El multitudinario evento que organizó Morena en Toluca con las tres principales figuras que aspiran a la candidatura presidencial para 2024 este fin de semana fue para mostrar músculo, que sí logró con la convocatoria, y unidad, que estuvo maquillada. La candidata designada en los hechos, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, atajó los señalamientos sobre divisiones entre quienes puntean, según el estado de ánimo electorero, y aseguró que no hay ningún pleito interno. Sin embargo, el conflicto entre aspirantes a la candidatura se está dando de manera ratonera, donde los operadores de Sheinbaum han sacado clara ventaja a los plomeros de los secretarios de Gobernación, Adán Augusto López, y de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
Sheinbaum es la favorita del presidente Andrés Manuel López Obrador y no se oculta. En el acto de Toluca, la estuvo cuidando el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, quien tiene la encomienda directa de cuidarla. No sólo la arropa y está listo para salir en su defensa en el momento en que fuera necesario, sino que también es activo para minar a sus adversarios. La última operación fue en Los Ángeles, la semana pasada, contra Ebrard, quien, cuando anunció el programa Jóvenes Construyendo el Futuro en esa ciudad, empezó a recibir reclamos a gritos: “Ebrard, Ebrard, ¿qué pasa con Ebrard que los consulados no pueden mejorar?”.
Personas que conocen cómo se manejan los asuntos consulares, dijeron que esa protesta contó con la colaboración de la cónsul en Los Ángeles, la experimentada Marcela Celorio, que fue nombrada por Ebrard en 2019, pero por instrucciones de López Obrador, que no la conoce pero que atendió la recomendación de un empresario cercano. Detrás de los manifestantes estuvieron organizadores de las redes de Morena en esa ciudad –tiene en varias partes de ese país–, que maneja Marath Baruch Bolaños, que cuando fue secretario particular de Ebrard, de acuerdo con diplomáticos, recibió mucho maltrato. Bolaños es muy cercano al hijo del Presidente más metido en la política, Andrés, que lo impulsó para ser nombrado subsecretario de Empleo y Productividad Laboral en la Secretaría del Trabajo, donde el coordinador de asesores de la secretaria Luisa María Alcalde, es hijo del subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, y que operó las redes de Morena en Estados Unidos por algún tiempo.
Ebrard ha resentido los golpes del equipo de Sheinbaum desde hace más de un año. El que más le afectó fue la revelación en The New York Times, en junio del año pasado, que concluyó que la tragedia de la Línea 12, donde murieron 26 personas, se debió a “graves fallos en la construcción del Metro que parecen haber causado directamente el colapso”. Ebrard volvió a resentir los golpes este año, cuando Sheinbaum y su equipo, al repudiar el tercer dictamen de la empresa noruega DNV que incorporaba como una de las causas del colapso de una trabe a la falta de mantenimiento, volvieron a reforzar en las fallas de la obra la razón del accidente.
El canciller, que es visto fuera de Morena como un mejor candidato que Sheinbaum, no es el único atacado por los plomeros de la jefa de Gobierno. El secretario de Gobernación, sin recibir públicamente la metralla que ha padecido su colega de gabinete, ha tenido que tragarse sapos monumentales. El más grande fue consecuencia de una decisión tomada a principio de mayo, cuando junto con el secretario de la Función Pública, Roberto Salcedo, anunció un golpe espectacular en la Procuraduría Federal del Consumidor, la Profeco, que sacudía en sus raíces al titular, Ricardo Sheffield. En el manotazo en Bucareli –no en la Secretaría de Economía, como correspondía al ser área de su competencia– anunciaron la remoción de tres altos funcionarios y el nombramiento de Miguel Ángel Chico Herrera como nuevo subprocurador jurídico.
Otros dos tabasqueños cercanos a López, Guillermo Carlos Priego de Wit, que durante su gestión como gobernador estuvo a cargo del DIF, y Rubén de Jesús Cervantes González, sin mayor trayectoria administrativa, fueron nombrados director general de Verificación y Defensa de la Confianza de Combustibles y director general de Oficina de Defensa del Consumidor. Pero la Subprocuraduría Jurídica no se movió a ese ritmo, y Chico Herrera jamás puso un pie en la Profeco. Diez días después de su nombramiento, apareció una fotografía de él con López en Bucareli, y una declaración: “No voy a Profeco; voy a tener un cargo en Gobernación, la Coordinación de Seguimiento de Planeación Institucional”.
La razón del cambio, revelaron funcionarios federales, había sido cortarle brazos a Sheffield, quien a través de sus subordinados estaba recolectando recursos para inyectarlos mensualmente a la campaña de Sheinbaum para la Presidencia. El director de la Profeco se resistió a los relevos y logró revertir el nombramiento de Chico Herrera, de extracción panista como él, que era su adversario político en Guanajuato. El respaldo de la jefa de Gobierno le pudo haber servido para patalear e impedir que un enemigo fuera su cuña en la Profeco, pero ya no le dio para bloquear la llegada de un leal a López en el área de Verificación de la Confianza de Combustibles.
Sheffield no está mal en Palacio Nacional, pues la forma tramposa como presenta los precios en las gasolineras le son funcionales al Presidente. López Obrador se molestó fuertemente cuando Reforma publicó a principio de junio propiedades no declaradas en el SAT, involucrando en sus negocios inmobiliarios a funcionarios de la Profeco. Las instrucciones del Presidente para que le llamaran la atención no parecen haber tenido mayor impacto. Tampoco se sabe si la fuente de financiamiento para la campaña de Sheinbaum que rompió López con el manotazo en la Profeco, se restableció.
Las demandas de “piso parejo” –una contienda sin favoritismos– que han hecho en público y en privado Ebrard y López no han tenido eco en Palacio Nacional, y la batalla en las cañerías la va ganando Sheinbaum. Finalmente, es la candidata del Presidente y de su familia.