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EL ASALTO A LA RAZÓN

La peor mañanera de su vida

Acorralado entre Pegasus y Guacamayaleaks, el presidente López Obrador tuvo ayer la más desafortunada de sus conferencias matutinas.

La reportera Nayeli Roldán, de Animal Político, preguntó, replicó y salió airosa del duelo de preguntas espinosas y respuestas evasivas con el espionaje a periodistas y defensores de derechos humanos practicado, según Citizen Lab de la Universidad de Toronto, por la zarandeada Secretaría de la Defensa Nacional.

El Ejército lo que hace, dijo AMLO, son labores de inteligencia contra delincuentes.

Aunque la Sedena rechaza la afirmación, el Presidente no respondió con firmeza y mal capoteó el tema con frases que ha convertido en lugares comunes (“no somos iguales”, por ejemplo), en vez de rebatir con categórica firmeza el grave señalamiento.

(Desde que Pegasus fue denunciado en el peñanietismo se supo que la firma israelí que lo desarrolló solo vende el software a gobiernos, pero también que tenía distribuidores que lo vendían —o siguen mercándolo— sin algún control)

Otro tema resbaladizo fue el de Guacamaya y el robo cibernético de 36 millones de documentos a la Sedena.

Comentó con sorna: “¿Cómo es posible que el presidente, en un asunto tan serio como el hackeo a los archivos del Ejército, ponga a Chico Che? Porque realmente ese es el nivel que tienen (los hackers de la ordeña)”.

Despotricó contra los medios respetables tradicionales, “pero todos los medios”, asegurando que Chico Che “es muchísimo mejor para explicar las cosas”.

Se preguntó cuántos medios son “verdaderamente independientes” y se contestó:

“Muy poquitos, muy poquitos, ahora hay más, pero no los convencionales, sino todos los que ejercen el periodismo o la comunicación a través de las redes. Gente muy inteligente que está constantemente opinando…”.

Volvió a ufanarse de su política de “abrazos, no balazos” y aventuró que si los 300 mil militares (entre Marina y Ejército) fueran acuartelados, “pues hacen fiesta los de la delincuencia, y no solo los de la organizada, sino la de cuello blanco”.

No sabía (o se le olvidó) que, aun con las fuerzas armadas y la Guardia Nacional desplegadas en Sinaloa, el ayuntamiento de la capital Culiacán organizó una pachanga que fue presidida por una gran imagen de Joaquín El Chapo Guzmán, y que no suelen ser militares quienes capturan a “delincuentes de cuello blanco”.

Pese a que las autoridades a cargo de sus obras emblemáticas niegan la información de los gastos pretextando “seguridad nacional”, AMLO insistió en que “todo se transparenta. Todo”.

La cereza mañanera fue que el Ejército creará una aerolínea comercial con tristes 10 aeronaves, una de éstas ¡el maldito avión presidencial!

“¿Dónde salió eso de la empresa?”, preguntó.

—De Guacamayaleaks, del hackeo —se le respondió.

“Es cierto. Es que es cierto, es cierto eso... ¡Ah!, ¿de ahí salió? ¡Ah!, no sabía… Sí, sí se está trabajando en eso, es la posibilidad (…). Pero fíjate que no sabía yo que la Guacamaya…”.

Total: de pena.
Carlos Marín

cmarin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional