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PUNTO Y APARTE

* LAS PIELES DELICADAS

Muchas veces he escrito que el rector de la UAEM, Alejandro Vera Jiménez, pretendió jugar a la política con el gobernador Graco Ramírez y cierto grupo de diputados adscritos al Congreso morelense. Y anticipé la felpa que recibiría, la cual no se hizo esperar. En múltiples foros y de manera belicosa esgrimió un discurso impugnativo hacia el titular del Poder Ejecutivo y el Congreso con relación a la participación ciudadana, a la autonomía universitaria, a las fosas de Tetelcingo, a las reformas transporteriles, a adeudos presupuestales, etcétera. Desconozco de dónde le salió la suposición de que poseía inmunidad, quizás por presidir una institución otrora prestigiada (con peso moral y calidad académica), pero sus cuestionamientos tuvieron el mismo tratamiento político. Sin embargo, Vera no se aguantó y demostró escasa o nula resistencia colocándose a la cabeza de un movimiento rebelde, jalando a toda la comunidad universitaria…siempre proyectándose como víctima del gobierno estatal y los legisladores.

Hace meses retomé lo que el 17 de septiembre de 2015 declaró Javier Sicilia, secretario de Comunicación de la UAEM, en torno a la posibilidad del rector para ser candidato gubernamental independiente. Indicó que Vera Jiménez aterrorizaba a los políticos de Morelos. Así las cosas he insistido en que Andrés Manuel López Obrador, líder nacional de Morena, lo convenció (mediante el citado Sicilia) para emprender su camino hacia los comicios de 2018, y no descarto que AMLO se encuentre atrás de las nuevas movilizaciones contra Graco Ramírez, a quien odia. Asimismo, entre el círculo cercano del rector se sabe que dicho partido recibe fondos provenientes del deteriorado presupuesto de nuestra máxima casa de estudios, lo cual aflorará cuando trascienda el resultado de la auditoría especial aplicada a la UAEM por la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización de Morelos. Al círculo rojo de la Rectoría le aterran la transparencia y la rendición de cuentas.

Alejandro Vera, quien se siente émulo del pensador austriaco Iván Ilich (mezclaba el evangelio con la revolución), apostó todo su capital político a las movilizaciones de hoy y mañana. Sin embargo, tocante a la marcha de hoy será complicado medir su capacidad de convocatoria y el aforo de manifestantes provenientes de la comunidad universitaria (a la cual tiene engañada con el cuento del quebranto a la autonomía), pues a las columnas se sumarán feligreses alborotados desde Cuernavaca por el cínico obispo Ramón Castro (dio la orden a 100 curas en el interior morelense para sumarse a las acciones); trabajadores y familiares de “ruteros”; lo poco que jale Gerardo Becerra, sedicente vocero de la CMMC (activista venido a menos); los grupos que logre reunir Saúl Roque Morales, del Movimiento 13 Pueblos (¿de verdad defendió el manantial “Chihuahuita”, hoy mermado casi al 100 por ciento?), y pare usted de contar. La mayoría de las 100 organizaciones presumidas por el autodenominado Frente Amplio Morelense (FAM) son puros membretes, sin representatividad.

Así pues, llegó el día de la verdad con relación a las marchas y lo que en ellas pueda ocurrir. Atrás quedaron acusaciones, señalamientos, dimes y diretes entre quienes apoyan la protesta y quienes no, pero persiste la duda sobre qué ocurrirá y cuáles serán sus consecuencias. La víspera fue un rosario de peleas a través de las redes sociales y los medios formales de comunicación, donde destacaron las posiciones asumidas por el Congreso, con declaraciones de diputados mediante su Presidente, Francisco Moreno, evidenciando posibles malos manejos en la Universidad, la defensa que de sus intereses hizo el rector Alejandro Vera; y por otra parte la ofensiva de los ruteros, quienes primero dijeron que paralizarían el servicio y luego que lo darían gratis, mientras el gobierno estatal, a través del secretario Matías Quiroz, advirtió que cancelará las concesiones de transportistas paristas o que incurran en actos de violencia.

Infortunadamente para todo Morelos, entre miles de ciudadanos hay incertidumbre y psicosis sobre lo que pueda ocurrir, lo cual era el objetivo del siniestro psicólogo Vera y sus huestes: proyectar a nivel nacional un clima ficticio de ingobernabilidad. “Para resolver el conflicto social hay que incrementar el conflicto social”, ha expresado el rector de manera frenética. Y en el FAM están presentes las posiciones antagónicas, pues hay quienes dicen haber desistido de los bloqueos sobre calles y avenidas, pero de todas formas obstaculizarán el tránsito con contingentes y unidades rentadas para el acarreo de manifestantes, amén de la amenaza para “tomar” desde temprano el Palacio de Gobierno, el Congreso local y el Tribunal Superior de Justicia, impidiendo el acceso a miles de burócratas de los tres poderes. Con esta acción querrán sabotear el funcionamiento de tan importantes instituciones a fin de hacerle creer al Senado de la República que dejaron de funcionar y debe declararse su desaparición. ¡Fíjate qué suave! Los líderes transporteriles, mientras tanto, buscarán hacer lo propio en las instalaciones de la Secretaría de Movilidad y Transporte y la Secretaría de Hacienda del Estado. En síntesis: generar caos para llamar la atención del gobierno federal y conseguir que le pida su renuncia a Graco Ramírez. Nomás.

Para la sociedad, uno de los temas centrales tiene relación con lo expuesto el domingo por el diputado Francisco Moreno sobre la posible participación de golpeadores y personas armadas en las marchas, es decir con la posibilidad de violencia. No dudo que ello ocurra, pues en la comunidad universitaria están incrustados todavía grupos de “anarcos” que, por cierto, fomentan actividades delincuenciales en los distintos campus. Toco madera y espero que todo transcurra de manera pacífica sin afectaciones a la sociedad inocente. Por lo demás, parece ser que el gobierno federal conoce el forcejeo político prevaleciente en Morelos, y podría intervenir ante los sucesos de este martes –dicen que continuarán aún mañana miércoles-, de tal suerte que la definición del tema podría darse desde altas esferas nacionales donde ciertamente el Ejecutivo local no tendrá pleno control de la situación, pero también lo es que en la cancha de la SEGOB no se partirá del clima de animadversión general que en contra de la administración estatal presumen las huestes del rector Alejandro Vera y el obispo Ramón Castro. A ver.

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