México fue sede de operaciones de integrantes del grupo terrorista Estado Islámico o Daesh, según consta en documentos en poder de la Secretaría de la Defensa Nacional que ahora son públicos dentro del hackeo del grupo Guacamaya.
Algunos de los presuntos terroristas estuvieron en territorio nacional reclutando mexicanos y otros lo hicieron desde el extranjero. Los involucrados participaron posteriormente en atentados en Europa, fueron detenidos o abatidos.
Entre los casos que se enlistan en el informe al que MILENIO tuvo acceso, está el de un iraquí que vivía en Guanajuato, quien fue localizado, neutralizado e interrogado.
Él justificó las decapitaciones perpetradas por el Daesh, consideró que Al Qaeda era un proyecto perfecto y alineado al Corán durante el liderazgo de Osama Bin Laden y reconoció haber ayudado a entre 30 y 40 extranjeros en su traslado a zonas de conflicto yihadista en Siria y unirse al Daesh, entre ellos un sueco y un egipcio que fue “neutralizado” por el gobierno de Egipto por tener “intenciones suicidas”.
En mayo de 2017, los órganos de inteligencia mexicanos fueron advertidos sobre una mujer, con residencia en México, que tuvo contacto con un tunecino, reclutador y facilitador del Daesh vía Facebook.
Las autoridades lograron la identificación de la menor de edad, que vivía en Cuautitlán Izcalli, Estado de México. Ella había entrado en contacto con el tunecino Boubaker El Hakim, abatido en noviembre de 2016 cuando era líder del aparato de atentados en Europa del Daesh, donde participó en la coordinación de los ataques de París de noviembre de 2015.
En dicha célula también militaba el argelino Salah Eddine Gourmat, coincidente en nacionalidad y nombre (Sala Eddine), con quien la menor mexicana “contrajo matrimonio” vía internet, lo que dio cuenta de los riesgos asociados al extremismo vía redes sociales.
El documento detalla que, desde los 14 años, ella se interesó por el conflicto en Siria y el Islam, lo que derivó en la creación de perfiles en Facebook para buscar contactos que la llevaron a establecer relación con alrededor de 14 extranjeros, simpatizantes o miembros de la organización terrorista. Incluso le propusieron irse a Siria o apoyar al Daesh tras el atentado en Berlín en diciembre de 2016. Como prueba, le pidieron acuchillar a alguien en un hospital o robar un autobús para atropellar gente al azar.
Los extremistas le solicitaron a la menor mexicana fotos para validar su identidad y le impusieron el uso del navegador Tor (para invisibilidad en Internet) y trasladar las conversaciones a correo electrónico, vídeo chat (Facebook), WhatsApp, Wickr y Telegram.
En noviembre de 2016, también se identificó la presencia de un argelino integrante de una comunidad musulmana en Tijuana, Baja California, señalado de simpatizar con el Daesh, desde un plano retórico e ideológico.
Durante su estancia en México hizo manifiesta su simpatía y promoción del Daesh en círculos cerrados y redes sociales, así como el interés por constituirse como imam de alguna comunidad. Mediante la celebración de un matrimonio fraudulento con una mexicana, inició un proceso de regularización migratoria.
Durante la acción ministerial se constató el adoctrinamiento, promoción del terrorismo y acopio de manuales de explosivos. Fue expulsado a su país en diciembre de ese mismo año. En enero de 2017, fuentes oficiales del gobierno de Estados Unidos informaron a México que el argelino fue aprehendido en su país de origen y que la información compartida y los interrogatorios practicados al sujeto condujeron a la identificación y desarticulación de una célula del Daesh en esa nación.
Otro caso documentado ocurrió en agosto de 2016, cuando un francés de origen marroquí, casado con una mexicana conversa y calificado como un musulmán fanático violento, peligroso y potencial terrorista, miembro de una comunidad radical de Toulouse, realizó labores de vigilancia y seguimiento en Ciudad de México. Según el reporte, su pareja sentimental fue ideologizada en las fases iniciales del extremismo sunita, mediante el que se promueve un sentimiento de persecución religiosa contra los musulmanes que los aísla de las sociedades occidentales donde se insertan, lo cual podría crear sentimientos de odio y la necesidad de pasar a la acción para terminar con dicha “injusticia”.
Un caso más se presentó en junio de 2016, cuando se identificaron los perfiles de internet de dos mexicanas gemelas menores de edad, quienes mantenían 11 contactos en Facebook de musulmanes de atención, presumiblemente radicados en zonas con extremismo yihadista (Siria, Egipto, Turquía, Tailandia y Francia). Algunos de estos contactos mostraban simpatía expresa por el Daesh. Uno de los hombres tuvo una relación sentimental virtual con una de las gemelas. Las menores reconocieron auto-adoctrinamiento en el islam vía Internet, así como la atracción por el yihadismo y el interés por viajar a Siria.
También etarras
Según el informe, México cooperó con España para la identificación y localización de prófugos etarras asentados en territorio nacional, situación que contribuyó que entre 1995 y 2014 se degradara y se desarticulará la red de apoyo, contribuyendo en la derrota y desmovilización de ETA en el 2017, año que se expulsó al último etarra prófugo que se encontraba en México.
El último integrante de la organización separatista vasca ETA fue seguido desde 2013 en Jalisco, Zacatecas y Sinaloa, a partir de viajes de familiares a México y trazas en internet sobre el presunto uso de una cuenta de Facebook.
Fue localizado en Guanajuato, donde desempeñaba oficios de bajo perfil para evitar ser detectado, como: carpintero, albañil y velador. Lo detuvieron y trasladaron al aeropuerto de Ciudad de México donde se puso a disposición del Instituto Nacional de Migración (INM) y fue expulsado a España.