México y sus mujeres en llamas
Llevaban seis días buscando a Arith Alejandra, una joven de 25 años de edad. La mañana del 30 de junio de 2022, el cuerpo de bomberos de Hermosillo, Sonora, recibió una alerta: había algo que se estaba quemando en la vía pública.
Al llegar al lugar, los bomberos se percataron de que lo que estaba en llamas era el cuerpo de una persona. Se lanzó una alerta: se trataba de una mujer con brackets en la dentadura y calcetas de corazones y mariposas.
El colectivo Madres Buscadoras de Sonora difundió este aviso: “Si alguien tiene una persona desaparecida con esas características, acuda al Servicio Médico Forense o a la Fiscalía General de Justicia del Estado para más información”.
De ese modo terminó la búsqueda de Arith Alejandra.
A principios de 2022 se publicó una nota perdida en el alud de malas noticias que envuelve a México. Agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital del país habían recibido el reporte de que en la colonia Pedregal de Santo Tomás, en la alcaldía de Tlalpan, había un cuerpo semidesnudo tendido en el suelo.
En los alrededores, los agentes hallaron indicios de cabello y manchas de sangre. Los agentes supusieron que la víctima había sido arrastrada hasta una calle solitaria. Pero lo más impactante era que el cuerpo se hallaba casi totalmente quemado.
El pasado 4 de mayo, en la alcaldía de Cuauhtémoc, también en la CDMX, un sujeto llamado Arturo Hernández roció con solvente a su pareja sentimental y luego le prendió fuego. Según el testimonio de una de las hijas de la víctima, Myrta Itzel, de 45 años, era sometida por Hernández a altos niveles de violencia física y emocional.
Myrta fue internada de emergencia en el hospital Rubén Leñero. Pero no pudo recuperarse del ataque y falleció dos meses más tarde, en medio de grandes sufrimientos.
Datos de la Secretaría de Salud dados a conocer recientemente por el portal Animal Político revelan que entre enero y junio de 2022 al menos 47 mujeres fueron quemadas de manera intencional en México.
En marzo de 2022, Antonio “N” fue aprehendido en el municipio de El Marqués, en Querétaro. Había golpeado a una adulta mayor y luego quemó con tíner el rostro de una joven que había intervenido en defensa de la víctima.
A fines de ese mes, en el municipio de Santiago Papasquiaro, en Durango, fue hallado el cuerpo de una mujer de 40 años a la que cinco días antes se había reportado como desaparecida. El cuerpo, totalmente quemado, se hallaba envuelto en una cobija.
La última semana de junio se viralizó el caso de Liliana, de 23 años, quien denunció en redes sociales que en el municipio de Salinas Victoria, Nuevo León, tres hombres la drogaron, la golpearon, la violaron, le prendieron fuego y la tiraron en un baldío, dándola por muerta.
La joven sobrevivió al ataque, aunque sufrió quemaduras en la tercera parte de su cuerpo. Según declaró ante el periodista Luis Cárdenas, los dolores indecibles que sufrió la llevaron incluso a pedirle a los médicos que pusieran fin a su vida.
Una víctima más fue Jessenia Johana Cisneros, de 17 años, a quien asesinaron y calcinaron el pasado 2 de mayo, dentro de su propio hogar, en la ciudad de Chihuahua. Según la fiscalía estatal, el cuerpo de Johanna presentaba quemaduras en aproximadamente el 40 por ciento de su superficie.
El 27 de junio, en la ciudad de Puebla, una mujer fue rociada con ácido sulfúrico por dos hombres que pasaron a bordo de una motocicleta: “¡Guapa!”, le gritaron, antes de arrojarle el ácido en un brazo.
A estos casos se suman los de Luz Raquel Padilla, amenazada por vecinos y quemada viva en un parque de Zapopan, Jalisco (la fiscalía ha sugerido que ella misma se prendió fuego), y el de Margarita Ceceña Martínez incendiada con gasolina en Cuautla por familiares que disputaban la posesión de un terreno.
En medio de niveles históricos de feminicidios, en medio de un ambiente de impunidad prácticamente absoluto, la violencia en contra de las mujeres sigue escalando en sus formas de crueldad. Los casos de mujeres en llamas aparecen dos veces por semana en los medios y, según denuncian organizaciones feministas, en el fondo no sucede nada. Ruido en las redes por unos días y después el olvido hasta que un nuevo horror momentáneamente nos despierta.