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ESTRATEGIAS

Florence Cassez vs María Luisa Villanueva

 

El pasado 25 de agosto se estrenó en la plataforma Netflix la serie “El Caso Cassez-Vallarta, una novela criminal” en la que se documenta, con un exhaustivo rigor periodístico, el montaje de Genaro García Luna y Televisa, para transmitir en vivo la detención de Israel Vallarta y su novia, la francesa Florence Cassez, y el conflicto jurídico-diplomático entre México y Francia con Felipe Calderón y Nicolas Zarkozy que culminó con la liberación de la mujer extranjera, en tanto que el hombres –mexicano- sigue preso.

 

Al terminar de ver la serie de cinco capítulos en el que se analiza el expediente que culminó con la exoneración de Florence mediante resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no pude evitar hacer una comparación con el caso de María Luisa Villanueva, la morelense que lleva 25 años presa por un secuestro que no cometió.

 

Vamos por partes.

 

En 2005, Florence Cassez e Israel Vallarta fueron detenidos por integrantes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), liderada por Genaro García Luna; las autoridades los acusaron de ser integrantes de la banda de secuestradores Los Zodiaco.

 

En las imágenes de aquella mañana, transmitidas en vivo en televisión nacional, se vio a los agentes de la AFI ingresar al rancho Las Chinitas y liberar a tres personas que presuntamente fueron secuestradas: Ezequiel Yadir Elizalde Flores, Cristina Ríos Valladares y su hijo Christian, de 10 años.

 

Las autoridades acusaron a Israel Vallarta y a Florence Cassez de encabezar la banda criminal que los había privado de la libertad. También fue posible ver a Israel Vallarta sometido en el suelo y a Florence Cassez, cubierta con una manta blanca.

 

Pablo Reinah, uno de los reporteros que cubrió el presunto operativo, cuestionó a la francesa: “¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? ¿Sabe que aquí hay tres personas secuestradas al lado de usted?” Cassez respondió negativamente a todos los cuestionamientos.

 

Reinah también entrevistó al otro detenido, quien se identificó como Israel Vallarta. Luis Cárdenas Palomino –entonces directivo de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI)– cuyo rostro jamás apareció a cuadro en la transmi-sión, lo sujetaba con fuerza por el cuello.

 

Luis Cárdenas Palomino, ex director de Seguridad Regional de la Policía Federal, y el hombre de mayor confianza del ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna (hoy preso en Estados Unidos), fue capturado en julio de 2021, en el municipio de Naucalpan, Estado de México.

 

Es acusado de autorizar a servidores públicos a su mando “infligir dolores y sufrimientos físicos y psicológicos a las víctimas” Mario Vallarta Cisneros, su sobrino Sergio Cortez Vallarta, y a los hermanos Eduardo y Ricardo Estrada Granados.

 

En febrero de 2006, Genaro García Luna reconoció que la detención de Cassez y Vallarta fue “recreada”, debido a que los medios de comunicación lo habían solicitado. La captura había ocurrido en realidad a las 05:30 horas del 8 de diciembre de 2005. Además del montaje, hubo otras inconsistencias en el caso: Cristina Ríos Valladares y su hijo Christian identificaron la voz de Israel Vallarta como la de su presunto captor; sin embargo, negaron reconocer la de Florence Cassez.

 

Meses después modificaron su declaración, argumentando que la francesa sí formaba parte de las personas que los tenían retenidos. Además del testimonio del ministro Zaldívar, en la serie documental de Netflix, basada en el libro Una novela criminal, escrito por Jorge Volpi, los personajes principales dan su versión de los hechos, entre ellos el ex presidente francés Nicolás Sarkozy, la ministra Olga Sánchez Cordero, los padres de Florence Cassez, el periodista Pablo Reinah; la esposa de Israel Vallarta, Mary Sainz, y uno de los dos personajes principales: Florence Cassez.

 

Llama la atención que en su participación en el documental, el ex presidente Felipe Calderón sigue sosteniendo su posición de que Florence era integrante de la banda de secuestradores, y que su homólogo de Francia hizo todo para obtener su libertad como parte de su campaña política.

 

Quien esto escribe siempre ha sostenido una hipótesis: Nicolas Zarkozy se enamoró de Florence Cassez.

 

Como ya es del dominio público, después de haber sido sentenciada a 96 años (pena que fue reducida en segunda instancia a seis décadas), fue dejada en libertad el 20 de enero de 2013 mediante una resolución de la Suprema Corte sin precedentes, en la que no fue absuelta del delito de secuestro, sino liberada por violación al debido proceso. Seis meses después se casó con Fausto, un franco-mexicano que la visitaba en la cárcel de Tepepan. Su defensa fue patrocinada por grupos de ultraizquierda feminista de Francia.

 

Hace algunos meses publicamos en este mismo espacio el caso de María Luisa Villanueva, detenida el seis de enero de 1998 por el Grupo Antisecuestros de Morelos que comandaba Armando Martínez Salgado en circunstancias muy parecidas al caso de Cassez-Vallarta, pues la entonces joven guerrerense tenía una relación sentimental con un presunto secuestrador y la detuvieron por esa circunstancia. También la torturaron y le inventaron delitos, lo único que faltó fue el montaje televisivo durante su detención.

 

Quien esto escribe aportó un testimonio para el proceso de liberación de María Luisa a petición de su abogado Eutiquio Damián Santiago. En un escrito narramos lo que vivimos durante aquellos años que cubrimos la nota roja, y era muy común que el grupo Antisecuestros nos presentara a “peligrosas bandas de secuestradores” – visiblemente golpeados- que iban obteniendo su libertad poco a poco.

 

¿Por qué Florence Cassez ya está en su casa en Francia y Ana Luisa sigue presa en el Penal de Atlacholoaya? Por principio de cuentas porque Ana Luisa es mexicana. La segunda razón es que no tiene dinero, pues la familia sólo ha podido aportar para algunos gastos del abogado. No está apoyada por grupos de ultraizquierda feministas. Recientemente la comenzó a apoyar la abogada María Elena Medina (quien fue policía judicial), y algunos grupos de activistas.

 

Y no es el único caso. Las cárceles mexicanas están llenas de hombres y mujeres que tuvieron la mala suerte de estar en el lugar y horario equivocados, y que hoy purgan condenas de varias décadas de prisión. Desgraciadamente se sigue castigando la pobreza, no el delito, pues muchos delincuentes andan en las calles –con un brazalete electrónico, pero libres al fin- pues tuvieron el dinero necesario para contratar a los mejores abogados y -¿por qué no decirlo?- también para comprar jueces y magistrados.

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