La violencia en Sonora tiene nombre y apellido
Jesús Humberto Limón López, alias Chubeto, jefe del grupo criminal Los Cazadores, cayó en poder de fuerzas federales el 6 de noviembre de 2021, tras un enfrentamiento ocurrido en Altar, Sonora.
Se consideraba que Limón López operaba para el Cártel de Sinaloa, concretamente para los hijos del Chapo Guzmán, Jesús Alfredo, Ovidio e Iván Archibaldo, el tráfico de mariguana, cocaína, fentanilo, heroína y crystal en la frontera de Sonora.
La Fiscalía Especializada en Delincuencia Organizada lo había ubicado como autor intelectual de un sinfín de asesinatos, producto de la pugna que Los Cazadores mantienen con grupos ligados a Ismael El Mayo Zambada y Rafael Caro Quintero.
La caída de Chubeto desató en Altar un infierno de caminos y carreteras bloqueadas. Sicarios de su grupo incendiaron tractocamiones y autos, y sembraron “ponchallantas” en las carreteras para evitar la llegada de fuerzas federales.
Finalmente, Limón López fue vinculado a proceso por delincuencia organizada al lado de sus dos principales lugartenientes: Judas René Luna, El Chapo Luna, y Martín Enrique Ochoa García, El Chapo Megan.
Según reportes de inteligencia militar, Chubeto continúa dictando instrucciones desde la cárcel y la zona permanece en poder de su hermano, el heredero de la región, Salvador Limón López.
La población y círculos empresariales han denunciado que el control de Los Cazadores se mantiene intacto. Todavía en julio pasado, una incursión de la Sedena en Altar desató enfrentamientos y bloqueos, y terminó con la población sumergida en el pánico.
Ese día, una base de operaciones de la Sedena, compuesta por 15 efectivos, se batió con más de 60 sicarios de Los Cazadores y logró la detención de Eric Jesús “N”, El Duranguillo.
Los reportes de inteligencia militar desgranan la estructura de Los Cazadores. En esta ocupa lugar preponderante la figura de Erick Torres Carranza, Delta 1, el jefe de sicarios “y encargado de Pitiquito”.
En el mismo nivel de operación se encuentran José Grijalva, El Chefo, Daniel Alejandro Pineda, El Maniaco, Saúl Francisco Hernández, El Ponchis, y Francisco Ramón Bacasehua Alcaraz.
Según esos documentos, Caborca, Sonora, se halla en disputa entre el grupo del recientemente aprehendido Rafael Caro Quintero, y gente que obedece tanto a los Cazadores como a Los Salazar, el otro grupo hegemónico de la región.
Al frente de Los Salazares, los reportes ubican a Feliciano Ramírez López, El Kuza (yerno de Adelmo Nieblas, El G3), jefe de plaza en Sonoyta y Caborca, y responsable del trasiego de fentanilo y metanfetaminas.
El secretario de este aparece con el nombre de Joel Esteban Torres Pérez, alias El Cachetes, quien opera el paso de fentanilo hacia Estados Unidos.
En el organigrama de los Salazar aparece Luis Abel Gaxiola, El Costeño, encargado del cobro de piso y la extorsión a empresarios y mineros, una de las actividades que más pesar causan en la región.
Los Salazares también están enfrentados con el Cártel de Caborca, a cuyo frente se ubican, de acuerdo con los reportes, Rodrigo Omar Páez Quintero, El R; José Darío Murrieta Navarro, El Cara de Cochi (líder del brazo armado del cártel, al que se conoce como La Barredora 24/7), así como Yahir Javier Arellanes Caro, Edwin Arellanes Caro y Gil Caro Soto, alias Chilipa.
En Sonoyta, el jefe de la estructura criminal es Adelmo Niebla González, El Memo o El G3, quien responde directamente a los hijos del Chapo y es considerado uno de los objetivos principales del gobierno de Estados Unidos, quien ofrece una recompensa de 5 millones de dólares por su captura.
Bajo las órdenes del G3 se hallan Adelaido Beltrán Quintero, alias Durango o Lalo; Omar Félix Loaiz, El Pelón; Baldomero Valenzuela Beltrán, El Mero o El 02; José Hernández, El Compita, y Fernando Vázquez, El Viruta.
En Puerto Peñasco el grupo opera a las órdenes de Juan Carlos Félix Gastelum, El Chavo Félix, y en San Luis Río Colorado se hallan al frente de la estructura criminal Jesús Alexander Sánchez, El Ruso, y Jesús Alfredo Salazar Ramírez, El Pelos.
En la región fronteriza de Sonora se reportan secuestros, desapariciones, homicidios y extorsiones constantes.
Los responsables están identificados y muchos de ellos incluso han sido ubicados. Nada altera, sin embargo, la realidad criminal que vive aquel estado.