¡Carajos! Por eso estamos como estamos. Muy pocos son los que se atreven a hablar de todas las LAS OBLIGACIONES HUMANAS que debemos observar, tal vez por esa indolencia o indiferencia o conveniencia o ignorancia, preferimos hablar de los Derechos humanos y nos cuesta muchísimo trabajo asumir nuestras responsabilidades, las cuales las escondemos en el sótano de nuestro valemadrisimo convenenciero. Este comportamiento si no lo cambiamos nos llevará a la era cuaternaria, la ley del más fuerte. Las señales están a la vista de todos: atracaos por ahí, balazos por allá, muertos por todos lados, extorsiones a todas horas, robos durante el día y noche. Lo cierto es que los muertos se acumulan todos los días para ser, simple y sencillamente, un número o una estadística y la impunidad reina por todas partes.
Aristoteles decía que “la legalidad implica la justicia, pues las leyes introducen un orden (kosmos) que hace posible no sólo la convivencia, sino también la aspiración de alcanzar una vida buena. Desafortunadamente, bajo las circunstancias de violencia e inseguridad que estamos viviendo, sumadas a la crisis de salud, económica y educativa, nuestra convivencia se empieza a resquebrajar y las aspiraciones que todos tenemos, en especial, las nuevas generaciones están viendo frustrados sus sueños de vivir en un mundo mejor y de alcanzar una vida buena. Las convivencias en sociedad se están tornando muy duras y acres.
Me parece, que ha llegado el tiempo de no esperar que todo lo bueno venga de fuera, es decir, del exterior, de los demás. Es tiempo que los seres humanos, también, asumamos nuestras responsabilidades éticas, morales y jurídicas. Tal vez, sí empezamos hablar de nuestras obligaciones Humanas podamos reducir los crecientes niveles de violencia y tomemos conciencia que podemos perder nuestras libertades y el derecho a una vida buena como la referida por Aristóteles.