Graco: el peligro de la represión
De cara a la mega-manifestación, lo mismo que en la víspera de que se paralice la entidad en puntos neurálgicos de su vida política, económica y social, queda ahora el reto en la cancha del tirano para saber si actuará como el detestable represor que es, o si aún cabe en su cabeza, o la de alguno de sus sesudos asesores la palabra sensatez. Y la advertencia al desgobernador: aquí no queremos muertos como en Oaxaca, más desaparecidos ni fosas clandestinas como los de Tetelcingo y, mucho menos impunidad si el mercenario de la política no cede en sus pretensiones de apoderarse de esta noble tierra, cuna de la Revolución.
Y advierto todo esto, porque, en primera instancia, la sociedad ha recurrido a las instituciones y los medios legales para, sin violencia, hacer entender al desgobernador que TODOS demandamos, YA, cambios drásticos en la forma de gobernar, legislar y hacer cumplir las leyes. No obstante, frente a cada uno de estos intentos, el tirano bloqueó todo intento institucional de que enmendara o de botarlo de la entidad.
E insisto en los peligros de la represión, primero, porque fiel a sus cobardes formas de amedrentar a sus adversarios, subido en el tabique que le otorga un cargo que le dio el pueblo, pero no para que se enriqueciera, el desgobernador ya ha difundido en redes sociales que el Rector es un anarquista y que los estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos son experimentados grupos de choque.
¿Qué lectura damos a tan bajas afirmaciones del desgobernador?
Personalmente, le encuentro dos:
1.- La inocuamente disuasiva, para que los padres de familia impidan que sus hijos, y los propios jóvenes estudiantes, acudan a la marcha y no defiendan su Universidad.
2.- La peligrosa amenaza del tirano de una inminente represión, actuando como el priista disfrazado que siempre ha sido, infiltrando en los numerosos grupos de manifestantes a sus esbirros con garrote, mercenarios como él, para provocar enfrentamientos, derramamiento de sangre, pérdidas a los comercios y a los bancos, para deslegitimar el movimiento cuasi universal de repudio a su despotismo, su insana y desmedida ambición, así como sus retrógradas maneras, propias de los militares sudamericanos que llegan por la vía democrática al poder para ya no irse hasta que los derriba la sociedad.
Considero urgente que los organizadores del movimiento de repudio a Graco Ramírez no olviden la perversidad de un hombre que, desde que llegó a Morelos, no le ha aportado sino precisamente más de 20 años de inestabilidad política en la persecución de objetivos y ambiciones personales.
Es, efectivamente, un reto para el tirano y sus tentaciones de represión autoritaria; pero también lo es para una sociedad que se une para echar por tierra un desgobierno, porque en el riesgo de la confrontación, el que tiene a los gorilas con placa, el mazo y las armas, así como el mal entendido y peor aplicado uso “legítimo” de la violencia es la autoridad. No basta este solo argumento para que el tirano se perpetúe en el poder.
Sabemos por experiencia cómo actúan los gobiernos autoritarios.
Para la sociedad toda, para los participantes en las movilizaciones, el reto es no caer en las provocaciones ni dar motivos al represor de que use las armas, las fosas clandestinas y después lo justifique como un acto de autoridad, de democracia, de necesidad de “orden”.
Y no menos importante aún es que los líderes de las manifestaciones entiendan que si bien une a más de millón y medio de morelenses el repudio contra el aprendiz de dictador, de fondo muchos de ellos son protagonistas de conflictos irresueltos, desde la transparencia en la UAEM, hasta la modernización de un transporte colectivo digno para una sociedad que está harta de ser trasladada como ganado a su destino.
Graco y sus opositores tienen que entender que la sociedad no les han extendido un cheque en blanco, al primero para hacer de las suyas desde una desprestigiada gubernatura, y a los líderes de organizaciones sociales para deshacerse del tirano para volverse a sus trincheras y seguir siendo, también impunemente, los mismos que han sido hasta ahora.
Pero también ya habrá tiempo para eso.
Por ahora, lo importante es atender el peligro de una represión.
Y, puesto que a los organizadores de las movilizaciones se les “olvidó” invitar a participar en ellas a observadores de organizaciones internacionales, a los de otras universidades, a los de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de diversas entidades, aún quedan algunas estrategias para retratar al tirano si decide reprimir:
1.- Una organización tal, que permita identificar de inmediato a los infiltrados del desgobierno de Graco.
2.- Una cobertura mediática con la prensa no incondicional al tirano, y
3.- La organización de las redes sociales para la cobertura íntegra de las movilizaciones en tiempo real.
¿Es tarde para hacerlo?
Sorpréndannos, señores líderes de las movilizaciones…
Porque no queremos muertos como en Oaxaca, más fosas clandestinas, mucho menos la impunidad del tirano y, peor aún, que si fracasa la movilización, el dictador permanezca en el poder como si nada…