MORELOS.- El Presidente Andrés Manuel López Obrador ya viene entrando por la carretera principal de Coatlán del Río. Saludando a quienes se amontonan en la ventanilla en un recorrido lento, de media hora, hasta la nueva sucursal del Banco del Bienestar, con olor a mangos caídos de los árboles, y acá, en la entrada, el jornalero Leoncio García Cotero, sudoroso, señala con el dedo otro mitin en una fotografía enmarcada.
"Esta es del 2006, cuando fuimos a México, yo estoy aquí, donde está la bandera". Sellada con cristal, un metro de largo, 100 mil seguidores en el sol de aquel día de hace 16 años, pero el campesino de 47 años y una timidez extraña en su metro 80 de estatura, se mira a sí mismo: "Yo me encuentro aquí en el asta bandera, por eso saqué este cuadro, y lo tengo aquí a ver si me lo firma López Obrador, mi Presidente".
López Obrador está de nuevo en campaña. El viernes fue a Huatulco, Oaxaca, a prometer 6 mil 513 millones para los damnificados del huracán. El sábado, al Estado de México, feudo priista, donde lo animaron a reelegirse: "¡Seis años más! ¡Seis años más!".
En este municipio del triángulo de Morelos, Guerrero y el Estado de México, zona de disputa criminal de Los Rojos y Guerreros Unidos, los taxis están formados al costado de la carretera en más de un kilómetro con los mismos letreros en sus ventanillas.
Tan grande es la bienvenida y tan pequeña la nueva sucursal para atender a 2 mil personas que reciben becas y pensiones. Es una de las 2 mil 700 que habrá en todo el país, sin cobro de comisiones, aunque desde el año pasado el banco dejó de dar crédito por falta de pago.
El sábado, López Obrador dijo que repartía 600 mil millones de apoyos a 25 millones de familias, pero hoy lo va a cambiar a 500 mil millones y 25 millones de beneficiarios.
"¡Somos 100 por ciento PG", grita Hilda Montoya, la lideresa de Cerritos Barona, pelo güero, suéter de encaje negro, escote, que ya repartió 150 tortas y frutsis. Otros más cargan carteles de apoyo al Gobernador Cuauhtémoc Blanco, pero un poco a fuerzas.
A quienes desean ver es al Presidente, que a los viejitos les pregunta si ya les llegó su pensión, a las amas de casa las abraza, recibe regalos, recibe canastas de mangos y pitayas, cuexcomates en miniatura, sus libros para que los firme.
"No llores, no llores, mira ahorita va salir un ganso", le dice a un niño llorón que le acercaron para la foto. Allá adelante se baja a preguntarle si ya le llegó su pensión a una joven con parálisis cerebral que se retuerce en su silla de ruedas.
"Esta es la sucursal más segura, creo yo, porque tenemos la comandancia aquí cuidándonos", bromea Víctor Manuel Lamoyi, director del Banco de Bienestar, en el patio de la comandancia. Menos mal, porque el 26 de abril un ataque armado dejó tres muertos, uno de ellos menor de edad, en la Colonia Morelos. En el breve patio, López Obrador habla con el cuello torcido hacia la calle, donde están sus seguidores coreando aquello de seis años más.
"Ya está tomada la decisión, porque es una cuestión de principios: Yo ya me voy a jubilar terminando mi mandato, ya cierro el ciclo y va a haber relevo generacional". Por si la Constitución estaba con el pendiente, les aclara. Y el público le responde que no lo acepta. Pero ni modo. "Y no se preocupen, porque los que vienen a sustituirnos, pueden ser mujeres, hombres, hasta mejores que el que les está hablando", añade.
Leoncio García lo encuentra en la salida, cuando el Presidente se iba a subir a su camioneta: "Yo lo recibí en 2006, ¿se acuerda de mí?", le pregunta. Se toma una foto con él y su cuadro autografiado antes de que el Presidente viaje a la Ciudad de México, a Iztacalco, a inaugurar otra sucursal bancaria.
Ya van más de mil 500, dice en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca, Luis Cresencio Sandoval, el Secretario de la Defensa, encargada de las construcciones que hasta abril tenían un retraso nacional de 55 por ciento, si bien no parece que sea por falta de dinero. Desde que "los de arriba" pagan impuestos, el dinero sobra, dice López Obrador.
"Engañaban a la gente diciendo que no había presupuesto por los comerciantes ambulantes. ¡No! ¡El problema es que los que tienen más ingresos no pagaban!", dice a gritos, apurado por la llovizna que no preocupa a los vendedores ambulantes y los trabajadores de la limpieza que le vuelven a gritar que seis años más y él a negarse. Claudia Sheinbaum, contagiada de nuevo de Covid, aspirante a sucederlo, está ausente.
"Eso ya no se puede. Además, miren, ya cambió la mentalidad del pueblo. ¿Ustedes creen que van a regresar los retrógradas, conservadores corruptos? El pueblo no es tonto. La gente va a seguir impulsando la transformación".
Llovizna en la tarde gris. Suenan las campanas de la basura. Un águila entrenada se posa en una mampara a la hora en que cantan el Himno Nacional
"Yo creo que si por él fuera, sí se reelige", dice, camino a la salida, Magda, una enorme mujer morena de delantal verde, vendedora de ramos de flores. "Es más por su salud, yo digo, que a lo mejor no le alcanza, pero Bendito Dios que así fuera", añade.
