El empoderado Hugo López-Gatell, cuya incapacidad se refleja en el medio millón de muertes por la pandemia que fue incapaz de atenuar, dijo esta estupidez sobre los médicos de farmacia:
“Cuando se analiza esto de manera puntual se puede ver que en realidad es un gran engaño. Los consultorios adyacentes a la farmacia no resuelven los problemas de salud de mayor importancia. Quizá resuelven una pequeña gripe, un dolor de cabeza, una diarrea, un problema de salud de corta duración que afecta a la población principalmente sana, pero alguien que tiene diabetes, hipertensión o una enfermedad pulmonar, o una enfermedad cardiaca crónica, como una gran cantidad de la población mexicana, estos consultorios no le van a resolver, e incluso podrían poner en peligro su salud y su vida…”.
Que el subsecretario federal de Salud no distinga entre médicos generales y especialistas acalambra, pero ¿cómo entender que sus denostados “podrían poner en peligro” si él ha expuesto a morir por asfixia a millones de mexicanos con su estulto desdén al uso de cubrebocas y estando infectado se paseaba por la colonia Condesa esparciendo la peste?
Si por los 30, 40, 50 pesos por consulta que esos médicos cobran los pacientes se curan de “gripe, un dolor de cabeza, una diarrea, un problema de salud de corta duración”, debiera reconocérselos en vez de descalificarlos. Ignora que 80 por ciento de los padecimientos requiere atención de médicas o médicos “de primer contacto”: profesionistas en medicina general que, de ser necesario, canalizan a los enfermos hacia servicios especializados en “diabetes, hipertensión, o una enfermedad pulmonar o una enfermedad cardiaca crónica”.
Con su ruin desprecio a los consultorios de farmacias, López-Gatell revela su hipócrita sumisión al jefe que proclama “primero los pobres”, el presidente López Obrador.
Dice también que en esos consultorios lo único que se quiere es que los pacientes compren medicamentos y recetan algunos que provocaron “muchas muertes” por covid. ¿Cuántas fueron víctimas de esos consultorios? Si lo sabe, ¿por qué no los denuncia?
Alrededor de 10 por ciento de quienes contrajeron la peste acudió a esos establecimientos. Si a todos los hubieran matado, ¿cuántos de los otros 450 mil murieron por seguir su siniestra recomendación contra el cubrebocas? ¿Cuántos porque la atención en los servicios públicos bajo su férula fue tan ineficiente como insuficiente? ¿Cuántos porque limitó las pruebas anticovid y cuántos por no vacunarlos a tiempo?
La desvergüenza del Doctor Muerte alcanza niveles delincuenciales con el alcahueteo de crímenes como los que inventa para decir: “Lo deseable es que no existan…”.
Tiene razón en su tuit el doctor Héctor Rossete:
“El subsecretario de Salud no puede ser tan malagradecido con la medicina privada que tanto apoyó en la atención a pacientes durante la pandemia, debido a un sector salud público que fue rebasado, colapsado y desabastecido…”.
Carlos Marín