El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha puesto en marcha las ruedas de lo que concibe como una “Nueva Escuela Mexicana” a partir del próximo ciclo escolar. El nuevo plan de estudios propuesto por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para la educación básica carga contra lo que concibe como “los procesos de colonización y sus dominios” y desarrolla siete ejes de formación, entre los que figuran la inclusión, el pensamiento crítico, la igualdad de género, la apropiación de las culturas a través de la lectura y la escritura. El plan de estudios, en este momento en consulta ante la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, comenzará como prueba piloto en octubre próximo en alrededor de 900 escuelas del país y se implementará de lleno a partir del ciclo 2023-2024. El resto de los alumnos seguirán con el modelo clásico este curso.
A dos semanas de que comience el próximo ciclo escolar, se da a conocer este documento de más de 200 cuartillas mediante el cual, como afirmó la secretaria saliente de Educación, Delfina Gómez, durante la presentación de la estrategia, se promoverá la formación integral y humanista desde la educación inicial hasta la superior. Y enfatizó en que el nuevo plan implica un proceso de capacitación gradual de los maestros. En el documento de la propuesta entregado esta semana a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer), el Ministerio de Educación, estima un costo de alrededor de 170 millones de pesos en formación de docentes, mientras que el beneficio económico de implementar la nueva estrategia se calcula, según la SEP, en más de 1.800 millones pesos.
La Secretaría de Educación ha cambiado de titular a pocos días de que comience el curso escolar, -la nueva secretaria es ahora Leticia Ramírez la nueva secretaria- y en medio del rediseño más profundo del sistema educativo que ha vivido México en las últimas décadas, una revisión de lo que se estudia y cómo se estudia muy alejada de los parámetros clásicos que parcelan la educación en las materias clásicas y que proponen la didáctica y la evaluación como únicos modos de valorar el aprendizaje. Europa también busca alternativas parecidas a sus clases tradicionales, ancladas en el pasado. La cuestión es si México podrá implementar un cambio tan significativo.
La llamada “Nueva Escuela Mexicana” busca que los estudiantes vivan los derechos humanos desde sus realidades concretas, en su cotidianidad y en permanente relación con la diversidad territorial, social, lingüística y cultural. A la usanza del discurso oficial de López Obrador, la estrategia educativa también reprocha la herencia del neoliberalismo en la educación: “Se utilizó el discurso de la calidad como fundamento para reducir la formación de las y los estudiantes y el trabajo docente a un criterio instrumental basado en la eficiencia pedagógica y la eficiencia escolar, plenamente vinculada con la medición estandarizada de resultados, que abrió las puertas a la mercantilización de la educación preescolar, primaria y secundaria”, se explica.
La nueva estrategia educativa que tendrá que echar a andar Leticia Ramírez para más de 20 millones de alumnos de educación básica tratará de derribar la “lógica colonial”, así lo han llamado, en la que tradicionalmente se educa a los alumnos, a saber: “el dominio económico, como la apropiación de la tierra y la explotación humana; el dominio político, que comprende el control de las autoridades; el dominio social, representado por el control del género, la clase social, la sexualidad, la condición étnica; el dominio epistémico, dedicado al control del conocimiento y las subjetividades”, abunda el texto.
La profesora Catalina Inclán, maestra pedagoga de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), opina que era necesario poner sobre la mesa del debate la vida social de la escuela y su relación con la comunidad. “Era necesario abrir esa puerta y durante mucho tiempo le habíamos abierto la puerta a cosas de afuera que no se acomodaban a nuestro espacio. Esta es una forma de decir, no somos iguales a los otros países. Esta es una vuelta de tuerca, una forma de poner sello. Yo no quiero que el plan fracase, yo quiero que haya tiempo para analizar”, comenta.
La especialista en educación opina que más allá del discurso político habrá que esperar a conocer los detalles de la formación a docentes y en su implementación en cada una de los más de 136.000 colegios distribuidos en todo el país. “Una propuesta de este tamaño necesita mucho trabajo de acompañamiento, eso no lo han dado a conocer y, cómo cualquier proyecto piloto es saber cómo se va a hacer la valoración de si funcionó o no funcionó”, asevera Inclán.
Aunque la estrategia abunda en los efectos que la pandemia provocó en la educación de estudiantes de preescolar, primaria y secundaria, como lo fue la migración a las plataformas digitales para tomar clases y que se borraran las líneas entre los espacios familiares y pedagógicos debido al confinamiento, el documento no aborda problemáticas clave como la deserción escolar derivada por la crisis sanitaria ni el probable rezago educativo en el alumnado. México cerró las puertas de sus escuelas casi dos años y se eligió la televisión como el principal medio para difundir la educación remota. Una investigación del Centro de Estudios Espinosa Yglesias señala que los niños perdieron entre 1,3 y 2,1 años de aprendizaje y se estima que al menos 802.000 dejaron de inscribirse a la escuela básica.
El profesor del Colegio de México, Manuel Gil Antón, califica como inoportuno e inadecuado que después de dos años de confinamiento se pretenda hacer una modificación de fondo a los planes de aprendizaje. El especialista opina que más allá de intentar hacer una transformación, la Secretaría de Educación debe dar un informe pormenorizado de los efectos que tuvo pandemia en la educación. “La estrategia tiene problemas en su diseño, están proponiendo hacer una transformación sin las condiciones de infraestructura, sin las condiciones de preparación del magisterio, ni discusión social de rumbo educativo y eso es un problema de la estrategia, pero esto se agrava porque no hay un diagnóstico de lo sucedido”, refiere.
El especialista refiere que todos los Gobiernos han utilizado una narrativa en contra del pasado para sugerir una nueva reforma educativa. “México lleva décadas haciendo lo mismo, haciendo diagnósticos que simplifican los problemas y proponiendo alternativas de solución que son más bien discursivas que factibles. No es verdad que todo el conocimiento que se generó en Occidente, europeo, sea una imposición y sea un asunto que nos lastima y nos coloniza”, explica.
La SEP enfatiza que la redacción de este plan –que implicó una labor de 18 meses– contó con las aportaciones de las 32 entidades, de más de 15.000 personas de pueblos indígenas y afromexicanos; del magisterio nacional; más de 90.000 aportaciones en el formulario de Google y más de 100 miembros de la comunidad académica y de investigación, especialistas en educación y otros campos de conocimiento, nacionales y extranjeros. Pero no son pocos los maestros que se han sentido al margen de este proceso y que ven improvisación y falta de concreción para un proyecto tan ambicioso que está a la vuelta de la esquina.