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TEMPLO MAYOR

OJALÁ que el optimismo presidencial fuera contagioso, pues así las personas en México verían las cosas color de rosa como Andrés Manuel López Obrador. Porque mientras el mandatario dice que "no pasa nada", en las calles y en la vida diaria, pasa de todo por el poder del crimen organizado.

ES CLARO que el Presidente no le cree a la prensa, pero que le pregunte a los campesinos de Nuevo León que han visto invadidas sus tierras por "la maña". Que le pregunte a las madres que buscan a sus hijos desaparecidos, que le han tenido que pedir permiso a los capos para entrar a algún predio.

QUE LE pregunte a los comerciantes de Iztacalco, Cuauhtémoc o Iztapalapa, en plena Ciudad de México, que tienen que pagar religiosamente derecho piso a las mafias. También le puede preguntar a los productores de aguacate de Michoacán a los que gobiernan los criminales.

EJEMPLOS sobran, en todo el país, de regiones enteras en las que el Estado es un mero membrete, pues la 4T decidió rendirse ante el crimen organizado. Nomás es cosa de que el Presidente pregunte, para que se entere en qué país vive realmente.

 

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ALLÁ en Puebla desde hace tiempo se sabe que Roberto Gil Zuarth es quien se encarga del trabajo sucio contra los adversarios del gobernador Miguel Barbosa. El ex panista operó, según dicen, la reciente andanada judicial contra Ignacio Mier.

AL COORDINADOR de los diputados de Morena se le quiere involucrar en un caso de lavado de dinero, pese a que la investigación original sólo se le menciona, pero no se le imputa delito alguno, como consta en el expediente original que elaboró la UIF de Santiago Nieto.

CUENTAN que la maniobra es una carambola de tres bandas por parte de Gil Zuarth, pues por un lado le pega a "Nacho" Mier, como quiere Barbosa; y de paso lo enfrenta con Nieto, aprovechando su papel de proveedor del gobierno estatal. Igual que en Puebla, Gil y sus socios aparecen como proveedores favoritos de asesoría jurídica en otras entidades. Aún en tiempos de la 4T, ese abogado panista siempre encuentra el modo de sacarle algún jugo al presupuesto público.

 

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ALLÁ en Colombia, el empresario Rodolfo Hernández sorprendió a todos al ubicarse en el segundo lugar de las elecciones presidenciales. Sin que sea un elogio, en aquel país lo llaman "el Donald Trump colombiano" por sus propuestas populistas y su discurso antisistema.

DESDE hace años, su mensaje se centra en que es el único capaz de combatir la corrupción y dice que para eso es necesario "no mentir, no robar y no traicionar"... exactamente igual que Andrés Manuel López Obrador. Es curioso que los ultraderechistas tengan el mismo discurso que un Presidente supuestamente de izquierda.

¿SERÁ QUE los extremos se tocan... o que en realidad no hay ninguna diferencia entre ellos? Es pregunta que en México ya sabemos la respuesta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ámbito: 
Nacional