídotos para enfrentar las vicisitudes que nos confronta el mundo contemporáneo.
El estoicismo predicó el valor de la razón, al proponer que las emociones destructivas son el resultado de errores en nuestra manera de ver el mundo y ofreció una guía práctica para permanecer resueltos, fuertes y en control de la situación.
Epicteto enseñó “Que uno es completamente responsable de todo lo que hace y dice. Y que uno decide y controla su propia destrucción y su propia liberación”.
En la era de los Big Data, los algoritmos matemáticos, las redes sociales de los celulares inteligentes que cada día controlan nuestras vidas, nos imponen hábitos de consumo, de formas virtuales de ver el mundo y de comunicarnos, los cuales se mueven entre Fake News, mentiras o medias verdades, esclavizando nuestra atención. Vale la pena echarle ¡una miradita! al Estoicismo.