La desconfianza crónica del presidente López Obrador en las instituciones civiles y su empecinamiento en militarizar la seguridad pública y meter al Ejército en los negocios aeroportuarios y del Tren Maya permiten arriesgar una descabellada pero lógica probabilidad: que sus alborotadas “corcholatas” no pasen de ser una finta.
Negado a tener “buenas ideas” y escéptico hasta de lo que “pienso”, aventuro sin embargo que su recurrente descalificación a organismos sociales, públicos o autónomos y algunas dependencias de su gobierno es tan consistente que, por mera congruencia, su gallo para el 24 quizá porte uniforme.
Dijo sobre la Guardia Nacional hace seis días:
“Voy a hacer lo que hice con la reforma a la ley eléctrica. Como sé que los conservadores están en huelga, no legislan –ojalá y no cobraran–, no están trabajando y todo lo rechazan (…), que el día de mañana no puedan decir siquiera: ‘Es que no se cuidó y se echó a perder la Guardia Nacional, porque debió estar inscrita, dependiendo de una institución fuerte, profesional, como la Secretaría de la Defensa…’”.
En su opinión, pues, el gobierno civil es débil y nada profesional.
“Ahora –continuó– se respetan los derechos humanos, no hay tortura, no hay masacres, y tanto en el Ejército como en la Marina hay respeto por la gente…”.
Eso implica que antes de la 4T las fuerzas armadas torturaban y masacraban. De ser así, AMLO debiera promover una Ley de Amnistía, antes de permitir que probables criminales impunes continúen en la milicia de que es el comandante supremo.
Para lograr su propósito, dijo, “puede ser que encontremos un mecanismo legal que no requiera la reforma constitucional”.
Se le preguntó entonces: ¿una ley o un decreto puede estar por encima de la Constitución?
Respondió: “Una ley, y que no se viole la Constitución. Y si se considera que es violatorio de la Constitución, van a acudir los conservadores al Poder Judicial, a la Suprema Corte. Ya lo anunciaron, pero yo lo que quiero es cumplir con mi responsabilidad”.
Por lo dicho, para él sólo los “conservadores”… defienden la Constitución.
“Conviene que la Guardia Nacional quede como una rama de la Secretaría de la Defensa para que se le dé estabilidad en el tiempo y no se corrompa (…). Es algo parecido a lo que estoy promoviendo en el Tren Maya y en los aeropuertos”.
En sus palabras, únicamente la Secretaría de la Defensa garantiza estabilidad y honestidad.
“¿Por qué quiero que haya una empresa de la Sedena que sea la encargada de operar y administrar el Tren Maya, las estaciones, los aeropuertos Felipe Ángeles, el aeropuerto de Palenque, el de Chetumal, el nuevo de Tulum, toda una empresa? Porque no quiero que se vaya a privatizar en el futuro y toda esa inversión pública pase a manos de particulares. Y si lo dejo dependiendo de la Secretaría de Comunicaciones, a la primera arrebatan; si lo dejo en Fonatur, igual…”.
En consecuencia, cabe inferir, el próximo presidente de México debiera ser el divisionario general secretario Luis Cresencio Sandoval…