Tres fugas casi simultáneas en dos gasoductos rusos —el Nord Stream 1 y 2, que discurren en paralelo por el lecho del mar Báltico desde la costa rusa a la alemana— mantienen en alerta a las autoridades, que sospechan que se trata de un sabotaje. Por el momento, se desconoce la causa de las fugas, pero tanto Dinamarca y Suecia como Alemania apuntan a un ataque intencionado contra la infraestructura energética europea. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, aseguró el martes que las fugas han sido claramente causadas por “acciones deliberadas” y no son producto de un accidente. Su homóloga sueca, Magdalena Andersson, coincidió en que según investigaciones preliminares lo “más probable” es que se trate de “un sabotaje”. El Gobierno noruego apuntó en la misma dirección. Después de hablar con Frederiksen, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también calificó lo ocurrido de sabotaje.
“Es crucial ahora investigar los incidentes, obtener total claridad sobre los hechos y el por qué”, ha escrito Von der Leyen en la red social Twitter, y ha advertido: “Cualquier interrupción deliberada de la infraestructura energética europea activa es inaceptable y conducirá a la respuesta más fuerte posible”.
Los sismógrafos de la zona detectaron dos explosiones ocurridas el lunes. La operadora de los gasoductos, Nord Stream AG, con sede en Suiza, asegura que los daños en los conductos, que pasan por aguas territoriales de Dinamarca y Suecia, “no tienen precedentes”. La Marina danesa, que ha hecho públicas imágenes aéreas de las fugas, ha establecido una zona de seguridad alrededor de la zona afectada como medida de precaución. La navegación está restringida. Las fotos tomadas desde un avión militar F-16 muestran las perturbaciones en la superficie del mar como grandes círculos, en uno de los casos, de casi un kilómetro de diámetro.
Aunque ambos tubos permanecen cerrados y sin funcionamiento, están llenos de gas, que debe mantenerse a una presión constante. El lunes por la tarde se detectó una extraña caída de presión en el Nord Stream 2, el gasoducto nuevo y de mayor capacidad que su predecesor, el Nord Stream 1. De una presión habitual de 105 bares, bajó de golpe a siete. Horas después se confirmó que existía una fuga, localizada al sureste de la isla danesa de Bornholm.
Durante la noche del martes, las autoridades detectaron dos fugas más, pero esta vez en el Nord Stream 1 y un poco más al norte. Este gasoducto, en funcionamiento desde 2011, dejó de transportar gas a principios de septiembre como represalia del Gobierno de Vladímir Putin por las sanciones europeas. “No es una fisura, es un agujero realmente grande”, señaló el director de la Agencia Danesa de Energía al diario Berlingske. “Puede ser un acto deliberado. Pero también puede ser otra cosa. Es extremadamente raro que algo así suceda. Y cuando sucede tres veces en muy poco tiempo, entonces hay motivos para preocuparse”, añadió. Las fugas han sucedido en aguas territoriales de Suecia y de Dinamarca.
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El Gobierno ruso ha asegurado este martes que no descarta el sabotaje como causa de los daños en los gasoductos del mar Báltico. “Ahora mismo no se puede descartar ninguna opción”, dijo el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, en una conferencia telefónica con periodistas, informa Reuters. También dijo que el Kremlin está muy preocupado por la situación, que requiere una pronta investigación, ya que se trata de un problema para la seguridad energética de “todo el continente”.
En círculos gubernamentales alemanes se baraja también la hipótesis del sabotaje. “Todo parece indicar que no es una casualidad” que se produzcan tres averías al mismo tiempo en las dos infraestructuras, cita el Tagesspiegel a una fuente gubernamental. Las autoridades temen que se pueda tratar de un ataque premeditado contra la infraestructura gasística europea. Estados Unidos advirtió hace semanas al Gobierno de Olaf Scholz de posibles ataques a gasoductos en el mar Báltico, revela Der Spiegel.
Los sismógrafos registraron explosiones
Un sismógrafo de la isla danesa de Bornholm registró dos explosiones o temblores el lunes, coincidiendo con el inicio de las pérdidas de presión del gasoducto. Josef Zens, portavoz del centro de investigación geológica alemán GFZ, explicó a EL PAÍS que el primer pico se registró a las dos de la madrugada del domingo al lunes y el segundo, a las siete de la tarde, hora local. En ambos casos, tras cada pico siguió un ruido constante durante bastantes horas que podría responder a la salida del gas. “No hay terremotos detectables como explicación”, añadió Zens. La Red Nacional Sísmica de Suecia detectó las mismas anomalías que el centro alemán.
Los ductos se encuentran en esa zona a una profundidad aproximada de 70 metros. Un portavoz del Nord Stream 2 explicó que están diseñados de forma que un accidente, por ejemplo de un barco, no pueda dañar más de una tubería al mismo tiempo. Las Fuerzas Armadas danesas han sugerido, según Der Spiegel, que si se tratara de un sabotaje, por su complejidad técnica tendría que haberlo llevado a cabo un “actor estatal”.
Tanto Polonia como Ucrania creen que tras las fugas está Rusia. “La “fuga de gas” no es más que un ataque terrorista planeado por Rusia y un acto de agresión hacia la UE”, aseguró un asesor del presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Moscú, añadió en su cuenta de Twitter, “quiere desestabilizar la situación económica en Europa y provocar el pánico antes del invierno”.
En el corazón de la guerra energética
Los dos gasoductos han estado en el centro de la guerra energética que libra Moscú con Europa, incluso desde antes de que empezara la guerra en Ucrania. Gazprom, el brazo energético del Kremlin, ha reducido la cantidad de gas que envía al continente a través del Nord Stream 1 para hacer subir artificialmente los precios del gas en los mercados y golpear así a las economías occidentales.
Ambas infraestructuras están actualmente fuera de servicio. El Nord Stream 1 lleva sin transportar gas cuatro semanas, tras alegar Rusia una fuga de aceite en la única estación compresora rusa que aún operaba. El Nord Stream 2 jamás entró en funcionamiento. Alemania suspendió su certificación en febrero pasado, días antes de que Rusia iniciara la invasión de Ucrania, en respuesta al reconocimiento por parte de Putin de la independencia de las regiones separatistas prorrusas.
El Nord Stream 2 es mucho más que una infraestructura energética. Hace años que protagoniza un conflicto geoestratégico que ha dividido a la Unión Europea y enfadado a Estados Unidos. Polonia y los bálticos siempre advirtieron a Alemania —primero al canciller Gerhard Schröder y luego a Angela Merkel— de que el gasoducto era otro tentáculo de la influencia de Moscú y de que no era buena idea aumentar la dependencia energética de los hidrocarburos rusos. Ni las sanciones de Washington detuvieron su construcción. El ducto estaba terminado y listo para empezar a bombear gas cuando el socialdemócrata Scholz lo paró días antes de la invasión de Ucrania.
Nueva ruta para el gas
Las fugas en los gasoductos rusos ha coincidido con la inauguración de una nueva ruta para el gas, el gasoducto báltico, en Polonia, que busca mejorar la diversificación de la importación de gas en Europa Central y del Este, así como en los países bálticos. Los presuntos sabotajes se han producido cerca del punto en el que ambas infraestructuras se cruzan en el lecho del mar Báltico.
La comisaria europea de Energía, Kadri Simson, aseguró desde la localidad polaca de Goleniow que este proyecto es “clave para la seguridad del aprovisionamiento de la región”. El nuevo gasoducto, que estará operativo el 1 de octubre, podrá importar hasta 10.000 millones de metros cúbicos (bcm) anuales de gas desde Noruega a Polonia y transportar 3 bcm anuales más desde Polonia a Dinamarca.
La agencia danesa de energía informó de que los buques pueden perder flotabilidad si entran en la zona de la fuga y de que también existe riesgo de ignición, aunque precisó que el gas solo afecta al medio ambiente en el área más inmediata, es decir, justo por donde está saliendo hacia la superficie. La Marina danesa ha decretado una orden que prohíbe la navegación en un radio de cinco millas alrededor de las zonas de las fugas y los vuelos en un kilómetro.
Según la organización medioambiental Deutsche Umwelthilfe, las fugas en el gasoducto no tendrán excesivo impacto en el ecosistema del mar Báltico. El gas natural es metano, que se disuelve parcialmente en agua y no es tóxico, aseguró un portavoz. Sin embargo, el metano es un potente gas de efecto invernadero. “La caída significativa de la presión que ya se ha producido en el gasoducto Nord Stream 2 da motivos para temer que se trate de un gran accidente y que cantidades significativas del peligroso metano ya se hayan filtrado al mar Báltico”, explica Sascha Müller-Kraenne, director de la organización, en un comunicado.