La elevada inflación, que está en máximos en lo que va de este siglo, impacta la percepción de las familias sobre futuros aumentos de precios, ubicándola en su nivel más pesimista en más de cuatro años, señala el Inegi.
En las cifras de la confianza del consumidor a julio pasado, el indicador complementario, el cual evalúa la percepción de los consumidores respecto a los precios, reportó una caída de 6.1 unidades en los últimos 11 meses, lo que revela una postura crecientemente pesimista. Esa contracción significa que los hogares prevén que los precios suban más en próximos meses.
Así, el mes pasado, el sentimiento sobre el comportamiento de la inflación llegó a 13.4 unidades, su menor registro en más de cuatro años, su postura más pesimista desde marzo de 2018.
“No me sorprende el pesimismo sobre el futuro comportamiento de los precios, porque la inflación ha sido persistente y se ha estado moviendo mes tras mes a niveles cada vez más altos. Aunque pensamos que la inflación va a comenzar a disminuir, no es la percepción que tienen los consumidores”, comentó Raúl Feliz, profesor asociado del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
En tanto, el componente relativo a la opinión sobre las posibilidades en el momento actual por parte de los integrantes del hogar, comparadas con las de hace un año, para comprar bienes durables como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrodomésticos, cayó 1.1 puntos en julio pasado, para ubicarse en su nivel más bajo desde octubre de 2021, cuando se aceleró la marcha de la inflación.
“La perspectiva que tienen los consumidores es que, pese al Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic) y el subsidio a las gasolinas, no se logra contener la dinámica de precios, en particular de alimentos, cuya alza ha alcanzado cifras récord. Esto es la parte más sensible del gasto de familias de menores ingresos que son más afectadas”, advirtió Aníbal Gutiérrez, profesor e investigador de la Facultad de Economía de la UNAM.
Otros rubros que revelan el sentimiento de la pérdida del poder adquisitivo de los hogares por la inflación son, por ejemplo, el indicador sobre la posibilidad de comprar ropa, zapatos y alimentos respecto a la de un año antes, que registró una contracción de 1.4 unidades en julio, para llegar al menor nivel observado en los últimos seis meses.
Caso similar es el de la posibilidad de salir de vacaciones en los próximos 12 meses, que cayó 1.5 unidades y con ello se ubicó en su menor valor en un año.
Leer más: México revisará cuota para importar pierna y muslo de pollo de Estados Unidos
Mayor presión
El deterioro de las perspectivas de inflación y del poder adquisitivo de las familias en los próximos meses es una de las principales razones de la contracción de la confianza del consumidor.
El mes pasado, con cifras ajustadas por estacionalidad, el Indicador de Confianza del Consumidor reportó una baja de 1.7 unidades, su mayor caída mensual desde abril de 2020, luego del estallamiento de la crisis sanitaria, e hiló tres meses a la baja, para ubicarse en su menor nivel desde marzo de 2021.
Con esta contracción “se prenden las alertas sobre la cautela con la que podrían responder los consumidores ante un panorama que se complica velozmente, y en el que las fuertes presiones inflacionarias han logrado sostenerse por varios meses”, advirtió Daniel Arias, analista económico de Monex.
De permanecer este ambiente de poco optimismo, se puede esperar una caída en el consumo hacia adelante, lo que abonará a la desaceleración económica en el segundo semestre del año.
“Si los consumidores piensan que va a haber un aumento de inflación y eso merma su poder de compra, si no están optimistas sobre el futuro, pues no van a gastar más. Entonces, es una señal de que el relativo buen desempeño que ha tenido el consumo probablemente no se va a sostener en los meses siguientes”, destacó Raúl Feliz.
Además, la inflación y la consecuente pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores va a complicar las negociaciones salariales para 2023, que buscarán compensar el alza de precios.
Las grandes empresas podrían asimilar más o menos los aumentos, pero para medianas y pequeñas les va a ser más difícil pagar un incremento similar a la inflación, cuando no están teniendo ventas, comentó Aníbal Gutiérrez.