DICEN QUE el que se lleva se aguanta, pero ¿cómo se pondría Andrés Manuel López Obrador si algún ministro de la Suprema Corte lo llamara "el populista en jefe" o "el Pinocho de las mañanas"? Y es que el Presidente está muy acostumbrado a descalificar, inclusive de forma grosera, a quienes no piensan como él.
PERO EN lo que él no piensa es en que sus palabras pesan demasiado entre sus seguidores, y lo que para el mandatario es sólo un lance, para algún radical podría parecer un llamado a la violencia. Sus rabiosos ataques contra la oposición, contra el INE, contra la prensa y contra el Poder Judicial, por mencionar sólo algunos, han prendido las alarmas dentro y fuera de México.
VAN CASI cuatro años del sexenio y López Obrador sigue atizando la división, el encono y la confrontación. Se le está yendo su gobierno en ganar las siguientes elecciones, no en transformar el país. México necesita un Jefe de Estado no un Polarizador en Jefe.
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LA TOMA de posesión de Julio Menchaca en Hidalgo se convirtió en la gran fiesta de Morena, pues el nuevo mandatario demostró un amplio poder de convocatoria al reunir a presidenciables, gobernadores electos, legisladores, dirigentes y hasta al controvertido Ricardo Monreal.
EN PRIMERA FILA estuvieron Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum, por aquello de que más vale tener tres veladoras que sólo una. Ahí mismo los electos Salomón Jara, Mara Lezama y Américo Villarreal. Muy cerca por ahí andaban Santiago Nieto y Mario Delgado.
POR SUPUESTO hubo mucha expectación por la presencia de Ricardo Monreal, y más cuando el secretario de Gobernación se detuvo a hablar con él, pese a que antes habían tenido un encuentro a solas. ¿Pues de qué tanto tendrían que hablar?
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POR CIERTO que antes de viajar a Pachuca, el tamaulipeco Américo Villarreal se fue a "pasear" al Ajusco, haciendo hiking bajo una fuerte lluvia. Lo curioso es que se llevó al vocero presidencial, Jesús Ramírez, que por lo que se vio en las fotos, no está muy acostumbrado a esos trotes. Como sea, ambos morenistas llegaron caminando hasta la cima del cerro, lo cual no es poca cosa.
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¡QUÉ RAROS son los chilenos! El presidente Gabriel Boric impulsó fuertemente el plebiscito para cambiar la Constitución de Chile. Los ciudadanos acudieron en tropel a las urnas y, de manera contundente, rechazaron la propuesta. En respuesta, el izquierdista reconoció de inmediato la derrota, convocó al diálogo y a la unidad; y lo más extraño es que no salió a acusar a la autoridad electoral de fraude. Tampoco se dijo víctima de un compló, ni culpó a los conservadores ni a los neofifís. ¡Rarísimos!