El mensaje en los templos católicos en México ha sido el mismo que desde hace un mes: un cambio, por parte del Gobierno, de la estrategia de seguridad en el país. La Iglesia católica levantó la voz tras el asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la sierra Tarahumara hace un mes. Desde entonces, a través de sus publicaciones y también desde los púlpitos de sus templos, ha distribuido un mensaje que el Gobierno se ha negado a considerar. Bajo el esquema de la oración, la Iglesia ha hecho un argumento y no ha quitado el dedo del renglón.
González, obispo auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, arrancó su mensaje dominical yendo al grano: “Reconocemos que nos sentimos interpelados ante la realidad de la violencia que se vive a lo largo y ancho de nuestra República mexicana y deseamos actuar de manera articulada junto con los que claman justicia, la reconciliación y la paz”. El religioso ha pedido oraciones por los más de 100.000 desaparecidos en México y también por los muertos en la ola de violencia que se ha prolongado por más de una década. Además, ha pedido oraciones por los responsables de la seguridad en el Estado mexicano. “Oremos por quienes gobiernan nuestro país: presidente y gobernadores para que busquen estrategias y nos ayuden a vivir en un auténtico ambiente de paz”, ha añadido.
Los colectivos de desaparecidos han atendido a la convocatoria de la Iglesia católica, principalmente, en Estados que padecen con mayor severidad la ola de violencia: Jalisco, Coahuila, Morelos, Tamaulipas y Veracruz. Los altares de algunos templos emblemáticos se han llenado de retratos de muertos y desaparecidos. En una imagen publicada en redes sociales, por ejemplo, se observa al arzobispo de Xalapa, Jorge Patrón Wong, mirando decenas de fotografías con los rostros de los desaparecidos, o a Ramón Castro, obispo de Cuernavaca, dando bendiciones a letreros que lo acompañaron en la celebración de la misa dominical.
La CEM lleva casi cuatro semanas reiterando su mensaje y ejerciendo una presión significativa al tratarse de la mayor Iglesia de México —un 77% de los mexicanos se considera católico, según cifras del Inegi de 2020. Sin embargo, la movilización de la Iglesia no ha sentado bien en Palacio Nacional. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha acusado a algunos religiosos de estar “apercollados por la oligarquía” y ha asegurado que sus oponentes buscan generar conflictos con la Iglesia católica. Cuestionado sobre si cambiaría su estrategia ante las peticiones de los religiosos, el presidente ha contestado con un rotundo ‘no’.