El ocaso
La breve visita de López Obrador a la Casa Blanca proyectó la imagen de un presidente en el ocaso.
El lunes, un puñado de migrantes que le echan porras mientras él saluda desde el balcón como si estuviera frente a una multitud.
El martes, un desayuno breve a nivel vicepresidenta, una burocrática reunión en la que lee un discurso largo y fofo que aburre hasta a su anfitrión Biden, un López Obrador que parece saber que esta podría ser la última vez que lo reciban en la Casa Blanca, y un Biden que frente a los berrinches del mexicano responde como el adulto de la relación y lo ve con cara de: tú te vas en el 2024, yo me voy a reelegir en el 2024.
El miércoles, la reunión con empresarios no tuvo el empaque de la que le organizó hace dos años Trump en la Casa Blanca, con cena de honor. La de esta vez se la tuvieron que armar los dirigentes empresariales mexicanos, casi como para llenar la agenda matutina del miércoles porque el único vuelo directo a México despega hasta la tarde. Desde luego, no tuvo poder de convocatoria entre empresarios americanos, que ya saben que con este presidente de México no se puede lograr mayor cosa y sencillamente están esperando a que se vaya. Dijeron que se comprometen a invertir 40 mil millones de dólares. Ya sabemos cómo han sido esos anuncios de inversiones en la 4T, puro cuento, lo expuse en esta columna hace unos días (“174 proyectos anunciados… ya terminaron 1”).
El jueves -clímax patético- los gobernadores de su partido lo reciben con un desplegado ¡dándole la bienvenida de regreso al país! Las rancias formas del más viejo presidencialismo priista.
La triste imagen del hombre en el ocaso.
Saciamorbos
¿Qué REALMENTE dicen las calificadoras? Acostumbrado a la chapuza mañanera, el presidente López Obrador trató de promover como éxito que Standard&Poor´s mejorará la perspectiva de la economía mexicana y mantuviera la calificación de Pemex.
No leyó la letra chiquita. O sí la leyó y prefiere mentir. En lo que refiere al país en general, S&P consideró una buena noticia que AMLO haya fracasado en su reforma eléctrica. Es decir, mejoró la perspectiva de México porque ven a la oposición unida, dispuesta a ser un dique frente a las barbaridades del tiranuelo de Palacio.
Lo de Pemex se cuece aparte. Su calificación sigue haciendo frontera con basura. En su diagnóstico, S&P explica que si no está peor es porque el gobierno está decidido a seguirle metiendo dinero a la paraestatal. El ejemplo clásico: es como si el junior se acaba el dinero, todos saben que el papá le va a pagar la tarjeta de crédito. El otro factor es que el petróleo está carísimo, pero la calificadora advierte que si los precios bajan (si hay recesión o si termina la guerra en Ucrania), Pemex va a seguir teniendo graves problemas para pagar sus deudas. No sólo eso, el reporte señala que se espera que Pemex enfrente un déficit de fuentes efectivo en los próximos 12 meses, o sea, que pronto se van a quedar sin dinero en la caja para pagar sus obligaciones financieras y con proveedores.
¿Cómo dicen en el gobierno? “Vamos bien”.