Ocotepec, presagio de una tragedia
Ya van dos avisos y el tercero puede desencadenar en una verdadera tragedia si es que las partes en conflicto NO “le bajan dos rayitas” a sus actitudes soberbias y privilegian el diálogo y la prudencia. Hablamos de la ríspida relación que existe entre el Ayuntamiento de Cuernavaca y la comunidad indígena de Ocotepec.
Como lo informó oportunamente La Unión de Morelos a través de su reportero en campo Alejandro López, la tarde del miércoles, la secretaría de Protección y Auxilio Ciudadano, Alicia Vázquez Luna llegó a la carretera Cuernavaca-Tepoztlán a la altura de las oficinas de Bienestar Social, ubicadas en Chamilpa, escoltada por más de treinta elementos en varias patrullas.
Fiel a su nueva personalidad, Vázquez Luna se negó a dar información a los reporteros de lo que estaba ocurriendo (ya alguna vez exigió a un entrevistador que revelara su fuente de la información por la que estaba preguntando). Los Ronderos de Ocotepec y habitantes cerraron el paso a la altura de la Cruz de Piedra, mientras que los policías sólo observaban.
A las 14:50 horas, un grupo de personas a bordo de una camioneta azul traían a un elemento policíaco en la batea. Enseguida, varios individuos lo agredían físicamente mientras que algunos trataban de evitar que le pegaran.
Visiblemente lastimado lo bajaron de la unidad de la Ronda y todavía lo golpearon hasta subirlo en una patrulla rosa “Mujer Segura”.
A unos metros, los policías observaban impotentes la forma como era tratado su compañero, pero no podían hacer nada por órdenes de la secretaria.
Así terminó –aparentemente- este último episodio de las “relaciones peligrosas” entre el Ayuntamiento de Cuernavaca y las autoridades del único pueblo de este municipio que se rige por “usos y costumbres”.
En esta ocasión no hubo tarjeta informativa por parte de la Seproac, así que la única información que se tuvo fue la que difundieron los pobladores de Ocotepec a través de sus redes sociales.
Según la versión de los vecinos de Ocotepec, el miércoles al filo de las 12:30 horas “fue detenido, golpeado y paseado por las calles y avenidas de la ciudad -sin dejar de amenazarlo- un elemento de la ronda, el señor José Javier Méndez González”.
Aseguran los ocotepenses que el rondero junto con el ayudante municipal José Eduardo Tapia había acudido al llamado de un habitante de Ocotepec ya que personal del Ayuntamiento de Cuernavaca pretendía clausurarle su obra de construcción. Hasta ese momento creíamos que se trataba de alguna “obrita” de un algún vecino del pueblo. En la crónica publicada en Facebook dice que el rondero fue detenido “por ver feo” a los policías que acudieron a acompañar a funcionarios del Ayuntamiento de Cuernavaca.
Asegura que cuando el ayudante municipal intentó interceder por su compañero, fue golpeado y encañonado por los elementos policiacos.
Acto seguido, se dio el tradicional “toque de campanas” y una muchedumbre se reunió en la Ayudantía, decidiendo que irían literalmente “a la caza” de un policía, el primero que encontraran, para estar en condiciones de negociar la devolución de su “rondero”.
Luego, ofrecieron una conferencia de prensa en el que apareció el recién liberado con una venda cubriéndole el tórax y un brazo donde supuestamente fue golpeado por los policías.
No contaba con que había videos donde se observa sin golpe alguno y admitiendo que portaba una pistola “en la mariconera”.
El ayudante municipal declaró que la obra que pretendían clausurar está “dentro del territorio de Ocotepec, no de Cuernavaca”, como si Ocotepec fuera otro municipio. Y hoy sabemos que no se trata de una pequeña construcción de un comunero, sino un condominio vertical.
Ayer al mediodía el presidente municipal José Luis Urióstegui Salgado, acompañado por su secretario de Gobierno, Carlos de la Rosa, y la jefa de la Policía, Alicia Vázquez Luna, ofreció una conferencia de prensa para aclarar que el rondero fue detenido por portar una pistola, y que tuvo que entregarlo para no provocar un enfrentamiento.
Deploró la actitud del ayudante municipal, quien pretende convertir a Ocotepec en una especie de municipio dentro de un municipio, donde cobrará por la expedición de licencias de construcción, infracciones de tránsito y todo lo que se pueda. “Los usos y costumbres no pueden estar por encima de la ley”, sentenció.
No es la primera vez que esto ocurre. Ya hace un mes aproximadamente dimos cuenta de la detención de un elemento de la Policía de Tránsito al que “levantaron” por andar haciendo su trabajo en territorio que supuestamente es de Ocotepec.
Los elementos de la Policía de Cuernavaca al mando de la maestra en Derecho Alicia Vázquez Luna están realmente molestos. No pueden entender que por un lado les ordenen hacer cumplir la ley, y después tengan que soltar a los detenidos por un acuerdo político.
Pero lo que los tiene más indignados todavía, es que un grupo de personas sin ninguna autoridad (civilones, dicen ellos), detengan a los policías y los maltraten.
Nuestro punto de vista personal es que ambas partes deben moderar sus actitudes. En estos dos últimos casos no pasó de una golpiza tanto al rondero como al elemento policiaco, pero así como van la tercera va a ser la vencida y puede darse un enfrentamiento que tenga consecuencias mortales que termine con la disolución de la Ayudantía de Ocotepec y en la destitución de Alicia Vázquez Luna.
La gente de Ocotepec tiene que entender que no están en una isla en la que no se aplica la Constitución y que no pueden andar armados ni usurpando funciones que legalmente le corresponden a las autoridades del Ayuntamiento.
Y Alicia Vázquez Luna también tiene que bajarle dos rayitas a su intento por convertirse en “la dama de hierro” que siempre quiere aplicar la ley “a rajatabla” sin importarle que su jefe, José Luis Urióstegui Salgado, es quien paga las consecuencias de sus actos y los de sus elementos.
Que quede constancia que aquí se los advertimos: si no cabe la prudencia entre ambas partes esto puede terminar mal. Los policías están muy enojados, al igual que los habitantes de Ocotepec, de tal manera que bajo cualquier pretexto puede darse un tercer enfrentamiento con consecuencias funestas que a nadie conviene.