Los contrastes prevalecieron durante la Semana Santa, en México y en otras latitudes del planeta. Tras el descanso vacacional, hay que darle una repasada a temas subsistentes como el incremento del consumo de alcohol y otras sustancias en los días del asueto de primavera, incluidas las secuelas en accidentes y homicidios que el fenómeno conlleva. Por otra parte, a principio de esta semana reinicio operaciones el Aeropuerto de Cuernavaca, de cuya construcción e inauguración muchos creen que se hizo en 2011 y le es adjudicada al segundo sexenio panista. No es así y más adelante precisaremos el dato.
De manera que en medio del relajamiento y los “días de guardar”, podemos consignar algunos acontecimientos locales. Pero también externos, por ejemplo, compartir el júbilo de cubanos de la Pequeña Habana de Miami, Florida, por la continuidad de la apertura de las relaciones entre USA y Cuba. Confirmadas formalmente con la visita de Barak Obama a la isla con variadas actividades, un partido de beisbol al que asistieron el mandatario estadounidense y su similar cubano Raúl Castro, el colofón fue el viernes con el concierto de los Rolling Stone en el Malecón habanero, gratis, con sabor a mojitos y clima húmedo, impávida la mirada de la efigie del Che Guevara con un: “¡chico, cómo cambian los tiempos…”.
El fin de las últimas rémoras de la “guerra fría” podría ser tema para el próximo espacio dominical. Por hoy, debemos lamentar los ataques terroristas en Bruselas, Bélgica, cuya población vivió su propio Viacrucis en plena Semana Santa. Una atrocidad.
LA TOMADERA
Para una abrumadora mayoría de gente, sobre todo varones, son impensables las vacaciones sin destilados ni fermentados, estos últimos con mayor demanda habida cuenta el comienzo de las elevadas temperaturas primaverales. Con este calor se impone una chela bien fría, sin excederse, claro, asumida la moderación en la que no faltan las consejas populares que se apegan a “las tres de rigor” o “las tripas de Rigoberto” y no hacer apología del alcohol sino más bien irse con precaución.
En la relación de Semana Santa y el consumo etílico no falta un ahogado en albarcas privadas o públicas, hay choques y volcaduras en las carreteras, a veces se desata la violencia y no falta uno que otro interfecto que llegue a la riña para una conclusión que difícilmente es de saldo blanco, ocasionados por la inmoderación desenlaces trágicos en múltiples todos sentidos. En días santos y fatales mortales, diría el filósofo del bolero ranchero José Alfredo Jiménez: “la vida no vale nada” cuando se empina el codo.
En Morelos no hay ley seca. Ante la experiencia del Gobierno de la Ciudad de México que años atrás tuvo la intención de aplicarla, restauranteros y “antreros” se quejaron y dio marcha atrás a los días sin alcohol. Aquí, ciudad en donde la Semana Mayor genera más turismo que en el resto del año, dueños de restaurantes y centros nocturnos pueden venderlo, pero condicionados al copeo y las botellas adentro de sus instalaciones. Sin embargo, el problema es que al margen de todo ordenamiento quedan los tianguis, puestos semifijos y ambulantes con micheladas, gomichelas, “caguamas” y otras variedades de tarros y “promos” que se expenden a pasto adentro y afuera de balnearios, parques acuáticos, en barrios y colonias.
La ley seca sí aplica para no desperdiciar agua bañándose en la calle y mojando a vecinos y transeúntes. Sólo se pueden “bañar por dentro” con el “agua de las verdes matas” y similares, ausentes los operativos del “alcoholímetro” que sí hay en la CDMX con “el torito” bien adaptado y las debidas precauciones para evitar “entres” y “mordidas”. Una herramienta, ya se sabe, muy útil para evitar accidentes bajo estado etílico.
Este año “sólo” en nueve delegaciones de la CDMX fue prohibida la venta de alcohol durante la Semana Santa: Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Cuajimalpa, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Miguel Hidalgo Tláhuac y Xochimilco. Es de notar que supuestamente en Cuernavaca los expendios de vinos y licores suspenden la venta a las 23 horas. Pero no para los trasnochadores, sabedores de la opción de que “al fin que en Jiutepec venden toda la noche” y sigan la fiesta en los límites de los dos municipios.
Que se aplique la ley seca en localidades de la zona metropolitana (Cuernavaca, Huitzilac, Temixco, Zapata, Jiutepec) ni pensarlo, pero se podría aplicar el “experimento” de evitar la venta callejera y restringirla a locales cerrados. De cualquier modo, sólo se prolongaría el éxodo de bebedores a otras localidades para encontrar los “bebestibles”.
Como siempre, este año los operativos incluyeron patrullaje de carreteras, vigilancia en balnearios y centros recreativos, puestos de auxilio y la difusión de medidas contra el consumo excesivo. El gran “pero” es que el vino y sus similares están en todas partes y al alcance de la mano, algo que no será frenado con prohibiciones sino con la vigilancia de los padres sobre sus chamacos, y que a otros ya no tan jóvenes el remedio no les llegue hasta que se les atraviesa un accidente. El caso, entonces, es que las bebidas espirituosas y los estupefacientes siguen en auge.
Todo esto sin considerar que la cannbis forma parte también del consumo, así que es cuando entra la cuestión: ¿legalizando la mariguana bajará su consumo y sus efectos “colaterales? Una situación nada sencilla que atañe a muchos, porque una cosa es la regulación judicial, sanitaria y comercial, y otra el consumo que una persona tenga como “normal”. Un contexto en el que menudean accidentes viales, y en balnearios por intoxicaciones con cocteles de alcohol, mariguana, o los más poderosos psicotrópicos. Y el meollo del asunto, el autocuidado con el famoso “todo con moderación” que tantos no moderan.
ASESINATOS
Aunque la guerra entre cárteles del narco continúa como primera causa, el consumo desenfrenado de alcohol y drogas constituye un efecto recurrente de asesinatos en México. De acuerdo a las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, a escala nacional y durante el primer bimestre de este año ocurrieron 344 homicidios dolosos, más que en el mismo período de 2015, al pasar de 2 mil 841 a 3 mil 158. En febrero, 14 entidades registraron aumentos de asesinatos con respecto a los sucedidos en el mes anterior.
El promedio de homicidios en el país es de 2.39 casos por cada 100 mil habitantes, pero cinco entidades duplican (como Morelos) y hasta cuadruplican esa tasa. Por ejemplo, Colima tienen una tasa de 9.65 asesinatos por cada 100 mil habitantes; Guerrero, 9.09; Sinaloa, 6.45; Morelos, 4.22 y Baja California, 4.47. O sea, que en materia de homicidios dolosos como producto de la delincuencia y el consumo de enervantes y alcohol todavía no se pueden echar las campanas al vuelo cuando estamos por encima de la madia nacional.
El AIC
La historia del ahora Aeropuerto Internacional de Cuernavaca “Mariano Matamoros” (AICMM) ha tenido turbulencias y altibajos. De la pista morelense despegó el reinicio de los vuelos a Monterrey y Guadalajara, pero a estas alturas muchos olvidan o desconocen el origen del aeropuerto ubicado en tierras de Tetlama.
Nuestro puerto aéreo es contemporáneo de otra obra de gran utilidad, la ampliación a cuatro carriles del Cañón de Lobos de la carretera Cuernavaca-Cuautla, dos de las obras que propuso el luego gobernador Lauro Ortega Martínez andando en campaña entre otras acciones de uno de los sexenios más afortunados para Morelos, de 1982 a 1988.
Administrado por el Gobierno del Estado, el 15 de abril de 1988 empezó operaciones el Aeropuerto de Cuernavaca, y a partir de 1992 por Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA). Doce años después, el 9 de junio de 2004, se publicó en el Periódico Oficial “Tierra y Libertad” el decreto con el que se autorizó la constitución de una empresa de participación estatal mayoritaria, denominada “Aeropuerto de Cuernavaca S. A. de. C. V.”, con el fin de obtener la concesión correspondiente para la operación de la terminal aérea.
El 11 de febrero de 2008, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes otorgó a esta empresa el título de concesión para la operación del aeropuerto, y en enero de 200 se publicó el decreto presidencial con el que el aeródromo civil subió a rango de internacional, arrancando los trabajos de modernización.
El 30 de abril de 2009, ASA entregó a esta empresa la administración del aeropuerto Internacional “Mariano Matamoros” o Aeropuerto de Cuernavaca. El AICMM es de una superficie de 110 hectáreas y su plataforma para la aviación comercial de 21,180 metros cuadrados; además tiene tres posiciones y una pista de 2.8 kilómetros de longitud, suficiente para recibir aviones tipo Boeing 737 y Airbus A320.
El aeropuerto de Tetlama fue el principal centro de conexiones de Aerolíneas Internacionales, antes de que ésta saliera del aire en 2003. Durante la docena panista de los gobiernos de Sergio Estrada y Marco Adame, el AICMM estuvo subutilizado o semi abandonado; “ambos dos” no pudieron echarlo a andar de manera definitiva. Según datos de la Dirección General de Aeronáutica Civil, en 2014 la pista de Cuernavaca recibió 6,009 pasajeros y 7,448 en 2015. Un promedio de veinte pasajeros por día.
A finales de 2012, Volaris suspendió la ruta hacia Tijuana, y de igual forma en 2003 la asimismo aerolínea de bajo costo Viva Aerobús canceló los vuelos a Monterrey y Cancún.
VA DE NUEZ
Quedadas atrás las pifias de gobiernos anteriores, la aerolínea TAR inició operaciones la semana pasada con vuelos a la Perla de Occidente y a la Sultana del Norte. Reactivada las actividades comerciales del aeropuerto, el Gobierno del Estado empuja la consolidación del AICMM, acompañada del relanzamiento de la promoción de Morelos como alternativa para paseantes nacionales y extranjeros. Ojalá… ME LEEN MAÑANA.