El menosprecio por las funciones y destrezas militares no es nuevo en el presidente López Obrador quien el jueves, al abordar la humillación por parte de delincuentes de perseguir a un convoy, cometió la insensatez de afirmar que los soldados hicieron bien en huir y que los cuida tanto como a las bandas criminales.
Al día siguiente, en vez de rectificar, repitió lo mismo.
Su alarmante concepción de lo que deben hacer quienes comanda le ha llevado a decir:
“Si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional, declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos” (La Jornada, 1 de julio de 2019).
Continúa existiendo, dijo, porque hay “resistencias”, y “una cosa es lo deseable y otra lo posible”. Reconoció que “el soldado tiene profesionalismo, disciplina y es pueblo uniformado”, pero “puede ser reconvertido (para) respetar derechos humanos…”.
Lo cierto es que desde el zedillato hay cursos de derechos humanos en las escuelas militares y que la “reconversión” desnaturalizaría a la milicia constitucional.
El viernes 13 apuntaló su desatino:
“Ayer hablé de que se tenía que proteger también la vida de presuntos delincuentes, que son seres humanos y me llamó mucho la atención de que intelectuales o profesionales supuestamente progresistas me cuestionaron”, expresó, como si quienes corretearon e insultaron a los militares hubiesen sido “presuntos” y no infractores en flagrancia: base social de narcotraficantes que envenenan, secuestran, torturan y asesinan.
“No había una agresión armada, no había que responder con la fuerza”, justificó el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, aunque el reclamo al presidente de la República no es que los militares debieron acribillar a quienes los pusieron en fuga.
¿Qué pensarán de esta “reconversión” del Ejército las familias de los cinco soldados de la Decimoprimera Zona Militar asesinados en Zacatecas (el cuerpo del más reciente apareció colgado de un puente, tenía varios días desaparecido y, como sus otros compañeros, fue levantado en su día de descanso y martirizado), y qué pensarán los deudos del medio centenar que han sido victimados en lo que AMLO lleva de presidente?
En el recuento de El Universal, las vejaciones a las fuerzas armadas en el actual sexenio son al menos 24, en que los militares fueron deshonrados a pedradas, palazos y escobazos por pobladores, huachicoleros y comuneros alentados por la delincuencia organizada.
Si en el Ejército, la Marina Armada y la Guardia Nacional sorprendió lo del cuidado a los delincuentes, ¿cómo lo habrán tomado viudas, viudos, hijas, hijos, hermanos y hermanas de 30 mil desaparecidos, o de los más de 100 mil asesinados por el crimen organizado en estos tres años y fracción pero que goza del “cuidado” presidencial…?
Tarde pero a tiempo y por tantos y tantos ofendidos, López Obrador está obligado a rectificar.