LAS PUERTAS ABIERTAS
Recientemente conocimos de números de incidencia delictiva en los primeros cuatro años de las últimas tres administraciones estatales. Eso, las cifras, son frías.
Hechos: cárteles reconocidos, fragmentos relevantes de la gran federación del narcotráfico se aposentaron en Morelos. Si el gobierno tiene veinte puertas de acceso a la connivencia con el otro poder, el criminal, se abrieron diez e iniciaron los ajustes graves. Los principales jefes policiacos fueron detenidos por nexos -no presuntos, porque lo probó la PGR- y la lista no es corta: Agustín Montiel López y Alberto Pliego Fuentes, directores de la Policía Judicial; Raúl Cortés Galindo, subdirector de la misma. Los primeros murieron en prisión prácticamente por enfermedades degenerativas, diabetes y cáncer. Cortés sigue en un penal de máxima seguridad. Gobernaba Vicente Fox y sus fuerzas federales se hicieron cargo de las aprehensiones, procesos y condenas. Era el gobernador Sergio Estrada Cajigal Ramírez del mismo partido del mandatario federal. Y no sucedió nada. Era el principio de una espiral que no se detendría en los siguientes años. Intentos de juicios políticos de organizaciones civiles, que junto con la sociedad iniciaban un proceso de vida dura, lastimados. Estrada goza de cabal libertad, aun siendo quien nombró y sostuvo a los jefes policiacos presos por sus nexos con el narcotráfico.
En 2006 llegó otro prominente militante del PAN, Marco Antonio Adame Castillo, y las puertas de acceso a las decisiones se abrieron todas, no quedó ninguna cerrada. Se vinieron las más despiadadas ejecuciones, incluida del único jefe de la plaza en Morelos, Arturo Beltrán Leyva, el 16 de diciembre del 2009. Nadie aquí -ni el jefe de la zona militar, el irascible general Leopoldo Díaz- fueron alertados que La Marina Armada de México irrumpía en el conjunto residencial Altitude y acababa con la vida de Beltrán, en circunstancias todavía poco esclarecidas. Gobernaba el país Felipe Calderón Hinojosa, correligionario del gobernador Adame, y este tampoco fue notificado del operativo. Morelos jugaba un papel importante en el mapa criminal del país y, en efecto, sus autoridades estaban coludidas. Prueba de ello es que piden su renuncia al jefe de la policía, Luis Ángel Cabeza de Vaca, y lo envían por sus pertenencias a Torre Morelos, donde lo aguardaba una partida de militares y agentes federales para trasladarlo a un penal de máxima seguridad.
Ni Fox y menos Calderón actuaron contra sus gobernadores, los dejaron terminar su periodo y ambos, Estrada y Adame, tienen historias qué contar.