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EN TERCERA PERSONA

El lustro de sangre y violencia en el poniente de la CDMX

En octubre de 2020 elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México catearon un domicilio en Parque Las Águilas, en la alcaldía Álvaro Obregón. Debajo de una cama, metidos en dos cajas, encontraron a dos hombres de la organización criminal de Jonathan Lenin Canchola que habían sido “castigados” por desobedecer instrucciones.

La encargada de “bajar” las instrucciones de Lenin Canchola era una funcionaria de la alcaldía de Cuajimalpa, Flor Leticia Vázquez Juárez, quien entonces fungía como Jefa de Unidad Departamental de Vía Pública en Cuajimalpa y hacía las veces de secretaria particular del líder criminal.

En vehículos oficiales, Vázquez Juárez recogía el dinero de la extorsión a vendedores ambulantes y líderes del transporte de Cuajimalpa y lo entregaba personalmente a Canchola, una figura que, tras una serie de asesinatos de jefes y sicarios de grupos antagónicos, dominó el narcomenudeo y el cobro de piso en alcaldías del poniente de la capital.

Según fichas de inteligencia del gobierno capitalino, la funcionaria coordinaba los traslados de El Lenin a través de flotillas de taxis que fungían como “halcones” en Álvaro Obregón, Cuajimalpa y Magdalena Contreras.

Un segundo funcionario ligado a esta organización era Marcos Posadas Moreno, quien se hallaba dado de alta en Cuajimalpa como director de Conservación Ecológica.

Lenin Canchola, de acuerdo con las mismas fichas, trabajaba como socio y aliado de Óscar Andrés Flores Ramírez, El Lunares, ubicado como líder de la Unión Tepito y sentenciado a 27 años de prisión apenas en junio pasado. Según las autoridades, Canchola distribuía la droga del Lunares, para su venta al menudeo, en las alcaldías del poniente capitalino.

La SSC le siguió la pista durante más de tres años, desde la caída de los principales jefes de la Unión. Canchola huyó de la capital y solo regresaba de modo incógnito, moviéndose en los taxis de su flotilla, para hacer acuerdos y reunirse con familiares.
Tenía a su servicio una red de abogados que, además de llevar el caso de El Lunares (él financiaba la defensa), le reportaban sobre carpetas de investigación, investigaciones en su contra y declaraciones de detenidos.

El secretario de seguridad capitalino, Omar García Harfuch, declaró más tarde que Lenin Canchola fue el líder criminal que más trabajo le costó ubicar.

Uno de sus principales colaboradores, apodado El Mai, fue aprehendido en Acapulco en febrero de 2021: estaba relacionado con una ejecución en el que uno de los sicarios se acercó a su víctima en una silla de ruedas, para no levantar sospechas.
Más tarde fue aprehendido el líder operativo del grupo, Jorge Jonathan Juárez Vizcarra, El Johnny, quien había heredado el manejo de los halcones, la administración de los taxis (en los que la droga de Canchola era trasladada), así como el reclutamiento de halcones, vendedores y sicarios.

El Johnny era el eslabón que faltaba para llegar a un sujeto apodado El Pañal (Francisco Benítez), segundo al mando de los Malcriados 3AD (así se autonombraba el grupo de Canchola), quien fue arrestado poco después de haberse enfrentado a tiros con los policías que iban a detenerlo.

Fue precisamente a través del seguimiento de un operador cercano, como elementos de inteligencia de la SSC lograron ubicar a Lenin Canchola en Monterrey, Nuevo León. Se pidió la colaboración de la Agencia Estatal de Investigaciones. El Lenin fue ubicado sobre la calle Reforma, en la zona centro del municipio.

Se desplazaba en un Nissan Versa de color blanco; un Mazda del mismo color le servía de escudo.

Canchola intentó darse a la fuga, se pasó varios altos y finalmente, “de manera repentina”, según se lee en un parte informativo, se identificó como jefe de la Unión y propuso e incluso amenazó para que lo soltaran.

Durante más de un lustro, Canchola había extendido sus actividades de extorsión, cobro de piso y narcomenudeo al amparo de funcionarios de Álvaro Obregón, Magdalena Contreras y Cuajimalpa, así como de autoridades policiacas de la capital.
Como relaté ayer, antes de su detención se había reunido con El Comandante Alemán, uno de los líderes sanguinarios del Cártel del Golfo. Se cree que tras la sentencia de El Lunares buscaba extender, o acaso restablecer, las redes de suministro de droga, para su venta en calles de la ciudad.

En todo caso, con él concluye un lustro de sangre y violencia. ¿Otro ocupará su puesto?  

Ámbito: 
Nacional