La truculenta historia de Abelina, Narro y los marinos desaparecidos
Hace casi cinco meses, el senador morenista José Narro Céspedes le pidió a Abelina López Rodríguez, la alcaldesa de Acapulco, “personal armado vestido de civil” para que lo cuidara entre el 3 y el 6 de marzo, días en que asistiría a un evento relacionado con la Revocación de Mandato que iba a llevarse a cabo en la Ciudad de México.
¿Por qué un senador por Zacatecas tendría que pedirle escoltas a la alcaldesa de Acapulco? Nadie lo sabe. ¿A qué le tenía miedo Narro Céspedes al punto de requerir “personal armado vestido de civil” que lo acompañara en un evento al que muchos otros morenistas habían sido convocados? También se ignora.
El hecho es que la alcaldesa se comunicó vía telefónica con el secretario de Seguridad Pública del municipio, el capitán de Marina, Maximiliano Serrano Pérez. El funcionario se hallaba, según dijo después, en un viaje de trabajo en la capital del país, acompañado por su chofer y por dos escoltas.
Así que le envió al senador a dos de los elementos de la Marina que iban con él: Óscar Manuel González Andrade y Victoriano Rodríguez Zurita.
Según información recabada en dos carpetas de investigación por la reportera de Latinus, Monserrat Peralta, Narro Céspedes admitió, en un escrito presentado días más tarde, y dirigido a la fiscalía de la Ciudad de México que, efectivamente, los dos elementos se presentaron ante él el domingo 6 de marzo de este año, en el restaurante Cambalache Oasis, de Coyoacán, en donde el senador departía con el hoy gobernador electo de Tamaulipas, Américo Villarreal.
Los dos marinos desaparecieron esa noche.
En un escrito dirigido al comandante de la base naval el 11 de marzo, el capitán Serrano Pérez indicó que había dado instrucciones a los escoltas para que se reportaran vía telefónica, y que sin embargo la última vez que se comunicaron fue aquel domingo, a las 20:00 horas, en que se reportaron sin novedad.
De acuerdo con lo que Narro Céspedes informó al ministerio público, él le dijo a los marinos en el propio restaurante que ya no necesitaba su protección. Narro afirmó ante el MP que su seguridad personal se halla a cargo de un militar en retiro, y sostuvo que entre el 1º y el 7 de marzo no tuvo escolta alguna.
El secretario de seguridad de Acapulco señaló en cambio en su escrito que, para el desempeño de su comisión, el senador Narro le había entregado a los escoltas una camioneta Audi, modelo 2018, color gris grafito metalizado, con placas de Morelos.
Agregó el capitán Serrano que después de esperar el reporte de sus hombres durante todo el lunes, se comunicó al fin con Narro a la caída de la tarde. Narro le dijo que la noche del domingo les había dado la instrucción “que a su consideración descansaran”, y que el lunes temprano volvieran a Acapulco. Dijo que a partir de ese momento ya no tuvo contacto con ellos.
Las contradicciones no pararon ahí. La alcaldesa de Acapulco negó haber enviado a los marinos a que sirvieran como escoltas de Narro. Esta fue su declaración:
“Ahí es un asunto que está en la legalidad, solamente decir que yo no mandé marinos, que yo no firmé nada, que yo no sé nada, nada más eso les digo”.
Más adelante, insistió: “No di nada, no autoricé nada”.
El secretario de seguridad la contradijo. Asentó que para dar cumplimiento a la encomienda, dada telefónicamente a las 10 de la noche del 3 de marzo por Abelina López, generó los oficios de comisión SSP/02363/2022 y SSP/02367/2022 –supuestamente firmados ese mismo día.
Vino más tarde una confusa entrevista que Narro Céspedes concedió al periodista Fernando del Collado: dijo que el acto para que había solicitado a los escoltas no se hizo, “y por lo tanto no se hizo la solicitud”, dijo que “bueno, sí se hizo, pero se hizo a destiempo”, dijo que “el oficio nos lo pidieron, nosotros lo mandamos sobre todo porque se había tomado una decisión sobre todo de la gente responsable de la seguridad de Acapulco”.
Dijo también: “Yo quiero decir que (los escoltas) nunca estuvieron bajo mi cargo”. Dijo que “nosotros nunca los solicitamos. Nunca anduvieron con nosotros. Sí vinieron. Los vimos, pero nunca anduvieron con nosotros, no estuvieron conmigo”.
Dijo también que no podía saber lo que había ocurrido porque “no soy ministerio público”.
El sábado pasado Maximiliano Pérez Serrano presentó su renuncia. Los marinos siguen sin aparecer. Casi cinco meses después, las familias exigen de Abelina y Narro una respuesta.