El pasado fin de semana fue uno de los más violentos de la entidad, lo que refleja que la delincuencia avanza en lugar de disminuir y esta situación, es la percepción que tiene actualmente la sociedad morelense que exige resultados en materia de prevención y procuración de justicia, algo que por desgracia no se atiende y sus demandas son como un grito en el desierto.
IMPLEMENTAN DISPOSITIVO DE SEGURIDAD.- Los especialistas en la materia de seguridad reconocen que el tema es delicado y que pasarán varios años siquiera para tratar ya no de erradicarlo ni de frenar, sino disminuir en algo los delitos que se cometen a diario. El temor es tan grave entre la población que ahora marchan en silencio para exigir que haya paz y tranquilidad en sus zonas de origen, casos como los ocurridos en la zona sur y oriente de Morelos es un ejemplo de que lo se vive y se refleja en todo el territorio morelense.
Sin embargo, pese a todo es buena la medida del estado en el sentido de fortalecer y mandar a más elementos de seguridad tanto del estado como de la federación para hacer acto de presencia y sobre todo, tratar en la medida de lo posible, un estado de paz y tranquilidad que se ve muy difícil de lograr pero que por esfuerzos no deben de parar jamás.
No solo participa el Ejército Mexicano, La Guardia Nacional sino la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) y la Comisión Estatal de Seguridad Pública (CES), los cuales tienen el objetivo de realizan recorridos de prevención y supervisión, pero sobre todo de llegar hasta los verdaderos operadores de las diferentes células delictivas, aquellos que han hecho de Morelos un estado sangriento por el número de personas que han sido asesinadas por diversas circunstancias y que la mayoría de los casos quedan en la impunidad.
La sociedad exige y demanda paz y tranquilidad para salir a la calle, a sus áreas de trabajo, a los centros de diversión y evitar que la vida nocturna como ha ocurrido en otras entidades se acabe por los altos índices delictivos. Urge además de estos operativos que son buenos, aplicar una estrategia para combatir a estos grupos criminales que tanto daño le hacen al estado y a su gente.
El fin de semana pasado fue muy violento pero hay otros que han sido muy similares por los crímenes que se han registrado, como el de principios de abril de este año cuando se registraron diez asesinatos en un solo día en distintos puntos de la entidad. Y esto, pese a la coordinación entre el estado, los municipios y la federación. De nada sirvió para evitar esto. De ahí el llamado a más acciones urgente, reales y concretas que generen confianza, certidumbre entre la población y una percepción de que la cosas van por buen camino.
PERCEPCIÓN DE INSEGURIDAD.- Esta semana no hubo detenciones de altos jefes delincuenciales ni grandes capos o líderes de los carteles existes que hayan sido detenidos como para argumentar que se debió la delincuencia a estos hechos, por lo tanto, no ha lugar para hablar de supuestos reacomodos entre delincuentes que buscan ocupar los espacios de sus patrones porque no fueron detenidos y pese a ello, la incidencia delictiva aumentó.
Aunque sobra decirlo, comparado con el número de crímenes y los detenidos, se evidencia que más del 95% delitos quedan en la impunidad y ahí está el dilema del porque no reducen sino se incrementan cada vez más en Morelos.
La pobreza, desigualdad, desempleo y falta de oportunidades de acuerdo a los especialistas del tema en materia de prevención y procuración de la justicia son los principales argumentos por los cuáles se dispara la violencia.
De ahí que colectivos, grupos de la sociedad y la iglesia de forma constante estén exigiendo paz y justicia así como un freno a la violencia a través de sus marchas, a la que se han sumado diversos sectores de la población en demanda de que se cambie la estrategia de seguridad por considerar que no ha dado resultados.
Y es que ante la ola de violencia y crueldad que sacude a Estado se han hecho llamados a todas las personas a ser constructoras de paz, pero al mismo tiempo, a las autoridades para que sea atendida la crisis de seguridad como un problema de salud pública, para erradicarla pese a que suene a casi imposible.
Las historias de las familias que han sido presa de la delincuencia se cuentan por cientos. El clima de violencia es el tema durante las celebraciones en las iglesias cuya coincidencia es que se acabe, que desaparezca de la entidad y del país… algo prácticamente imposible.
Al igual que los casos de feminicidios en los que van en aumento los casos y que en su momento, Morelos ha ocupado el primero lugar de estos delitos en el país. No por nada, las movilizaciones de las mujeres feministas son cada vez más intensas en demanda de que ya no se registren desapariciones de jovencitas, trata de personas, ni delitos que laceran a la comunidad en general.
Lo cierto es que la mayoría de los feminicidios son cometidos por una pareja actual o anterior de la víctima e incluyen maltrato repetido en el hogar, amenazas o intimidación, violencia sexual o situaciones en las que las mujeres tienen menos poder o menos recursos que su pareja. Aunque los grupos delictivos también han intervenido de manera alarmante en contra de las damas en distintos puntos de la entidad.
Más aún, porque los crímenes contra mujeres es la siniestra punta del iceberg del machismo patriarcal y de la violencia cotidiana contra las mujeres. Siete de cada diez mujeres mexicanas han sido sujetas a violencia en sus vidas, normalmente en su entorno familiar, amoroso, escolar o social.
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