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Se puede ser felices ¿por qué no?

Todos a nuestra manera llegamos a experimentar momentos de alegría, pero muchos quisiéremos ser felices todo el tiempo y eso, al parecer, es una quimera. Sin embargo, en la tradición budista su filosofía y principios, cada vez más han capturado la atención del mundo accidental y entre ellos a muchos de nosotros, será, tal vez, porque el mundo del capitalismo en el que estamos insertos nos proporcionan una visión de la vida dónde solo cuentan los placeres materialistas, mundanos y hedonistas, así ¿podemos ser feliz? Veamos que nos ofrecen la cosmovisión budista. Tony Karam titular de la Casa Tibet en México, nos refiere que “El bienestar genuino no depende de lo que tomamos del mundo sino de lo que le aportamos”. ¡Zopas! Solo esta simple interpretación de la vida ya nos mueve el piso, mueve a nuestro individualismo, apegos, egolatría e indiferencia, pero, sobre todo, mueve para que cada uno de nosotros nos cuestionemos sí nuestra vida está vacía o qué podemos aportar a los demás, es decir, al mundo en el que realizamos nuestro día a día, desde lo más simple, un saludo, una sonrisa, respetando a nuestra familia, a nuestros hijos y a los demás. Asumir con responsabilidad nuestros deberes ciudadanos observando el cumplimiento de las normas sociales y constitucionales, pero, sobre todo, tener solidaridad y compasión por los que sufren o los que carecen de trabajo o amor. Plantea Tony Karam que para encontrar el bienestar genuino es recomendable observar las 5 reglas del bienestar: liberar el corazón del odio; liberar la mente de las preocupaciones, liberar el espíritu de la soberbia, aprender a dar; aceptar más y esperar menos. Por razones de espacio no detallaré cada una de ellas. La simple descripción de cada frase nos mueve el piso y nos dan indicio de su contenido. Me gustaría retarlos a que elijan una y traten de aplicarla a su vida y observen sí les cambia el ánimo en un sentido positivo y sí experimentan una emoción elevada y; sí es así ¡eureka! Han encontrado un camino para ser un poco más feliz de lo habitual. El entorno de violencia e incertidumbre económica que estamos padeciendo, para mucho resulta altamente estresante y de una intensa preocupación. No somos monjes budistas, pero tenemos el derecho a vivir felices y en paz. Sí uno se interesa en su vida, nadie vendrá a resolverla, ni mucho menos la clase gobernante. Sí no pueden con tanta inseguridad ni con la economía, ¡que no jodan!

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