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DERECHOS HUMANOS VS OBLIGACIONES HUMANAS

Los gobernantes, líderes, dirigentes de partidos políticos, intelectuales, agrupaciones civiles, con frecuencia se erigen como los defensores de los Derechos humanos cuando así les conviene y; hasta el Presidente refiere que los delincuentes son seres humanos, hay que tratarlos como tales y no como delincuentes. Todo eso parece bien, ya que el artículo primero de nuestra Constitución prescribe en su Título Primero, Capítulo I “De los Derechos Humanos y de sus Garantías”, eso está súper excelente, aunque la propia Constitución de manera difusa plantea “…cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.

¡Carajos! Por eso estamos como estamos. Muy pocos son los que se atreven a hablar de todas las LAS OBLIGACIONES HUMANAS que debemos observar, tal vez por esa indolencia o indiferencia o conveniencia o ignorancia, preferimos hablar de los Derechos humanos y nos cuesta muchísimo trabajo asumir nuestras responsabilidades, las cuales las escondemos en el sótano de nuestro valemadrisimo convenenciero. Este comportamiento si no lo cambiamos nos llevará a la era cuaternaria, la ley del más fuerte. Las señales están a la vista de todos: atracos por ahí, balazos por allá, muertos por todos lados, extorsiones a todas horas, robos durante el día y noche. Lo cierto es que los muertos se acumulan todos los días para ser, simple y sencillamente, un número o una estadística y la impunidad reina por todas partes.

Aristóteles decía que “la legalidad implica la justicia, pues las leyes introducen un orden (kosmos) que hace posible no sólo la convivencia, sino también la aspiración de alcanzar una vida buena. Desafortunadamente, bajo las circunstancias de violencia e inseguridad que estamos viviendo, sumadas a la crisis de salud, económica y educativa, nuestra convivencia se empieza a resquebrajar y las aspiraciones que todos tenemos, en especial, las nuevas generaciones están viendo frustrados sus sueños de vivir en un mundo mejor y de alcanzar una vida buena. Las convivencias en sociedad se están tornando muy duras y acres.

Me parece, que ha llegado el tiempo de no esperar que todo lo bueno venga de fuera, es decir, del exterior, de los demás. Es tiempo que los seres humanos, también, asumamos nuestras responsabilidades éticas, morales y jurídicas. Tal vez, sí empezamos hablar de nuestras obligaciones Humanas podamos reducir los crecientes niveles de violencia y tomemos conciencia que podemos perder nuestras libertades y el derecho a una vida buena como la referida por Aristóteles.

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